Caída Libre

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Rapunzel escuchaba el relato sin dar crédito alguno. Toda su vida había sido engañada y ahora esta mujer, quien durante 16 años alegó ser su madre, la enviaba en caída libre a la verdad. Hizo un ademán de ponerse en pie, pero la bruja no se lo permitió. En su lugar, se aseguró de que la pequeña no pudiese moverse de donde estaba, y lo más sorprendente de todo, lo hizo sin mover más que un dedo, ¿cómo era eso posible?

- Mira bien, pequeña – le dijo a la niña sin interesarse realmente en verla. – Ahora que sabes el otro lado de la historia y que eres consciente de lo que puedo hacer, es hora de cambiar las reglas del juego.

- ¿Qué has hecho?, ¿por qué no puedo moverme? ¡Suéltame inmediatamente! – Gothel rió e hizo chasquidos de desaprobación con la lengua.

- Esa no es manera de hablarle a tu madre.

- ¡Tú no eres mi madre! De hecho, nunca lo fuiste. Antes solo lo sentía, ahora sé que es verdad.

- La única verdad que a ti te concierne es la que vendrá de ahora en adelante.

- ¿Qué quieres decir?

- Basta de preguntas. No tengo por qué andarle respondiendo nada a una infante. Conténtate con saber que estás aquí con un propósito, y lo vas a cumplir.

Gothel se dió la vuelta y comenzó a alejarse. Rapunzel quiso reclamar nuevamente, pero sus labios estaban sellados, literal e inexplicablemente. Vió a la mujer que por tanto tiempo pensó que era su madre mientras caminaba hacia la salida de la habitación y salía de su rango de vista. Quiso llorar, pero se forzó a sí misma a ser fuerte. Estaba aterrada, pero se repitió una y mil veces que debía ser valiente. Valiente por ella misma y por lo que seguramente estaría por enfrentar.

Estuvo así por varios minutos, tirada en suelo sin alternativa ni posibilidad alguna de escapatoria, hasta que Gothel regresó. Cargaba consigo una bolsa de tela, un libro viejo y algo parecido a un caldero bastante desgastado. Bajó la cabeza para ver a la chica, y tras una mirada de fastidio, hizo un nuevo movimiento de dedo que le permitió a Rapunzel hablar nuevamente.

- ¡Monstruo! – gritó ésta, como si la palabra hubiese estado atorada en su garganta hasta ese momento.

- Y ya vas a comenzar de nuevo con los insultos. ¿Puedes parar?, es realmente molesto.

- Oh, ¿y qué quieres?, ¿que te llene de elogios, te diga que eres la mejor persona del mundo y te agradezca por haberme secuestrado de las entrañas de mi madre muerta? Porque sin duda no haré eso.

- En realidad preferiría que te callaras. Pero, para mi desgracia, necesito que hables. ¿De dónde sacaste el medallón?

- Ya te lo dije, fue un regalo. Y no, no te diré quién me lo dió.

- No me interesa quién te lo haya dado, solo quiero saber dónde lo consiguió.

- ¿Cómo se supone que sepa eso?

- Yo estoy segura de que lo sabes. Vamos, habla. Lo compró en un mercado de gitanos, ¿no es cierto?

- Pues...

- ¿NO ES CIERTO? – los ojos de la bruja chispeaban amenazantes, y la niña no pudo hacer más que sucumbir.

- ¡Sí, lo compró en el mercado de gitanos que estuvo en el pueblo la otra semana! ¡Lo habíamos visto, me gustó, así que decidió obsequiármelo de cumpleaños! ¿¡Ya estás contenta!?

Rapunzel, Trenzas del Destino [2do lugar en el concurso "Crea Tu Mundo"]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora