Especulaciones y malestares

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Sé que voy algo atrasada pero es que el sábado (que era cuando pensaba transcribir) mi familia acaparó mi atención y ayer domingo estuve un poco enferma, así que no había podido transcribir ni nada.

Tengo varias notas, pero creo que es más conveniente que las ponga al final así que... ¡espero que les guste!

Especulaciones y malestares

Los hijos de Apolo, en general, estaban acostumbrados a la sangre, lo cual, por supuesto, no era un secreto, pues ellos eran los médicos de un campamento bastante propenso a tener accidentes.

Sin embargo, no era una mentira el decir que las mujeres lo estaban más que los hombres y es que, por más fuertes que fueran, por más sangre divina que corriera por sus venas, lo cierto es que seguían siendo mujeres y, como mujeres, tenían una ineludible ―y bastante indeseada― cita que atender una vez al mes.

Afortunada ―o infortunadamente, en su defecto― eran tan mortales que algo como la menstruación no estaba por encima de ellas y, por lo tanto, mes con mes se enfrentaban a su humanidad cuando, víctimas de la naturaleza y de su ―por el momento― infructífera capacidad de procrear desechaban el inútil endometrio convertido en coágulos sanguinolentos. Sí, un horror.

Lo cierto es que las chicas, semidiosas o no, tenían una cierta propensión a mostrarse despreciativas con el mundo en esos tres o cinco días entre los cuales la sangre se desprendía de las paredes de sus úteros, pero mientras que las mortales sólo podían maldecir por lo bajo y recetarse un ibuprofeno, las semidiosas sí tenían a quien dirigir esas maldiciones.

Había empezado como un juego para las chicas de la cabaña 7, pero más tarde, mientras los meses pasaban y las restantes mujeres del campamento tenían que pedirle ayuda a sus amigas cercanas para cerciorarse de que no había ninguna mancha indeseada en la parte trasera de sus pantalones, la pregunta se tornó cada vez más seria.

Honestamente, nadie podía culpar a las semidiosas por tener la duda, algo así era de esperarse, sencillamente. Pero es que... si las diosas podían tener hijos y procrear, dando a entender entonces que tenían órganos sexuales en funcionamiento... ¿significaba eso que, igual que ellas, sus descendientes, y que las meras mortales, mes con mes se veían afectadas por cólicos y pocas ganas de salir de la cama? ¿Tenían esas diosas todopoderosas que caminar en sus níveas túnicas con miedo a una indeseable mancha carmesí?

Los hombres ―incluso los hijos de Apolo, un poco más sensibilizados en tales materias que el resto del campamento― no entendían la fascinación de las chicas en cuanto al tema, pero es que la mente masculina no podía llegar a comprender el mudo consuelo que la hilarante imagen de una diosa tan orgullosa como Hera o Deméter colocándose compresas calientes en el abdomen mientras sentían que, cual si fuera un pedazo de velcro, los coágulos de sangre se desprendían a pedazos de las paredes interiores de su abdomen.

No, sencillamente un hombre no podía entender lo atractivo de imaginar a Afrodita lavando a mano las sábanas blancas de su cama para ocultar un incómodo accidente o a Atenea siendo más afectiva y sentimental de lo normal ―es decir, siéndolo en grado alguno― sólo porque sus hormonas se encontraban algo rebeldes.

Por supuesto que no, decidieron ellas al final, aunque lo más probable fuera que las diosas no lavaran a mano la ropa manchada con su propia sangre sino que las hicieran aparecer limpias con sólo chasquear los dedos; por más que la ley de probabilidades apuntara a que, de tener menstruación, las diosas sólo se creaban una doble ―dado que podían dividir su esencia y estar en varios sitios a la vez― y lo dejaran en su casa sufriendo los malestares de la femineidad mientras ellas vivían su vida, los hombres no tenían manera de comprender lo... humano que tales pensamientos hacían parecer a las diosas ni el consuelo de que algo así les ocurriera también a ellas proporcionaba a las mestizas.

"Ya crearemos un simulador" amenazaba Kayla. "Ya verán lo que se siente y entonces tendrán que llorar y reírse de la desgracia de las diosas con nosotras".

Y es que, para ser honestos, ya era bastante desesperante imaginarse a sí mismas soportando el mismo dolor en el vientre bajo cada mes hasta que llegara la menopausia como para que pensar en esas soberbias diosas teniendo que sufrirlo por la eternidad no les resultara hilarante.

Eso y, por supuesto, la imagen mental de toallas sanitarias metidas en bolsitas azules con el anuncio «Olimpia: para una comodidad digna de diosas».

Por una vez los semidioses ―las semidiosas, en realidad― decidieron ni siquiera intentar encontrar la verdadera respuesta a su pregunta, aunque hubiera sido tan sencillo como acercarse a la fogata y preguntarle a Hestia sobre tales problemas, meramente porque sus especulaciones eran, por mucha, más entretenidas.

Bueno, quiero empezar diciendo que cuando me comentaron la idea para este capítulo no me gustó del todo, me puse algo incómoda. Cuando recibí el segundo comentario respecto a la menstruación y a las diosas me di cuenta de que estaba siendo ridícula, avergonzándome de hablar de algo tan natural y es por eso que decidí escribirlo de todas maneras.

Quiero aclarar que lo del velcro es como yo le explico la menstruación a los hombres, y el comentario de Kayla sobre el simulador es un chiste local que tengo con una amiga, pues tengo la teoría de que si los hombres supieran lo que son los cólicos no harían bromas sobre las mujeres que están en "sus días". 

Por supuesto, en realidad no pienso que todos los hombres sean cuadrados de mente como para no mostrar ni siquiera un poco de comprensión en este aspecto, pero lo cierto es que nos falta mucho en materia de educación cuando se trata de este tema tabú. Sin ir más lejos hace tan sólo un año escuché a un compañero, en plena secundaria, preguntar cuál era el problema, porque pensaba que las mujeres podemos contener el sangrado, como si fuera orina. Estuvo bastante sorprendido cuando le explicamos que no era así y dijo que entonces debía ser muy incómodo.

Como sea, mi objetivo con esto es crear un poco de conciencia al respecto, esperando ponerle algo de humor también.

En cuanto a lo de los cambios de humor y sensibilidad extrema, debo admitir que eso (en una nota bastante personal) no me pasa a mí, pero sé de otras mujeres a las que sí, por lo tanto decidí incluirlo.

La idea para este capítulo fue comentada por Genesis (guest) y otro invitado, espero que les haya gustado y, por cierto, ¡feliz Año Nuevo! ¡Espero que este año este lleno de nuevas historias!

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