CAPITULO 14; SOLO UN CUERPO

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Nadie debe enterarse de nuestra pequeña locura.

1 año y medio antes

Estaba en mi casa con Drina, conversando sobre cuando me entregaré a Tomás de una vez por todas.

—¡Drina!—la reprendí— Sólo tengo 15 años ¿no crees que es muy pronto para pensar en eso?

—No, creo que ambos quieren pero no se atreven a dar ese paso aún.—respondió. Con su dedo indice tocó la punta de mi nariz—Vamos, Dars, da el paso. Yo sé que quieres, amor mío.

Reímos con su pésima actuación. Llamé a Tomás ante la atenta mirada de Drina. Sonrió una vez que los pititos dejaron de sonar y la grave voz de Tommi sonó.

Hola cariño.

—Hola Tommi, hey ¿vienes a mi casa?—pregunté.

—Mmh, claro que sí. ¿y para qué?

Drina me miró elevando una ceja, hace ya 3 años que ellos terminaron, y al año siguiente Tomás se me declaró. Dudé en decirle «Estoy lista» así que solo dije;—Sólo ven, es una sorpresa.

Corté la llamada emocionada, Drina corrió a mi armario lanzando a la cama un vestido ajustado al cuerpo blanco. Lo miré curiosa antes de ponermelo en el baño, al salir, con mis vans azules, ella silbó.—Creo que ya llegó. Ten.—agarré el sobre plateado sabiendo de sobra que era. Se acercó a mi y me abrazó sin antes soltar.—No olvides eso, pequeñuela.

—Bien, vete Drina.—le lanzé un beso, luego de unos segundos sentí como la puerta de entrada se cerrada y unos pasos resonaron en la escalera de madera.

Tomás entró a mi cuarto como costumbre, llevé mis manos a su camisa roja, a cuadros. Miró determinadamente mi vestimenta elegida por mi amiga.—Te ves hermosa, Darcy.—sonreí acercandome a él y besandole. Me siguió sin negarse sosteniendome de las caderas. Debo admitirlo, soy virgen aún. Me acomodé sobre su regazo poniendo cada pierna aprisionando sus caderas.—¿segura?—preguntó.

—Sí.

Respondí casi en susurro.

Cerré la puerta con seguro, al volver al lado de mi novio saqué mis vans, besó mi hombro subiendo hasta mi cuello. Nuevamente, aprisioné sus caderas sentandome sobre él, sobre su regazo. Soltó un gemido, y con su fuerza, se posicionó sobre mi. De mi mesita de noche tomé el preservativo sacudiendolo frente a sus ojos. Lo metió a su bolsillo.

Con las manos temblorosas, jugué con los botones de la camisa desabrochandola. Al quitarla totalmente acaricié con mis manos su trabajado torso. Tomás bajó las manos encontrando el cierre y bajandolo, dejando mi sujetador de flores al aire. El chico se rió sonoramente.

—¿no tienes uno más sexy?—preguntó con una voz seductora.

—Quizá, pero lo guardo para una próxima vez.—su sonrisa se agrandó.

—¿próxima vez, Darcy?—asentí echando la cabeza para atrás.—Lo espero con ansias entonces.

Con mis manos bajé dando con el boton de su jeans, lo desabroché con facilidad. El vestido pasó a ser parte del suelo en cuanto Tomás lo retiró de mi cuerpo. Me besó eliminando el espacio posible que había entre nosotros dos llevando sus manos a mi espalda, donde se encontraba el broche del sujetador. Sin pena, lo sacó dejando al aire más piel. Suspiré cuando bajó sus besos a mi cuello, seguramente dejando marcas.

Dejó un rastro de besos desde mi cuello hasta el borde de la única prenda que separaba totalmente su anatomía de la mía y vicebersa. Solté un gemido ahogado al sentir algo cerca que no era su mano ni sus largos dedos.

—¿segura? Estás a tiempo de arrepentirte. Sí—estiró la prenda—Sí no te niegas no pararemos.

—Estoy segura, ya no hay vuelta atrás.—atrapé su labio inferior entre mis dientes, haciendo que soltara un jadeo.

Se arrodilló buscando el preservativo y al encontrarlo, sonrió, me lo tiró en la cara. Abrí el sobre metalico con mis dientes rapidamente pasandole el plastico de adentro a Tomás. No perdí la oportunidad para quedar arriba otra vez, sus manos se posicionaron otra vez en mis caderas empujandome más hacia su anatomía. Solté un gemido al sentirlo tan cerca y con tan solo dos prendas que nos separaban.

Jugué con el elastico de su boxer provocando que pequeños jadeos saliesen de sus labios, cellé el espacio besandole nuevamente, no se negó, en cambio se echó para adelante llevandose consigo mis brazos.

—No hay vuelta atrás, desde ahora en adelante.—susurró provocativamente en mi oido.

—Ni quiero que pares, amor.

Tomó el control de nuevo, dejandome bajo su cuerpo y quitando las prendas que nos separaban. Sentí un dolor punzante en mi entrepierna mientras él trataba de ser lo más suave posible conmigo. Comenzó con pequeños movimientos al principio dolorosos pero en cuanto pasaban los minutos solté un gemido inesperado, los vecinos podrían escuchar aquello y pues ninguno de los quizo hacer mucho ruido.

*

—Dars...—el grave sonido de su voz sonó en mi oido.—¿qué hora es?

Estiré el brazo alcanzando mi celular, al ver la hora me asusté.—¿qué día es?—pregunté.

—Jueves.

—Son las 8, Tomás.

Magicamente, las cosas de él estaban —literalmente—en mi casa, unos dos cuadernos, un lapiz y listo, era eso. Me paré rapidamente de la cama buscando un nuevo conjunto de ropa interior y entré al baño abriendo la regadera. Duré unos minutos mojando mi cuerpo y salí envuelta en una toalla. Tomás entró luego de mi con su ropa en la mano, me puse lo primero que encontré rapidamente. Él salió sin camisa pillandose a mi lado una camiseta suya de nirvana. Sonrió antes de ponersela.

—Vamos. Vine en la moto.

Tomé su mano bajando junto a él, Dylan que estaba viendo la televisión me miró raro. Pero notó que algo extraño pasó.

—Tu telefono no está en tu mano.

—Mierda.—agarré el telefono de mi cama y nuevamente bajé.—Gracias, Dyl.

Subimos a la moto de Tomás rapidamente antes de avanzar por la avenida, mis manos se entrelazaban sobre su torso rodeandole firmemente. Llegó justo a tiempo a que tocara el timbre, y Drina llegó a nuestro lado en segundos.

—Llegan tarde.—anunció con una radiante sonrisa.

—Tsh.

—¿qué hacían que llegaron tarde?—preguntó pícara.

—Emm.—miré a Tomás.

—Luego te cuenta, pequeña entrometida.—Tomás me robó un beso rápido y se fue corriendo con sus amigos.

—¿y qué tal?

—Pues...cómo te lo digo—sonreí recordando.

Maravilloso.

—Entiendo, con tu cara tuve mi respuesta.

Reimos y caminamos al interior del resinto.

Irresistible TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora