La más hermosa, pero no la más discreta

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¡Hola! Disculpen la tardanza. Lo cierto es que he tenido este capítulo listo para publicar desde hace como una semana, pero no he tenido nada de tiempo para publicar. Las tareas me han absorbido casi completamente. Por otro lado, entré a un concurso de ensayos, y también conseguí un papel para una obra de teatro que va a representar mi escuela, así que he andado muy ocupada.

Por cierto, parte de la idea de este capítulo es de Actiztercaantirosita, a quien le debo un agradecimiento. ;)

¡Como sea, aquí se los dejo! ¡Espero que lo disfruten!

La más hermosa, pero no la más discreta

Afrodita era una diosa peculiar en muchos aspectos, no sólo porque hubiera sido la primera de todos los dioses en aparecer en el mundo, sino también porque sus actitudes y costumbres la hacían una persona fácil de identificar y de recordar. Eso sin contar, por supuesto, que cualquiera que la hubiera visto, aunque fuera por tan sólo un instante, estaba condenado a no olvidarle nunca, y si eso era una bendición o una maldición, aún estaba por verse.

Sin embargo, una cosa era ser el admirador de una diosa y otra muy diferente era que esa misma diosa fuera tu madre.

Había muchas preguntas que los hijos de Afrodita hubieran querido hacerle a su madre, quizás más de las que podían jactarse cualquiera de los otros semidioses, pero había algunas que sencillamente sobresalían.

Muchos semidioses se preguntaban acerca de sus poderes en relación a su ascendencia divina o sobre cómo reaccionarían ante ciertos elementos o situaciones; sin embargo, los descendientes de Afrodita tenían dudas un tanto más... personales, por decirlo de alguna manera.

Poe ejemplo, si Afrodita era la diosa del amor y de la fertilidad y de la sexualidad y era la encargada de formar y enlazar a las parejas... ¿quería eso decir que Afrodita no sólo sabía de quién se enamorarían sus hijas sino que también lo planeaba?

Más aún, ¿si Afrodita era la diosa de la sexualidad... era también ella la encargada de planear los encuentros sexuales de sus propios hijos...?

Es decir, ya era bastante problemático el tener a un padre celoso, pero el tener a una madre libertina... Además, sólo de pensar que su madre no sólo estaba al tanto sino que ideaba absolutamente todo lo que sus hijos e hijas hacían con sus parejas era... escalofriante.

Quizás por eso era que los nuevos integrantes de la cabaña 10 no se atrevían a preguntar qué tan involucrada estaba su progenitora divina en sus relaciones amorosas, aunque todos se lo habían preguntado en algún momento.

–*–*–

De cualquier forma, aún había otra pregunta incómoda que hacerle a Afrodita.

Era algo sabido para cualquiera que hubiera visto a la diosa del amor que su rostro y sus atributos físicos eran siempre cambiantes, en un intento –bastante productivo, por cierto‒, por ajustarse a todo aquello que la persona que la estaba viendo encontraba bello o atractivo.

Eso estaba muy bien, porque quería decir que Afrodita siempre sería la mujer más hermosa para quienquiera que la viera... lo cual era perfecto si quien estaba viéndola era un hombre o una mujer lesbiana aunque... ¿qué para los hombres homosexuales o para las mujeres que sí se sentían atraídas por los hombres?

Una pregunta como ésa sin duda habría ofendido el orgullo de la diosa, pero era igualmente válida. ¿Qué era lo que las personas veían en las circunstancias anteriormente mencionadas?

¿Acaso las mujeres veían a un hombre con todos los atributos que le parecían atractivos?, ¿o veía a una mujer de atributos envidiables y con un cuerpo de ensueño como el que deseaban para sí mismas? Y en cuanto a los homosexuales, ¿veían acaso a una mujer extremadamente guapa con todo aquello que encontraban atractivo en un hombre?, ¿o veían a un hombre con algunos rastros femeninos de la verdadera Afrodita?

Y entonces venía otra pregunta, ¿convertía eso a Afrodita en alguna suerte de... transexual?, ¿de hermafrodita?

Cierto era que de la unión de Afrodita con Hermes había nacido el primer hermafrodita del mundo, pero eso era una historia completamente distinta. Además, el saber que Hermafrodito, el hijo de la diosa entraba en esa categoría a decir que la misma diosa podía ser descrita por esa palabra era completamente diferente.

Sin embargo, siempre que a alguien se le ocurría esa posibilidad, el miedo de enfurecer a la diosa del amor era demasiado como para arriesgarse a tentar su suerte, así que preferían relegarlo al olvido casi de inmediato y dejar de darle tantas vueltas.

–*–*–

Después de todo, si los hijos de Afrodita no tenían la seguridad de que su vida privada estuviera a salvo de su madre, por lo menos sabían que aquellos que se decían enamorados de ellos los querían genuinamente, pues nadie quería enemistarse con la diosa del amor sólo por jugarle una broma a uno de sus descendientes y ser condenado a tener que sus relaciones amorosas terminaran en miseria después de todo. Ventajas de tener a una madre como Afrodita.

Y, al final, por más complicado que resultara decidir con seguridad cómo se veía Afrodita, ella seguía siendo la diosa más hermosa de todas, y la mujer más atractiva de todos los tiempos.

Ahora, como ya se hizo costumbre, publicaré un segundo capítulo como disculpa por mi tardanza.

¡Nos leemos!


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