La habitación de Michael estaba llena de cosas más interesantes que las que tenía en su propia oficina. Una pieza que me gustaba en particular estaba puesta sobre la chimenea, apoyado sobre la pared. Era una pintura de óleo, sin marco que medía un pie y medio de altura y un pie de ancho que traía al personaje de la revista MAD, Alfred E. Neuman vestido en un traje negro brillante, calcetines plateados, un guante blanco y una fedora haciendo uno de los pasos de Michael, manteniéndose con la punta de los pies. A primera vista uno piensa que es Michael, pero luego te das cuenta de que no lo es al ver el rostro.
Michael amaba esa pintura. Me dijo que los pintores de la revista MAD se lo habían regalado. Le creí absolutamente a Michael, como lo hacía siempre. Sin embargo, a veces descubría que las cosas que me decía no eran la verdad. Cuando descubría la verdadera historia, esta era bastante lógica como para creer que era un engaño. Por ejemplo, Michael tenía un hermoso Lincoln Navegator negro (auto lujoso). Este tenía pantallas de DVD en la parte trasera de los asientos delanteros para que los niños pudieran ver películas mientras viajaban. Era primera vez que veía algo así en un automóvil, lo que ahora es algo completamente común.
Le pregunté a Michael dónde había comprado su automóvil, imaginándolo en el lote de coches escogiendo uno. Me respondió: "Oh no, yo no lo compré. Fue un regalo de Bill Gates".
Descubrí, unos años más tarde a través de uno de los chóferes de Michael, a quien lo apodaban Kato, que el automóvil no fue un regalo de Bill Gates. Fue comprado por Michael, a petición de uno de los trabajadores, y fue comprado bajo el nombre del mismo trabajador. Michael hacía esto para evadir las sobrecargas de precio. Aprendió que si hacía una compra bajo su propio nombre, el precio aumentaba inmediatamente. Luego, Kato me dijo que cuando el trabajador dejó el rancho, se llevó el automóvil con él, discutiendo el hecho de que la compra fue hecha bajo su nombre, por lo tanto el automóvil era de él. Pasó un tiempo antes de que pudieran recuperar el vehículo, que eventualmente fue devuelto. Nunca entendí la parte de Bill Gates.
En la habitación de Michael había un sofa-cama de tamaño gigante, siempre estaba puesto en forma de cama y boca abajo, como si estuvieras en un hotel. Estaba en frente a la televisión más grande que había visto en ese entonces. Poníamos una película, ordenábamos cualquier cosa de la cocina y veíamos películas hasta tarde en la noche. Si Michael se quedaba dormido mientras veíamos la película, le bajaba volumen a la televisión y me acercaba para apagarla manualmente (ya que si usaba el control remoto, este hacía un ruido alto cuando presionabas el botón de apagar) y salía de la habitación en silencio para regresar a casa. Recuerdo una noche que hice esto, iba de puntitas hacia la puerta para salir cuando escucho a Michael decir: "Hasta mañana Barney".
Por alguna razón, a Michael se le dificultaba mucho dormir, entonces si se quedaba dormido, era muy cuidadoso para no despertarlo. A veces me pedía que le leyera algo, entonces tomaba algún libro y lo leía en voz alta hasta cuando se durmiera.
Pasando la puerta de la habitación, al lado izquierdo de donde se encontraba su televisión estaba el baño, y más al lado había otra puerta, en donde había un Jacuzzi que Michael dijo, jamás había usado. Cerca de la puerta del baño estaba una gran bóveda de color verde, la cual requería un código electrónico para abrirla. Además del montón de documentos, lo que me llamó la atención cuando abrió esta bóveda fueron los contenedores, que tenían pequeños joyeros de Terciopelo azul. Cada joyero contenía alguna pieza de oro de 20.000 dólares. Y debe haber tenido unas cientas ahí dentro. A lo largo de los años, en mi cumpleaños o alguna ocasión realmente especial, Michael me obsequió a mi y a mis hijos una de estas piezas.
El closet que estaba bajo las escaleras estaba lleno con todos los trajes que usó en sus giras. Todas las lujosas chaquetas, pantalones, zapatos y unos cuatro o cinco de sus famosos guantes blancos estaban colgados en la pared. Un día, Michael me llevó a mí y a Mason a este clóset para mostrarnos un reloj del que me había hablado alrededor de un año atrás. En ese entonces, dijo que había pagado un millón de dólares por el. Le dije que me lo enseñara algún día, y este era el día.
De camino al clóset, Michael apuntó hacia un látigo que estaba enrrollado en un gancho y le preguntó a Mason si lo había visto antes. Mason al parecer, no lo había visto jamás. Michael entonces le dijo que era de "Los cazadores del arca perdida" (Indiana Jones). Cuando el destello de asombro golpeó la cara de Mason, Michael le preguntó: "¿Recuerdas el látigo de Harrison Ford? Estaba a la venta, así que lo compré.
Michael caminó hasta el fondo de su clóset y sacó bajo las camisas que estaban colgadas, una enorme caja plástica de anzuelos de color verde. La puso sobre el piso frente a nosotros y la abrió. Tenía unas bandejas desplegables, y cada una tenía un reloj Rolex y cada uno tenía una historia especial. Recuerdo que apuntó uno que había sido un regalo de parte de Eddie Murphy. Al fondo de la caja, envuelto en una tela verde de Terciopelo estaba el reloj de un millón de dólares. Estaba hecho de platino puro, y la muñequera tenía mas o menos dos pulgadas de ancho. Lo que parecían ser diamantes de medio quilate cubrían toda la cara superior de la muñequera y la misma cara frontal del reloj. No recuerdo quién lo fabricó, pero era muy hermoso y también era muy pesado. Me voltié hacia Mason y le dije: "Pon tu mano Mase".
"No creo que deba hacerlo" respondió Mason.
En eso, Michael dijo: "Esta bien Mason, pon tu mano". Cuando Michael puso el reloj en la muñeca de Mason le dije: "Mason, ahora le puedes decir a la gente que sostuviste un millón de dólares en una de tus manos". Todo lo que Mason dijo fue: "WOW". Rápidamente, lo quitó de su muñeca y se lo pasó a Michael quien lo volvió a cubrir en la tela de Terciopelo verde, lo guardó en la caja de anzuelos y la regresó de vuelta a su lugar bajo las camisas.
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"Conversaciones En Neverland Con Michael Jackson"(traducido)
SonstigesUn viaje profundo hacia la amistad entre Barney Van Valin, un médico rural y Michael Jackson, un ícono de la música. Leerás sobre su cercana amistad desde el primer encuentro, hasta el misterioso y repentino final luego de 5 años de largas conversac...