Cuando Chelsea llega a casa, se encuentra a Rachel haciendo la maleta. Tiene todo preparado para marcharse.
-¿Qué estás haciendo?-pregunta la morena.
-Me marcho-responde.
-¿Vuelves a tu casa?
-No. Me voy a un sitio en el que pueda estar sola... No quiero hablar ahora, Chelsea... Si mi madre te pregunta, dile que sigo en tu casa.
Dicho esto, cierra la puerta tras de sí. Chelsea apoya su frente contra la pared y marca un teléfono. Al tercer pitido una voz masculina responde.
-¿Sí?
-Marcus, ven a casa. Rachel se ha ido...
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La casa de la abuela Jo siempre ha sido muy grande y bonita. Rachel siempre ha utilizado este sitio como escondite cuando quería estar sola. Cogía las llaves que le dejó su abuela y se quedaba ahí horas hasta que se desahogaba.
Sentada en el comedor, iluminada por la luz de varias velas, Rachel está sentada en el suelo. Intenta calcular cuánto tiempo puede quedarse ahí hasta que la descubran. Suspira y fija su mirada en las pequeñas llamas de las velas.
-Ojalá fuera normal...-se lamenta.
Alguien golpea la puerta. Rachel se sobresalta. Desde que la abuela Jo falleció, la cas quedó deshabitada. ¿Quién llamaría a una casa vacía? La joven se pone en pie y camina hacia la puerta. Alguien vuelve a golpearla.
-Rachel. Soy Marcus. Ábreme. Sé que estás ahí...
-No quiero hablar con nadie. Vete...
-Puedo quedarme aquí toda la noche. No me importa...-le confiesa irónico.
Rachel suspira y acaba abriendo la puerta. Al otro lado, Marcus la recibe con una pequeña sonrisa reconfortante.
-¿Cómo lo has averiguado?
-Chelsea me ha contado que solías irte a esta casa cuando estabas triste. He pensado que hoy volverías aquí.
Rachel rompe a llorar como una niña mientras Marcus la abraza.
-Por favor-susurra entre lágrimas-no me toques. No quiero herirte a ti también...
-Ven aquí...- Marcus cierra la puerta y lleva a Rachel hacia el salón.
-Por favor, ya me has visto. Vete-le ruega entre lágrimas.
-¿Y dejarte a ti sola con esas velas? Ni hablar...-bromea.
-No quiero seguir con esto...-comienza Rachel. –Todos habéis progresado menos yo. Yo sigo siendo igual de inestable que el primer día... Soy un desastre.
-Shhh...-le silencia mientras pasa su dedo por la barbilla. –Tú no eres un desastre.
-¡Sí que lo soy!-el grito de Rachel resuena en las paredes de la estancia y queda en el aire. -¡He hecho daño a mi amiga! ¡Por Dios, aléjate de mí, Marcus!
-Rachel...
-¡No soy buena para ti!-le interrumpe.
-¡Al menos deja que eso lo decida yo!-grita Marcus. –Te quiero, ¡Te quiero! A ti, a tu Don, a tu fuego, a tus llamas... Te quiero tal cual eres, Rachel. Me da igual que te pegues fuego. Por Dios...-suspira cansado el joven. -¡Mírame! ¡Yo soy una bestia metamórfica! Un día puedo transformarme en un león y herir a alguien.
-Tú lo controlas...
-Y tú también lo vas a controlar, nena-susurra mientras sostiene el pequeño rostro de la joven entre sus manos. –Yo confío en ti.
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DIFERENTES (En edición)
FantasíaMiles de años atrás, la Tierra estuvo poblada por cinco razas. Raza Pyros. Raza Hydra. Raza Gea. Raza Psycho. Raza Lumos. En el presente, ¿quedará algo de eso?... Rachel es una joven normal, con una vida normal y unos amigos normales. Al menos...