Cosas más extrañas

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Quiero empezar diciendo que sé que me desaparecí sin previo aviso, pero al mismo tiempo, eso fue un poco su culpa. Según yo quedaba sólo un capítulo más de esta historia, pero entonces todos ustedes se pusieron histéricos y comentaron como cinco dudas más y entonces todos mis planes se fueron al demonio, porque yo tenía mi último capítulo preparado (y ese va a ser el último capítulo) pero no podía publicarlo porque ahora había otros capítulos que debían ir ahí en medio.

Así que tuve que organizarme y escribir y transcribir y editar y... no me alcanzaron las vacaciones, y la escuela sólo complicó el asunto así que... sólo puedo decir que me alegro de estar aquí ahora.

Hay tres capítulos más que en teoría ya están escritos pero me falta transcribir y editar, así que, lo que estoy planeando hacer es subir uno cada semana a partir de ahora.

Muy bien, esto es todo por el momento así que... ¡espero que lo disfruten!

Cosas más extrañas

Las concepciones estrambóticas, por más que sonara extraño, eran algo de lo más común cuando se trataba de los dioses ―y, por supuesto, de sus hijos mestizos―, pero a pesar de todo, seguía dando de qué hablar, tanto a mortales como a semidioses.

La mayoría de las ocasiones habían sido Atenea y sus hijos quienes habían tenido que cargar con las burlas y preguntas poco discretas de los otros campistas ―e incluso las de los propios Olímpicos―, dados los requerimientos para su concepción, pero lo cierto es que los demás dioses no se quedaban atrás.

Zeus, por ejemplo, no sólo había sacado a Atenea de su cabeza, sino que también se había injertado a Dionisio en su pantorrilla para regenerarlo cuando este aún era Zagreo*, pero no muchos recordaban eso. Según algunas versiones, Hefesto era hijo única y exclusivamente de Hera.

Sin embargo, Apolo estaba siendo ahora el punto de mira de los chimiscoleros, pues no sólo se les había aparecido Apolo en vivo y a todo color en el campamento, sino que además, justo por ello, todos aquellos que hasta entonces habían ignorado la procedencia de Kayla Knowles ahora la conocían.

En realidad, Kayla nunca había ocultado que tenía dos papás, sus amigos cercanos ―Lou Ellen, Cecil, Will, el resto de sus hermanos― lo habían sabido desde el principio; a los otros nunca se les había ocurrido preguntar, pues, por lógica de dos-y-dos-son-cuatro, si el padre divino de Kayla era Apolo, su progenitor mortal debía ser mujer.

Las cosas, empero, no eran tan sencillas.

Cierto era, Kayla no era la única semidiosa que tuviera una familia con dos padres o dos madres, pero la mayoría de esas parejas eran, en realidad, los padres de los mestizos que habían engendrado a sus hijos de la manera heterosexual para después descubrir que el amor de su vida era alguien de su mismo sexo, susodicho con el cual habían contraído matrimonio y criado a sus hijos de relaciones anteriores; probablemente incluso habían adoptado más niños.

Era el siglo XXI y el matrimonio homosexual había sido legal desde el 2011, por lo menos en Nueva York; más aun, serán griegos, eran romanos, y las parejas del mismo sexo nunca habían sido motivo de escándalo en la época en la que los dioses aún gobernaban, no tenía por qué serlo ahora.

Sin embargo, ese no era el caso de Kayla. La hija de Apolo literalmente tenía a dos hombres como progenitores y dado que ahora todo el campamento lo sabía, las preguntas no se habían hecho esperar.

No era que fueran a tratar a la hija de Apolo de una manera distinta ahora que sabían eso, por supuesto que no, pero ese nuevo conocimiento permitía que su imaginación volara muy lejos: no era de sorprenderse, pues una vez más la mitología demostraba que todo era posible.

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