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Llevaban horas en la fiesta, Ciel solo acudió allí para mantener las apariencias con Elizabeth pero su normalmente obediente y perfecto mayordomo Sebastián estaba claramente celoso de esa niña que podía tocar a su joven amo con total normalidad en público.
En comienzo los bailes siempre habían molestado a Ciel pero hoy parecía diferente, a pesar de estar bailando con su amada Ciel solo tiene ojos para Sebastián al cual se había propuesto poner celoso por un reto días atrás.

Flashback

-Pero joven amo a usted no le gusta bailar y tiene muy poco aguante físico para esos ejercicios.- Afirmaba Sebastián con una falsa sonrisa en su cara y una invitación a un baile en la mansión Midford de la prometida de Ciel.
-Sebastián ya he dicho que voy a ir.-Zanjaba con un golpe sobre la mesa de su despacho
- además su prometida es mucho más enérgica que usted, acabara fatigado.-Sebastián comenzaba a perder la compostura tranquila y serena habitual ante la idea de que Elizabeth tocará a Ciel durante el baile .
-No soy tan débil como para no seguirle el ritmo a Lizzi.- Con una sonrisa desafiante se levantaba Ciel de su silla y se dirigía a la puerta.
-Hagamos una cosa bocchan, si usted es capaz de aguantar cuatro bailes le concedo el honor de darle la razon y le dejare un castigo que infligirme a elegir-
Sebastian cambió su sonrisa forzada por una perspicaz mirada carmesí que se clavó en Ciel.
-¿y si ganas tú?-Decía con curiosidad lanzando una mirada prepotente y desafiante.
-yo elegiré el castigo, siempre algo que no dañe físicamente a mi joven amo.- Decía Sebastián con una ahora carmesí mirada lasciva
-Esta bien , le demostrare a este estúpido demonio que soy capaz de bailar- decía entrando en el juego
-Yes, my lord-Cerraba Sebastián con sonrisa traviesa.

Fin del Flashback

A cada paso Sebastian perdía más la compostura pues Elizabeth estaba muy pegada a Ciel, tanto que este se sonrojo.
En cierto modo calmaba a Sebastián que fuera el primer baile y estuviera ya casi sin aliento pero sabia que su impetuoso joven amo no se dejaría vencer así como así.

El segundo baile acababa de comenzar y Ciel sabia que no aguantaría por mucho mas tiempo por lo que cambió de táctica, combinaba discretas miradas lujuriosas hacia su amado Sebastián con pequeños acercamientos y roces con Elizabeth, viendo como este desesperaba dentro de su papel de intachable sirviente.
En uno de los giros de aquel movido baile Sebastián comenzó a andar hacia la pareja colocándose tras Ciel.
-Disculpe Lady Elizabeth pero no es bueno para la salud del joven amo bailar hasta desfallecer, si me disculpa nos retiramos- Sujeto a Ciel por el hombro y sin apartarlo de delante suya lo empujo todo el camino hasta el aseo y sin dar oportunidad a Ciel a protestar lo sentó encima del lujoso lavabo.
-Mire lo que ha conseguido con su juego de miradas joven amo, me ha puesto en una embarazosa situación, consiguió hacerme perder los nervios.- Decía Sebastián con una lasciva mirada carmesí mordiéndose el labio inferior, retirándose un poco dejó ver una erección. Ciel se ruborizó y apartó la mirada mordiéndose el labio, pero no podía evitar sentir el calor que lo invadía y consumía.
-No lo ignore por favor joven amo, no se imagina lo incómodo que es con estos pantalones tan ceñidos y rígidos-seguía el demonio acercándose al menor que totalmente ruborizado se alzaba un poco para dar un tímido beso a su demonio.
-Joven amo de verdad me va a dejar así -casi suplicaba el mayor con resignación pues su amado tiene una vergüenza innata, cuando siente al menor meter sus ya no tan inocentes manos dentro del pantalón rozando el miembro del mayor y haciendo que a este se estremeciera y mordiera más el labio hasta hacerlo sangrar.
- Es usted muy travieso,joven amo, pero porque no me "libera" de mi aprieto - comenzaba a guiar las manos del menor a que le bajase los pantalones mientras este chasquea la lengua.
-Tch, cuando se ha visto al amo ayudar al sirviente... Su mirada desafiante junto a su sonrojo es la clase de actitud contradictoria que ama Sebastian.
Esos ojos de inocente perversión de Cliel desordenan el serio y sosegado corazón de Sebastian.
Con rapidez y contradiciendo otra vez sus palabras el menor baja los pantalones y la ropa interior del mayor dejando su miembro erecto al aire, ruborizándose más si cabía y quedando sin saber como actuar.
-Bocchan ¿que le parece si le enseño yo primero como debe proceder?-mientras hablaba el hábil y libidinoso demonio que mordiéndose el labio había comenzado a desvestir al chico con una mano mientras lo empezaba a masturbar sobre la tela con la otra, haciendo que el menor se retorcerse sobre su posición luchando por no emitir ruido para no ser descubierto.
El demonio habilidoso comenzó a besar El cuello del menor dando pequeños mordiscos que junto a su mano que lo masturbaba hacían temblar al chico que demandante quería quitar su última prenda para recibir más placer.
Hacer cosas su boca desde el pecho hasta el oído lamiendo todo el recorrido y susurro con lujuria buscando someter a su pequeño amo que ahora su miembro bajo la tela rogaba más atención.
-bocchan, solo seguiré si me promete una cosa- al terminar la frase mordió el lóbulo del menor haciendo que del espasmo cayera al suelo sosteniéndose por sus temblorosas piernas y dirigiendo una mirada de desaprobación hacia su mayordomo que paraba de masturbarlo.
- tsk... ¿Que ... quieres?- su mirada había tornado inocente, como la de un niño suplicando un dulce y su voz había sonado excesivamente sumisa, cosa que complació y excitó sobremanera al mayordomo que se acercaba a su otro oído mordiendo el cuello del menor y con voz posesiva, pareciendo más una orden.
- Prométeme que tendré la exclusividad de este cuerpo- Sebastián no sabia porque, pero meses atrás nacía la creciente necesidad de poseer a su joven amo, y no solo su alma como alimento o su cuerpo para el sexo, necesitaba, anhelaba ser correspondido y eso era algo que hasta un demonio aterraba, por lo que se haría con el niño poco a poco y lo último que quería era que nadie más que el tocase ese virginal cuerpo.
El niño enmudecido sofocado y ruborizado no encontraba las palabras para describir lo que sentía, pues él creía haber perdido la capacidad de amar y creía que ese demonio tampoco lo hacía, pero el comportamiento de ambos el día de hoy denotaba que ambos se auto engañan.
- cl-claro- terminaba de decir casi en un susurro imperceptible que dibujó una sonrisa en el rostro del mayor.
Con velocidad doble humana y satisfecho con la respuesta bajo la última prenda del menor exponiendo su infantil falo erguido y suplicante de atención que comenzó a engullir en un delicado vaivén que por segundos se hacía salvaje haciendo que el menor se viniera enseguida haciendo que su espalda se arqueara con un sonoro gemido que no pudo retener y cayendo al suelo de rodillas -nhg- se escuchó por el amplio baño.
Sebastián espero una segundos a que su bocchan se recuperará sin tan concentrado en memorizar la cara de placer de Ciel que no se percató de una joven que llegaba a paso decidido hasta el baño tocando la puerta mientras alzaba la voz
- Cieeel, ¿te encuentras bien? -decía entre preocupada y curiosa la rubia por el sonido que acababa de escuchar
Ciel lanzó una mirada horrorizada a su mayordomo quien con fastidio y velocidad sobrehumana metió a Ciel en un baño para que no fuera divisado por la joven y se arregló el traje saliendo a informar disimulando su estado.
-Lady Elizabeth, bocchan ahora mismo se encuentra indispuesto, al parecer tanto ejercicio no le hace bien- decía con aparente tranquilidad ante el sonrojo de la joven que se iba complacida e avergonzada por la información. Entre tanto Ciel se había colocado detrás de Sebastián y comenzaba a meter sus traviesas manos por debajo de la camisa del mayor, tocando su espalda haciendo que a este le volviste a palpitar con fuerza el miembro ante los roces del menor mientras cerraba la puerta.
- bocchan, es usted un niño malo, poniendo en esta situación a su pobre mayordomo - decía con falsa inocencia mientras que quitaba la ropa quedando desnudo ante el menor que ahora se había abrazado a él .
El menor mordió la nalga del mayor a forma de respuesta y después se volteó para comenzar a lamer con tortuosa lentitud toda la extensión del miembro del mayor ahora apoyado en el lavabo miraba con delicia el acto del menor, que tentado de ir más allá comenzó a quitarse los guantes que era lo último que le había quedado ocultando sus negras uñas.
Puso una mano en la cabeza de Ciel obligándose a engullir aquel descomunal falo e imponiéndose un ritmo de vaivén mientras el lamía sus dedos dispuesto a prepararla entrada de su amo, no sabia el motivo exacto pero no quería dañar aquel frágil ser con el que estaba.
Introdujo un dedo provocando que de la impresión Ciel mordiera la punta del falo haciendo venirse a Sebastián que se arqueo preguntándose cuando ese frágil ser se había vuelto tan importante. El menor sobrepasado con todo el líquido tosió un poco y se apoyó en el lavabo para alzarse y dar un dulce y amoroso beso sacando al demonio de sus ensoñaciones .
Sebastián ante aquel acto de cariño alzó al conde haciendo que enredara las piernas en su cadera y sin soltar el beso introdujo esta vez dos dedos haciendo movimientos para que el menor se acostumbrara, pero este empujó al mayor casi haciéndolo caer de su posición sobre el mayor y alzando la voz más de lo debido mientras sus ojos lagrimeaban.
-Sebastian, duele - decía el menor moviendo las caderas incómodo dejando caer las primeras lágrimas. Sebastián sabia muy bien que ese pequeño chico no se había mostrado tan indefenso y sumiso ante nadie y que el ahora mismo tenía ese privilegio de ver al orgulloso Ciel Phantomhive así, cosa que extrañamente lo enternece.
-Confíe en mí, esto le va a gustar- decía el mayor con ternura ante la imagen que lo hacía endurecerse otra vez.
Metió un tercer dedo en la entrada del menor simulando embestidas mientras el menor enterraba la cara ruborizada en exceso en el cuello del mayor que con su mano libre le acariciaba la espalda hasta llegar a la marca dejada en el cuerpo del menor por sus captores.
-Ciel ahora me perteneces, que no se te olvide - Decía posesivo y con una mirada decidida brillando en carmesí mientras quitaba el lazo del parche y alzaba la cara del menor para ver el símbolo del contrato brillar y la cara de perplejidad y duda del chico.
El mayor comenzó a retirar sus dedos a lo que el menor reaccionó cerrando los ojos con con fuerza esperando la estocada que segundos después ocurrió dejando caer unas lágrimas se aferró con fuerza al cuerpo del mayor.
-Te pertenezco desde el día que me sacaste de aquel infierno- confesaba avergonzado y con voz temblorosa ese orgulloso chico abrazándolo con más fuerza y apoyando la cabeza sobre el marmóreo pecho del mayor que disfrutaba en demasía de aquella frase mientras notaba que que menor en su deliciosa estrechez comenzaba a mover las caderas.
En un rápido movimiento el mayor bajo del lavabo dejando al menor apoyado el el de manera leve y él mayor de pie para tener mayor tracción alzó la cara del menor dándole un beso demandante de pasión al tiempo que su mano comenzaba a masturbar el miembro del menor mientras la otra sujetaba al menor evitando que en ese vaivén que se tornaba salvaje y descontado cayera de su posición y dando estocadas en aquel punto que hacía que el menor delirase de placer. Entre los choques salvajes de esos dos cuerpos el menor sentía reventar su miembro mientras el mayor no cesaba en su placentera tarea.
-Seb-Sebastián... Nhg... Me vengo-Decía inocente y con urgencia el joven Conde.
-Aguante un poco bocchan
-Ciel... Nhg... Llam-llámame Ciel - decía mirando con lascivia a su demonio, había borrado todo rastro de aquella inocencia y pudor del principio del acto.
-¡Aaggh!- una última estocada certera hacía que el joven Conde arqueara la espalda y contrajera su entrada e intestino mientras se venía sobre la mano de su ahora amante demoníaco, que lamía cual felino un cuenco de leche aquel espeso líquido y se deleitaba con aquella maravillosa estrechez para después experimentar su propio orgasmo llenando el interior del Conde, que respiraba errático y sudoroso sobre el lavabo acomodándose bien ahora que su mayordomo estaba fuera de él. Cansado el Conde pasó sus brazos por el cuello de Sebastián y posaba su cabeza en el hombro del mayor.
-Sebastián, te quiero- Dijo ocultando su rostro en el cuello del mayor, sintiendo que su corazón saldría del pecho. El mayor abrió los ojos como platos y quedó estático ¿eso era?¿el sentimiento que había aflorado en un frío demonio era amor? Una sensación cálida recorría el cuerpo de Sebastián que lo hacía sentir libre de unas cadenas que no sabia que portaba. El menor al ver la reacción de su mayordomo se asustó pensando que había dicho una estupidez.
-Sebastián, no... Yo... Yo no... -tartamudeaba el pequeño intentando zafarse de aquella situación a lo que el mayor se abrazó con fuerza al menor.
-Yo...¡yo también te quiero Ciel!-con esa frase y un tierno beso sellaba ese nuevo contrato de amor.
Unos minutos después y perfectamente vestidos el impecable mayordomo de la mansión Phantomhive salía del baño con su amo en brazos, que no podía andar a causa de el acto anteriormente cometido dirección a la salida a lo que la joven rubia interfirió en su recorrido.
-Cieeeel, ¿que ha pasado?-La joven se alzó un poco para mirar al joven que solo se ruborizó y esquivo la mirada.
-Bocchan a debido comer algo que le ha sentado mal, nos marchamos a la mansión- Decía su mayordomo con su típica sonrisa una mirada que la joven no conseguía descifrar.
-Entonces... Hasta pronto Ciel-decía con desánimo la rubia que se apartaba del camino de aquel mayordomo, intuyendo que algo pasaba, pero sin saber que.
Cuando habían salido de la mansión Midford entrando al carro Ciel se dispuso a hablar otra vez ante la molestia y el dolor punzante que le causaba el estar sentado.
-Podrías haberme dejado paralítico, demonio pervertido- decía con molestia y mirada dura el menor, a lo que el mayor solo contuvo la risa mientras se perdía en los recuerdos de lo sucedido aquella noche y el calor de un nuevo amor. Todo sería diferente a partir de ahora ¿no? Un cálido beso lo despertaba de su ensoñación mientras el menor se tumbaba con dificultad en el asiento posando su cabeza en el regazo del mayor y quedando dormido casi en el momento.
-Después de todo es un ser cautivador- se decía para si mismo mientras se alejaban de aquella mansión y acariciaba el cabello de su ahora amante.

El secreto en el baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora