¡Hola! Lo sé, lo sé, soy un desastre y hace como dos meses prometí actualizar en una semana, pero prometo que no he parado. Las vacaciones vinieron y se fueron y yo me la pasé haciendo guías de estudio para mis exámenes semestrales, luego vinieron los verdaderos exámenes, tengo otro concurso de oratoria encima y, además, hace como cuatro días me dio una gripa horrible, de verdad no puedo ni hablar, y se la pegué a mi hermana y ella ahora me odia. Así que, bueno, he estado ocupada, y me disculpo por el terriblemente atrasado capítulo.
Bueno, sin más por el momento, los dejo para que lean, que ya bastante han esperado.
Dones paternos
Algo que pasaba a menudo tanto en el Campamento Mestizo como en el Campamento Júpiter —además de las explosiones— era que cada uno de los semidioses que llegaban hasta estos recintos seguros de monstruos tenía una habilidad especial. Y sí, absolutamente todos los locales educativos a lo largo y ancho del mundo se esforzaban por plantar firmemente la autoestima de los jóvenes del mañana diciendo que eran únicos y especiales, pero es que cuando se era hijo de un dios de la mitología greco-romana eso tomaba un cariz completamente distinto.
Los hijos de Hipnos, por ejemplo, ¿quién diría que un ser humano podía dormir más de veinte horas seguidas y aun así seguir durmiendo? Y no era que los adolescentes mortales y flojos no durmieran bastante durante las vacaciones escolares, pero no podían llegarle ni a los talones a un digno representante de la cabaña 15.
De acuerdo, de acuerdo, puede que un puñado de semidioses que dormían más horas de las necesarias debido a su ascendencia divina no fueran el mejor ejemplo del poder de los dioses, pero, venga, que a veces no se tenía toda la imaginación a mano.
Bueno, además del paupérrimo ejemplo de seres semidivinos había otros semidioses cuyos poderes tenían usos más bélicos y prácticos que la hora de la siesta.
Los hijos de Ares, por ejemplo, podían hacer que un chaleco salvavidas se volviera un arma —y Beatrice, una hija de Hermes, podía asegurarlo, pues ella había sido atacada con ese amigable plástico amarillo tras un altercado—; o los de Apolo, que como regla general eran buenos médicos, poetas, arqueros y cantantes —que siempre hay un tío chulo que acapara todos los buenos atributos de la familia—; o los de Hécate, que siempre podían jugar bromas que incluyeran el cambio de color en las prendas o la pérdida de objetos pequeños.
Y ni qué decir de los hijos de los Tres Grandes. Eran los dioses más poderosos del panteón griego, así que era de esperarse que sus descendientes también fueran los más poderosos. Y justo porque sus padres eran los más grandes dioses era que a nadie le sorprendía que esos hijos fueran los más beneficiados por sus progenitores divinos, así que nadie cuestionaba nada sobre sus poco ortodoxos poderes.
Pero siempre se podían poner en tela de juicios otros factores.
Por ejemplo, nadie dudaba que Percy podía hablar con los caballos, pegasos, hipocampos y asociados —lo cierto es que lo habían creído loco las primeras veces que lo habían visto hacerlo, pero ahora era bastante común escucharlo hablando "solo" en los establos—, aun así, la pregunta no era ésa, sino más bien, si Percy podía hablar con los equinos debido a su condición de hijo de Poseidón, ¿podían entonces los hijos e hijas de Afrodita hablar con las palomas?, ¿o las de Deméter con las grullas? ¿Resultaba menos peligroso para un hijo de Dionisio encontrarse con un leopardo en la naturaleza o para un hijo de Apolo enfrentarse a un lobo que para un ser humano normal?
Lo cierto es que nunca lo habían intentado, por más que las hijas de Afrodita se afanaran en enviar cartas de amor con palomas mensajeras (aunque eso ya lo habían hecho los mortales desde siempre). Y, en cuanto a los hijos de Apolo y Dionisio... de verdad preferían no tener nada que ver con animales salvajes, sagrados o no.
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Dudas existenciales
FanfictionEs decir, los hijos de Zeus conjuraban rayos, los de Hécate podían manipular la Niebla, los de Hermes eran capaces de robar con la gracia de su padre, los de Deméter hacían crecer cualquier cosa. Con todo eso a mano, ¿qué era realmente imposible? Po...