Capítulo 3 "Noches"

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El líder cada vez estaba más tenso. A medida que los pasos se acercaban a su família, el corazón bombeaba más sangre y sus latidos se aceleraban. Tenía un instinto de protección, y no dudaría ni un solo segundo en dar su vida a favor de ellos.

Catherine permanecía quieta y casi que no respiraba. Temía que cualquier movimiento delatara su ubicación y eso ocasionara problemas. Para suerte de todos, el sujeto se alejó al creer que nada había atras de esos arboles. La familia volvió a su actitud normal y el pequeño Todd se pudo relajar en los brazos de la joven.

Cosas así solían pasar de vez en cuando. Ella se proponía estar preparada para cada una, para su propia seguridad y la de los demas.

El sol parecía querer ocultarse. Si por ella fuera, se hubiera quedado. Amaba ver los hábitos nocturnos de esos animales. Pero sabía bien que no podía. Sus padres se preocuparían, la buscaría el ejercito entero y la descubririan, cosa que no tenía planeada.

Se levantó de en medio de todos ellos y caminó, dejando al pequeño al lado de su supuesta madre postiza. Quería llegar antes del anochecer, asi que apresuró su paso.

La tarde estaba hermosa, el sol caía dejando sólo leves rayos tibios en la tierra y piel de Catherine. Los pájaros retornaban al bosque que ella había dejado atrás, cruzando las praderas. Estaba contenta, se sentía renovada cada vez que los visitaba y pasaba tiempo aprendiendo de sus nobles instintos. Recordó una canción y comenzó a cantarla armoniosamente.

Amigo mío, fiel compañero
Recorres la hierva sin temor
Dejando tu rastro con esplendor
¿Adónde vas? Ven aquí.
No te vallas, quédate junto a mí...

La nieve se va con prisa
Las hojas se caen del arbol que las vio nacer
¿Tú también lo harás? Ven aquí.
No me hagas sufrir...

La muchacha tenía una voz privilegiada. Las muchas clases de canto y miles de eventos que había tenido, la habían capacitado para deleitar los más exigentes oídos.

El cantar parecía perderse en el aire, al parecer parecía morir con el contacto del aire veraniego. Pero no, no se perdía tan fácilmente. Un joven que cabalgaba junto a su arco y flechas, escuchó la hermosa melodía y se detuvo para poder distinguir de donde provenía.

No te alejes, por favor
Sabes bien, como estoy
No podré, la luna ver
Si te vas, la oscuridad me abrazara.

-¿Escuchaste eso, Marcopolo?-preguntó el chico a su caballo blanco-Es hermoso.

La nieve se va con prisa
Las hojas se caen del árbol que las vio nacer
¿Tú también lo haras? Ven aquí.
No me hagas sufrir...

-La voz es demasiado perfecta, no puede ser verdad...tal vez es una ninfa de los bosques-sonrió a la vez que veía a su corcel levantar polvo con su pata delantera-Si que existen, no seas aburrido.

Al seguir escuchando, quiso seguir el sonido para ver de dónde provenía. Comenzó a cabalgar rápidamente. Pero para su mala suerte, Catherine dejó de cantar y la guía para encontrar su deleite ya no estaba. Podría haber sido una buena historia que contar.

...

Cuando llegó a casa, las explicaciones debieron venir a su mente rápidamente. Todos se hallaban en el gran salón, y al verla, notaron que ni más ni menos, estaba en ropas interiores.

-¿¡Qué te paso?! ¿¡Qué te hicieron?!-gritó el padre corriendo hacia su confundida hija.

Claro, Cat había olvidado por completo ponerse nuevamente su vestido, dejándolo esparcido por las praderas. No quería imaginar que pasaría si lo encontraba cualquier otra persona, prefirió no pensar.

-Estuve nadando-contestó-Olvidé mi vestido en el estanque.

-¡¿Cómo?! ¡El agua debe estar llena de gérmenes!-su madre seguramente estaba por sufrir un ataque de nervios, al saber que su hija, teniendo tantos estanques limpios en sus tierras  se metía en otros del exterior.

-¿Quién ha dicho que fui a uno del bosque, madre?-cuestionó.

La reina Juliet enarco una ceja, sabiendo que su hija creía que era tonta. Había mandado guardias a caballo para que la buscaran en todas las inmediaciones, y no había nada. Claramente, le estaba mintiendo.

-No mientas, Catherine, no digas que estabas aquí porque los gurdias no te encontraron.

-¿Quién dijo que halla negado estar afuera?

Los juegos de palabras solían confundirla. Su hija era inteligente y sabía bien como reaccionar cuando la situación lo ameritaba.

-No hagas eso conmigo.

La chica contuvo una risita por lo chistoso que le parecía exasperar a su madre. Para las demas personas, la princesa era algún ser perfecto que no cometía errores, casi que no poseía sentimientos. En cambio, sus padres sabían que era una chica como todas. Centrada, pero divertida y cariñosa siempre que podía.

-Fui a un estanque del bosque, dicen que tiene sustancias curativas, entonces quise probar-explicó encogiendose de hombros.

Caminando velozmente apareció Richard en el salón. Al ver a la castaña, corrió hacia ella y la tomó por los hombros posesivamente.

-¡¿Qué te he dicho de irte sin avisar?! ¡Se suponía que dormías!-gritó sacudiendola.

La joven permaneció sin muecas en su rostro. Ni siquiera lo miró a los ojos.

-¡Contestame!

Su padre avanzó hasta donde estaba el enfurecido Richard y lo tomó por la camisa, arrancandolo de su hija. El chico, pareció notar que su forma de actuar no fue muy decente y carraspeo nervioso acomodandose el traje.

-No vuelvas a tocarla-gruño el rey a su futuro yerno.

-Lo siento, estaba muy preocupado, nunca le haría daño.

》Si supieras《 Ella sabía bien que mentía, pero nunca tuvo el valor de contar nada de lo que pasaba en su revoltosa y extraña relación.

Su padre lo miró con desconfianza toda la noche. Aunque Catherine sabía bien que a la mañana siguiente, él olvidaría todo lo ocurrido.

Cuando la cansada chica subió para su habitación, ya todo estaba ambientado para que pudiera dormir y conciliar un profundo sueño. Las luces estaban bajas, había velas con fragancias encendidas y en el baño, la bañera con agua caliente parecía esperar para relajarla.

Ella había ordenado que no necesitaría ayuda para bañarse nunca más. Odiaba que le pasaran esa áspera esponja por el cuerpo. Prefería tener privacidad alguna vez en su vida.

Ya limpia, aunque estaba cansada, corrió hasta el balcón y centró sus oidos en los sonidos del ambiente. Sonrió complaciente al escuchar los aullidos inconfundibles de los lobos que amaba.

Aullo de manera auténtica y única, como si de su garganta surgiera algo especial.

-Buenas noches, chicos-susurró.

...

Este capitulo demostro varias cosas. Conocimos un lado oscuro de Richard. No aparenta ser lo que es.

Gracias por todo :3♥

Bailando con lobos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora