De relaciones con dioses omnipotentes

531 63 36
                                    

¡Hola! ¡Aún no he muerto! Quiero empezar disculpándome por la tardanza, juro que hace meses que tenía este capítulo escrito, pero como trabajo a la antigua mis borradores siempre son a mano, y no había tenido tiempo para transcribir nada y todo había sido una locura.

La razón de que mi tiempo haya desaparecido de esta forma es que fue mi baile de graduación, y luego vinieron los exámenes finales, y para cuando esas dos cosas terminaron yo estaba demasiado exhausta como para trabajar en nada. Ahora que las vacaciones están aquí espero poder tener algo más de tiempo y estar más activa, pero ya saben que siempre que digo eso pasa algo que impide que mis deseos se vuelvan realidad.

Creo que ya los he entretenido lo suficiente, así que... ¡a leer!

De relaciones con dioses omnipotentes

Si había algo que podía complicar la vida de un semidiós, eso sin duda era la relación, buena o mala, que tuvieran con los dioses. Incluso si se trataba de un dios menor, hacer que un inmortal te guardara rencor era una de las peores ideas que se te podían ocurrir, ya no se hablara de un dios mayor.

Cuando se refería a Hera, por ejemplo, una diosa con un carácter extremadamente malo y explosivo, era bastante sencillo enfurecerla, lo cual era desafortunado por el hecho de que no sólo se trataba de una diosa mayor, sino también de la reina de los dioses.

Por otro lado, no todos tenían problemas con ella, dijeran Heracles y Apolo lo que dijeran, y esas felices excepciones en general podían continuar sus vidas alegremente en tanto se cuidaran de no enfuriar a ningún otro dios por ahí.

Nico di Angelo, por ejemplo, no era ningún enemigo de Hera, aunque lo cierto es que ello se debía mayormente a que la diosa lo consideraba demasiado insignificante como para molestarse con él. No era como si al hijo de Hades le importara, aunque eso no quería decir que no tuviera relaciones tensas con otros dioses.

Eros no era un dios mayor, pero, como cualquiera que hubiera sufrido en materias del corazón sabía, el sufrimiento provocado por el amor llegaba a ser de los más poderosos.

Ahora, el hijo de Afrodita no se caracterizaba por olvidar con facilidad, y dado que había tenido problemas con Nico di Angelo, el semidiós tenía razones para creer, casi temer, que el dios del amor le causara más inconvenientes en un futuro.

Esa hipótesis se vio confirmada cuando el hijo de Hades empezó a sentirse atraído por un cierto hijo de Apolo, antiguo amante del sirviente de Eros, Céfiro.

En instancia, y aunque Nico afirmara lo contrario, era importante destacar que la labor de Eros dentro de la mitología no era realmente lanzar la flecha que te haría encontrar al amor de tu vida, sino que sus flechas estaban destinadas para aquellos cuyo amor no sería correspondido, por lo que Eros en sí no había estado haciendo más que su trabajo cuando lo había hecho enamorarse de Percy, si bien eso no hacía que el semidiós griego le guardara menos rencor cuando pensaba en ese desatinado amorío suyo*.

Quizás fue meramente para demostrarle al muchacho que había cosas en la vida que debíamos hacer aunque no nos gustaran que Eros acudió a su hermano Anteros ―dios del amor correspondido― y le pidió que le ofreciera la verdadera felicidad a eso niño a quien él, Eros, ya había atormentado lo suficiente sin quererlo.

Porque, honestamente, los dioses no sólo buscaban hacerle la vida miserable a los mestizos y, en varias ocasiones, incluso se ofrecían a tenderles una mano, pues dependían de los semidioses tanto como los mestizos de ellos. En verdad, no todos los dioses eran tan egocéntricos.

―*―*―

Si había algo que llamaba la atención cuando se trataba de los sacrificios que se ofrendaban a los dioses, eso sin duda era el hecho de que, cuando se pedía un favor especial no se sacrificaba algo que le gustara a ese dios en particular, es decir, no algo que ya estuviera especificado y a lo que cualquiera que deseara un favor tuviera que atenerse ―o bueno, ya no se hacía, pues las costumbres de la antigüedad eran distintas―, sino que se exigía que fuera algo con un valor especial para la persona que lo estaba ofreciendo en sacrificio.

Dudas existencialesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora