X - Respuestas.

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- Juguemos a un juego. – Orel se veía radiante esa mañana. A simple vista, si la vieras por la calle, ni siquiera repararías en ella. Es una joven normal y corriente, capaz de cosas que ni siquiera podrías imaginar. Su mayor habilidad, es la más importante para un Asesino, lo que nos ha mantenido con vida y a salvo durante todos estos años, ocultarse a simple vista. Pero cuando sabes de lo que es capaz, cuando puede ser ella misma, encuentras algo distinto. Es una Asesina que odia matar y considera que no hay nada más valioso que la vida. Dale un buen motivo para matarte y no dudará. Dale un motivo para protegerte y dará su vida por ti. He conocido a muchas personas distintas y de muchos lugares. He de confesar que los españoles tienden a atraer. Tienen ganas de vivir, no sólo de sobrevivir. Orel es una persona sencilla, que sólo quiere ser feliz, siempre riendo a carcajadas y siendo servicial, tanto que resulta extraño que sea Líder. Decenas de armas muy dispares han pasado por sus manos, y aun así, siguen siendo suaves. Suaves, finas y alargadas, con las uñas largas y cuidadas, parecen tan delicadas y nada más lejos de la realidad. Impresiona la habilidad y la fuerza que tiene, podría decirse que es una chica del montón, nada especial y cuando la conoces, no te imaginas la vida sin ella, sin su apoyo, su protección, su calor de hermana. Muchos otros Asesinos me han enseñado mucho, pero Orel, Orel ha sido mi maestra y no puedo contar la cantidad de veces que sus consejos y sus enseñanzas me han salvado la vida.

- Nada de juegos, Orel. – Respondí. – Prometiste responder a todas mis preguntas.

- Y tú prometiste obedecer y entrenar. – Aseguró ella no con poca razón. – Así que lo llamaremos juego, pero ambos cumpliremos nuestra promesa. Tú haces algo de lo que yo te diga y yo respondo una de tus preguntas. ¿Te parece bien?

- Sí. – Dije precipitadamente. – Depende de lo que me ordenes hacer, en realidad.

- Está bien. Empiezas tú.

- ¿Puedo preguntarte algo primero?

- Lo que tú quieras. – Respondió convencida.

- ¿Qué hay entre tú y el mentor? – La cara de sorpresa de Orel no tuvo desperdicio.

- De todas las preguntas por las que podías haber empezado. ¿Escoges esa? – Preguntó anonadada. – No te tomaba por un cotilla, Harrier Sinclair. – Rio.

- Mi curiosidad abarca todos los campos. – Aseguré también riendo.

- Está bien. – Estábamos en una de las salas de entrenamiento. Giró sobre sus talones, pensativa, observando todos los obstáculos que había en la sala para poder entrenar. – Desmond y yo estamos prometidos. – Dijo finalmente.

- ¿En serio? – Pregunté sorprendido. – Y hay alguna razón por la que una pareja que está prometida no dé ninguna muestra de cariño en público. Es alguna tradición de la Hermandad o es que queréis ocultárselo a alguien. O simplemente no os gusta.

- No es un secreto y la Hermandad no te dice como debes vivir tu vida amorosa. En realidad es más fácil que eso. – Aseguró antes de responder. – Desmond y yo no nos amamos. – Es vez fue mi cara la que debió parecer un cuadro.

- No comprendo.

- Nos prometieron nuestros padres el día que yo nací. Será un matrimonio concertado, cuando yo cumpla los 25. Ese es el trato.

- ¿Cómo? ¿Por qué? – Pregunté. – Acabas de decir que la Orden no se mete en la vida amorosa de nadie.

- Yo no he hablado de la Orden, he hablado de nuestros padres. Ellos creen que el linaje de Altair debe unificarse en una sola línea, otra vez. Puesto que somos linajes muy separados se ha calculado que ya no habría riesgo de defectos por endogamia. – Me explicó.

Assassin's Creed: El legado del águila.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora