VI - Separados tras la muerte.

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A la mañana siguiente, me encontré despertándome en la biblioteca sobre un libro que había cogido justo después de escribir mi sueño en el diario. La guarida despierta pronto así que fui directamente al entrenamiento de la mañana. Orel, que debía dirigir mi entrenamiento, no estaba aún despierta, así que, Kartal me hizo unirme al entrenamiento que dirigía para los demás. Al finalizar, fui a la habitación para ducharme y vestirme. Aún me quedaba un buen rato para tener que salir a mi primer día en el nuevo instituto cuando ya estaba preparado. Rebecca estaba a punto de presentarme a Taka y Ciste, los dos aprendices que irían conmigo al instituto, cuando se escuchó bajar el ascensor. A esas horas, nadie debería estar llegando a la guarida, así que la gente se puso algo nerviosa y expectante. Al abrirse la puerta del montacargas vi por primera vez a tres personas de las que ya había oído hablar. Rebecca se lanzó sonriente a saludar efusivamente a Shaun Hastings. Kartal, por su parte, corrió hasta su hermano, Erelis Cox. Le abrazó con energía hasta el punto de alzarle del suelo. Erelis no paraba de agitarse, quejándose toscamente. Erelis era mayor que Kartal en edad pero era algo más bajo y corpulento que él. No es que Erelis fuera bajo, en realidad, sino que Kartal tenía Síndrome de Marfan, la misma enfermedad que Abraham Lincoln o Michael Phelps, lo que le hacía ser más alto y delgado que la media. Tenía, también, los dedos exageradamente largos y su vista era bastante defectuosa, aunque eso no le impedía ser un Asesino brillante. A pesar de ser descendiente de Altair, Kartal no tenía la "vista de águila", pero no era el único al que le faltaba alguna habilidad. De hecho, sólo Desmond, Adelaar y el señor Aguilar tenían, en ese momento, desarrolladas todas las habilidades de Altair. Además, se dice que cuando a un descendiente le falta uno de los dones, no sólo le falta, sino que lo tiene por debajo de la media humana. Por ejemplo, Orel tenía una dificultad enorme para los idiomas, y Erelis tiene el peor sentido de la orientación que yo he visto en un animal, por lo que lleva siempre un GPS encima, y aun así se sigue perdiendo. Isaiah, el hijo de David Belle, que sólo tenía tres años por aquel entonces, y yo, aún no sabíamos si poseíamos la "vista de águila". E Isaiah ni si quiera sabía aún que poseía el efecto sangrado. El tercero de los hombres de los que había oído hablar, y que salió en ese momento del montacargas, sería el único descendiente vivo de Altair que no poseía el efecto sangrado, el señor William Miles. El padre de Desmond. Pero eso no lo supe hasta que Adelaar se posicionó junto a mí y me dijo en voz baja.

- ¿Recuerdas cuál es la habitación del mentor? - Asentí con firmeza porque su voz denotaba urgencia. - Ve a decirle que su padre está aquí. Rápido. - Salí corriendo, no sin antes ver salir al resto de los hombres del ascensor cargando un pesado bulto al hombro, que era sin lugar a duda un ataúd. Me centré en mi objetivo, sin querer pensar en lo que acababa de ver y continué corriendo hasta que llegué a la puerta del mentor y llamé.

- Adelante. - Respondió Desmond desde el interior. Entré lo suficientemente rápido como para verle de nuevo la herida espalda antes de que se pusiera la camiseta, pero eso no fue lo que más me sorprendió en ese momento. Orel también estaba allí, tumbada bocabajo en la cama, con la espalda desnuda. Entonces, vi claramente que ella también tenía, grabado a fuego, el símbolo de la Hermandad. No sé qué fue lo que me desconcertó más, si ver su herida o su presencia en la cama del mentor. - ¿Qué ocurre, Harrier? - Dijo Desmond sacándome de mis pensamientos mientras terminaba de colocarse la camiseta.

- Esto...sí. Adelaar me ha dicho que...

- Harrier. - Me llamó la atención por tartamudear y para que pudiera centrarme.

- Su padre, mentor. - Dije finalmente. Los ojos se le abrieron y se puso completamente recto. - Su padre acaba de llegar. - Desmond salió disparado de la habitación. Yo me quedé bloqueado mirando la puerta por la que acababa de salir.

- Harrier. - Dijo entonces Orel. La miré y rápidamente aparté la mirada al darme cuenta de que se había dado la vuelta y podía ver su busto desnudo. - Ve con Adelaar y espérame allí. No tardaré ni un minuto en llegar. - Aseguró mientras se levantaba para empezar a vestirse. Obedecí y, cuando llegué junto a Adelaar, los ánimos de bienvenida no se sentían tan alegres. La gente se colocaba haciendo un círculo imperfecto alrededor de Desmond y su padre, que se miraban con gesto forzado, como no queriendo mostrar sus opiniones el uno del otro delante de todo el mundo. Recuerdo que me pregunté a cuál de los dos apoyaría la gente. Desmond era el mentor actual de la Orden, pero William, junto con el señor Aguilar y otras dos personas a las que aún no conocía, era uno de los consejeros anteriores a la subida de Desmond. Pero todo pensamiento banal se desvaneció cuando me di cuenta de lo que estaban hablando.

Assassin's Creed: El legado del águila.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora