Capítulo 13

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Pov Jason:

La forma en que Amanda bebe casi con desesperación al escucharme decir su segundo nombre, me provoca un retorcido placer.

—Maldita sea. —Su voz está cargada de frustración. —¿Os habéis puesto de acuerdo para que sea el peor día de toda mi existencia? Mira que está difícil la competición...

Su sinceridad me toma por sorpresa hasta que recuerdo que va por la tercera copa. En este momento, todo parece darle igual, y está en su punto más bajo, más vulnerable. Es el momento más fácil para atacar. Y eso le quita toda la diversión.

—Todavía no te he dicho lo que tengo que decirte. Podría ser algo bueno.

—Viniendo de ti, lo dudo. —Se queda en silencio unos segundos, mirándome a los ojos con determinación. —Vamos. Di de una vez lo que quieras decir, y terminemos con esto pronto.

Su tono está tan lleno de cansancio y resignación, que todo lo que tenía pensado decir, se desvanece. Sin pensarlo demasiado, me pongo de pie y la agarro con firmeza de la cintura para bajarla del taburete. El contacto le pilla tan desprevenida que un sonido que va directo a mi entrepierna sale de sus labios, mientras se aferra a mi camisa como si tuviera miedo de que la dejase caer. Noto sus pies rozando los míos hasta que consigue llegar al suelo.
Siento la mirada llena de juicio del señor Thorne, desde el otro lado de la cafetería, y eso solo hace que la situación me resulte más entretenida.

—Voy a sacarte de aquí, Cherry —le susurro al oído, con un tono lo suficientemente bajo como para que Thorne no pueda escuchar mis palabras. Con la clara intención de que imagine lo que le cabree más.

—¿Cómo? —me mira, con los ojos llenos de sorpresa y confusión —¿Me vas a llevar con tu gemelo y vais a abusar de mí en la limusina?

El veneno en sus palabras me deja aturdido, y la indignación me arde en el pecho.

—No. He venido solo —respondo, percibiendo como la frialdad de mi tono le eriza la piel. Cuando va a apartar la mirada, la agarro del mentón en un rápido movimiento, obligándola a mantener sus ojos fijos en los míos —Mi hermano y yo seremos cada adjetivo horrible que se te pase por la cabeza. Pero no somos violadores. Ninguno de los dos.

En lugar de avergonzarse, ríe de forma seca, lo que me hace soltarla. 

—Muy bien... Algo de decencia humana. 

Cada palabra que suelta por la boca me enfurece más. Vuelvo a pegarla a mi cuerpo, obligándola a empezar a caminar conmigo hacia la salida.

—No puedo hablar contigo estando así. —Murmuro notando como va tropezando con sus propios pies, dándome la razón en cada paso. —Te quiero lúcida, Cherry.

Pero antes de que podamos salir, nos encontramos con un cuerpo bloqueando la puerta.

—¿Qué crees que estás haciendo, Blackwood? —Me pregunta el señor Thorne, insinuando exactamente lo mismo que ha insinuado Amanda hace un momento.

—Voy a llevar a la señorita Cherry a su casa. —Respondo, con calma. —No se encuentra bien.

Nos estudia con la mirada, y puedo ver como su mirada pasa de uno a otro, deteniéndose más tiempo en Amanda.

—Ya la llevo yo. —Dice con la voz llena de una irritante autoridad, mirándome como si sobrara en la escena, antes de echarme con elegancia. —Ya se ha terminado el descanso en la academia. Llegarás tarde a clase. 

No despega su mirada de mí mientras espera a que cumpla con su orden. La intensidad de sus ojos y la frialdad de los míos se vuelven un juego de poder silencioso.

Velvet DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora