Sorpresa de Cumpleaños

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Intriga, anticipación. Solo de ese modo podría describirse lo que sintió Rapunzel durante toda la mañana y gran parte de la tarde. Había una emoción creciente dentro de ella, sumada a la clásica alegría que podría sentir alguien el día de su cumpleaños, sobretodo si ese alguien era una chica que estaba finalmente cumpliendo sus 16. No sabía por qué, pero por alguna razón sentía que su vida iba a dar un giro drástico, a tomar un rumbo totalmente distinto, y aunque no podía negar que eso la asustaba, era mayor la expectativa que el temor.

A pesar de lo nerviosa y ansiosa que estaba por la salida de esa noche y por saber qué tendría George preparado (porque debía tener algo preparado, si no, ella misma se encargaría de que él no olvidara su cumpleaños nunca más), no tuvo mucho tiempo para cuestionarse posibilidades. Poco después del medio día su madre llegó a visitarla. No era común de ella ir a esas horas, pero Rapunzel supuso que podría deberse a su cumpleaños.

- ¡Madre! Es tan extraño verte llegar tan temprano, a plena luz del día. Generalmente tus visitas llegan con la puesta del sol.

- ¿Es que acaso no puedo visitar a mi hija en su cumpleaños? ¿No estás agradecida?

- Oh, por supuesto que lo estoy – dijo mientras abrazaba a la mujer. – Gracias por venir a visitarme.

La mujer le dedicó a su hija una mirada cargada de sospecha: la chiquilla estaba actuando de manera extraña. De acuerdo, ella nunca había sido cariñosa en exceso, ni tampoco la mejor madre de todas, pero Rapunzel nunca se había comportado con ella de manera fría. Ahora cuando veía a la chica podía notar cierta brecha que las separaba, como si hubiese dejado de confiar en ella. Por su tranquilidad decidió pensar que se trataba de ideas suyas.

- ¿Y bien?, ¿qué planes tienes para hoy?

- ¿Planes? – Rapunzel repondió con voz temblorosa, la pregunta la había tomado por sorpresa. – ¿Qué clase de planes podría tener, madre?

- No lo sé, las jovencitas como tú suelen hacer cosas para celebrar su cumpleaños – Rapunzel rió, pero claramente el comentario le había causado todo menos gracia.

- Bueno, eso tal vez lo sabría si conociera a otras chicas de mi edad – replicó amargamente, pero una mirada de reproche y una ceja arqueada de parte de su madre la hizo desistir del rumbo de su discurso. – Supongo que hornaré un pastel y leeré mi libro favorito – culminó tras un suspiro.

- Esa es mi niña.


Algunas horas tras que su madre se marchara luego de su corta y amarga visita, el sol ya se había puesto completamente. Tal como Rapunzel había supuesto que pasaría la mujer no había vuelto a aparecerse por ahí, pero eso no le importaba. Hacía ya un tiempo que lo que hiciera o dejara de hacer su madre le había dejado de importar. Ya no sentía por ella el mismo cariño ni la misma dependencia que había sentido hasta hacía dos años atrás. En ese momento, lo único que a la chica le importaba era la llegada de su mejor amigo.

Tan puntual como siempre el chico hizo su aparición, y tras el llamado de costumbre pudo observar a la hermosa rubia descender desde la ventana. Rapunzel de por sí era bonita, a George le había parecido así desde el primer momento en que la vió aunque nunca se lo hubiese dicho, pero ese día en específico estaba deslumbrante. Se había colocado un vestido que parecía nuevo, o al menos George no se la había visto antes. Su cabello estaba trenzado de una manera diferente a la habitual y lo había decorado con pequeñas flores. Pero sin duda lo más hermoso que lucía la chica era una brillante y aunténtica sonrisa.

Rapunzel, Trenzas del Destino [2do lugar en el concurso "Crea Tu Mundo"]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora