CAPITULO 18; NOCHE LOCA

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Sólo tu me haces sentir así, amor.

TOMÁS.

El calor entre nuestros cuerpos era impresionante, lo único que cubría mi cuerpo era una pieza importante. Y sólo  dos que deseaba quitar de mi camino cubría a Darcy. Jugó un poco con el elastico provocando varios jadeos salir de mi boca que calló inmediatamente besandome, era sin duda lo mejor.

—¿de verdad?—mi voz era ronca, con poseción.

—Muy segura.—respondió vacilante.

El sujetador negro de Darcy se soltó al momento de que lo desabroché con la mucha práctica que tenía, no por ella sí no por mi hermana que me pedía ayuda.—Has usado el negro.—besé su suave y tentador cuello dejando seguramente una marca difícil de sacar.—Me encantas, enana.

Reí corriendo mi mano a su abdomen, subiendo lentamente llegando hasta uno de sus perfectos pechos, cual acaricié y jugué un poco. Miré a sus bellos ojos buscando alguna duda pero ella estaba segura, fulminé el espacio en un profundo y largo beso que me siguió. Sonreí quitando de mi camino toda prenda que no me permitiese estár complementado con la mujer que amo.

—¿tienes condón?—preguntó, busqué algo en mis jeans hasta que lo encontré. No sé porqué estaba ahí pero fue una suerte.

—Sí.

Su mirada me dio una autorización, lo puse lo más rápido posible suspirando. Sus labios estaban más rosados que nunca, así que con mucho cuidado me introducí en ella. Una mueca se formó en su cara hasta que al pasar unos segundos ya no se sentía dolor. Aumenté un poco los movimientos a medida que sentía como se fusionaba cada una de nuestras celulas.

*

—Tomás.—desperté viendo el angelical rostro de mi novia, la cual bajo las sabanas usaba una camiseta ajustada más un nuevo conjunto.—Tommi.

—¿sí?—murmuré.

—Te amo.—dijo, wait....¡¿dijo te amo?!

—Yo igual te amo, y mucho más.

Cerró los ojos apoyandose sobre mi pecho, los cerré en cuanto el sueño volvió a apoderarse de mi cuerpo, aspirando su dulce aroma. Mis brazos la rodeaban instintivamente y su dulce rostro angelical me enamoraba cada vez más. Me quedé dormido nuevamente, el seguro de la puerta seguía ahí pero las cortinas de la gran ventana que daba a balcón ya no estaban cubriendo, sí no, dando la luz de la luna a la cama. Entré en un profundo sueño mirando la ventana.

N/A; LETRA CURSIVA ES PARA LOS RECUERDOS Y SUEÑOS.

Vi a lo lejos una cabaña, caminé vacilante hacia ella con temor. Ya que, en medio de la nada, una cabaña y solo no suena nada bien, hasta se parece a las sagas de Scary movie. Toqué un tronco asegurandome de que mis pies estaban en la tierra y no en algún lugar extraño. El aroma de las flores llegó a mi nariz invadiendo mi olfato, olía bien.

—¿donde estás, Tomás?—me dije a mi mismo, cuestionando mi razonamiento.

Seguí caminando hasta la entrada de la cabaña, parecí vieja, y seguramente lo era. Subí los cortos escalones hasta la puerta principal sin llave. Empujé la madera añeja despacio, temiendo de que si hacía ruido algo apareciese. Mi mandíbula se desencajó al ver dos sillas, en una de ella —por cierto, al reves— había una cabellera rubia, y en la siguiente silla una castaña. Me acerqué temeroso a la silla donde una chica rubia estaba sentada, y rodeé la misma.

Drina era la dueña del rubio y a su lado, Darcy, traté de hacer que ella reaccionara pero nada, no lo hacía.

—No podrás.—la grave voz de mi padre retumbó en mis oidos.—Tal como no pudiste salvar a tus amigos en Lakewood. No podrás salvarlas a ellas.

Giré pero no había nadie, ambas chicas abrieron los ojos pero algo les hiso cerrarlos enseguida, sacudí sus brazos hasta que reaccionó y de sus esmeraldas ojos, solo se veía un fondo negro.

Desperté sobresaltado, Darcy quien estaba a mi lado acarició preocupada mi mejilla.

DARCY

Desperté gracias a un movimiento fuerte, vi a Tomás despierto y con temor en sus ojos. Con mi mano acaricié suavemente su mejilla.—¿qué pasó?—pregunté. El sol pegaba justo a los pies de la cama.

—¿estás bien?—asentí. Acarició la curva de mi cadera aún con temor en los ojos.—¿segura, Darcy?

—Sí, segura Tomás.—me apretó contra su cuerpo.

—Que alivio. ¿qué hora es?—revisé.

—Las 10 de la mañana.—sonrió, me salí de las sabanas caminando al baño. Lavé mis dientes rapidamente y salí del pequeño cuarto pero, y sin previo aviso, Tomás me atrapó entre sus brazos. Su pecho estaba desnudo, con los brazos apoyados en su pecho se echó hacia adelante. Choqué de espalda a la puerta que por suerte no se abrió.

—Tomás...—murmuré nerviosa.

—No digas nada.

Cerró todo espacio posible besandome, sus manos colgaban en mi cintura, las bajó tomandome por los muslos hasta quedar apoyada en la pared. Rodeé su torso con mis piernas cerrandolas al punto de que no caeríamos. Afirmó su agarre caminando hacia atrás, se sentó en la cama conmigo aún sobre sus piernas. Y tomando poseción con sus labios, seguramente dejó otra marca en mi cuello haciendome solar un jadeo involuntario.

Irresistible TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora