La noche había caído y los amigos se dirigían a una nueva aventura. Rapunzel había preguntado a su compañero cuáles eran los planes unas 8 veces, pero en cada oportunidad él se había negado a darle siquiera una pista. Lo cierto es que George esperaba sorprenderla llevándola al mercado de gitanos. Estaba seguro de que ella se iba a emocionar muchísimo y no esperaba para poder ver su expresión de felicidad cuando llegaran al lugar, pero sobretodo estaba lleno de espectativa por el regalo de cumpleaños que necesitaba encontrar para su mejor amiga.
Aunque el destino que los esperaba era desconocido, George había optado por llevar a Phillip consigo. Pensó que, a pesar de que el caballo no estaba acostumbrado a ir por esos parajes, sería más aconsejable contar con un medio de transporte propio en caso de presentarse algún tipo de problema.
- Por enésima vez, George, ¿vas a decirme a dónde vamos?
- ¿Dijiste algo? No puedo escucharte con el ruido de Phillip galopando – respondió el chico burlándose. La había escuchado a la perfección.
- ¡Deja de mentirme, estoy segura de que puedes escucharme perfectamente! – el chico rió. – Imbécil – espetó ella, quería sonar ofendida. – Para la próxima busca una excusa más convincente, Phillip casi ni se siente al galopar, debe ser el caballo más silencioso de la historia.
- ¿Ah, sí?, entonces ¿qué es lo que estoy escuchando? – la confrontó el muchacho, su voz cargada de diversión.
- Pues, debe ser... – Rapunzel detuvo sus intentos de encontrar una respuesta sarcásticamente hiriente al darse cuenta de que, de hecho, sí había algo que escuchar. – ¿Eso es... eso es música?
- ¡Bingo!
Antes de que alguno de los dos pudiese decir otra palabra, comenzó a aparecer ante ellos la entrada de lo que parecía ser un mercado popular. El bullicio de la gente que se arremolinaba en los primeros stands se confundía con el alegre cantar de las flautas y los acordeones que daban la bienvenida a cada nuevo visitante. Una mezcla de aromas escapaba del concurrido pasaje e insistía en colarse por sus narices, llamándolos a probar los exóticos platillos de los que provenían, por más extraños que estos pudiesen ser.
- ¡Oh, por Dios, George, es el mercado de gitanos!
- ¿Y crees que no lo sé? – contestó divertido.
- ¡Deten el caballo ahora, George, deténlo ya! ¡Hay que entrar!
- ¡Estoy en eso! – respondió riendo, era gracioso ver a su amiga comportarse de esa manera. – De haber sabido que te pondrías como loca no te hubiese traido.
Rapunzel le dedicó una mirada nada amable, pero aún así George estaba contento. Ese tipo de reacción era la que estaba esperando de parte de su amiga. Si ella no se hubiese emocionado, él se habría decepcionado. No tuvo que ayudar a Rapunzel a bajar del caballo, porque ella prácticamente se lanzó al suelo. Mas bien, tuvo que pedirle que se quedara tranquila y no saliera corriendo antes de que él acomodara a Phill en la caballeriza improvisada. La chica no paraba de saltar de emoción y apurar a su amigo, y por un momento George consideró la idea de amarrarla a ella y pasear por la feria con el caballo.
- ¡Vamos, George! ¡Tengo que probar esos grillos en salsa!
El mercado estaba organizado de una manera lo suficientemente cómoda como para recorrerlo en su totalidad sin saltarse absolutamente nada. Se trataba de una serie de pasillos, cada uno flanqueado de ambos lados por una hilera de tiendas ambulantes, mesones cubiertos con manteles de exótico estampado y carros de comida callejera. Tal como lo había descrito Ralph, la atracción principal la componían la música y la danza, y esto se evidenciaba en una especie de plaza ubicada en el centro del mercado. Allí, los gitanos habían colocado una tarima carente de altura sobre la cual una serie de músicos entonaba las sonatas típicas de su cultura y, justo a los pies del escenario, los bailarines se turnaban para deleitar al interesado público con movimientos ejecutados a la perfección.
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Rapunzel, Trenzas del Destino [2do lugar en el concurso "Crea Tu Mundo"]
FantasiaLa vida de Rapunzel gira en torno a dos grandes secretos, uno de ellos tan grande que ni ella misma lo conoce. Mientras la joven de 15 años distribuye sus días entre el aburrimiento dentro de la torre donde ha permanecido cautiva desde su nacimiento...