Capítulo 17

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Cuando su novio le dijo que le quería invitar a cenar, pensó que volvería a pedir comida china y cenarían en aquel amplio penthouse y terminarían teniendo más que palabras después de la cena.

Por eso no se esperaba para nada que Hyukjae lo hiciera bajar con él al garaje y finalmente acabar en un restaurante bastante caro, donde uno de los platos costaba lo que él ingería por semana. Jamás pensó verse ahí, pero el pelinegro era realmente rico y podía permitírselo. Por un momento se sintió inferior y mal, hasta que Hyukjae lo miró fijamente y le sonrió con ternura, moviendo la mano por la mesa hasta tomar la suya.

- Vine aquí una vez para una cena de negocios con mi padre y accionistas, por eso quería traerte. La carne es deliciosa. -Le susurró.

- Pero.. Hyukkie.. es un poco caro... Sabes que a mí no me importa comer algo de comida rápida o...

- Escúchame, sé que es caro pero yo quiero invitarte, ¿vale? Déjame mimarte hoy al menos. Han sido unos días difíciles para ti y quiero que por hoy te sientas como todo un príncipe que come delicias y le sirven. Solo hoy... -La voz de Hyukjae era suplicante y le miraba de la misma forma mientras entrelazaba dus dedos por encima de la mesa.

- Para ti también ha sido duro... -El castaño le miró con un puchero y el mayor supo que había ganado.

Como Donghae no sabía qué pedir en aquella carta, fue él quien ordenó la comida de los dos. Tenían que ser algo discretos para no alertar al resto de personas que estaban en el restaurante pero a Hyukjae le costaba bastante. Su novio le había dicho que lo amaba, y suponía que se había enamorado tanto como él en los pequeños momentos que habían vivido fuera de la oficina o incluso en los que vivían en ella.

Él amaba la inocencia de Donghae, la forma en la que daba lo mejor de sí para probar que podía desempeñar el trabajo tan bien como haría otro. Amaba que cuando alguien demostraba interés en él, el otro sacara su lado arisco, pero nunca contra él, como hacían muchas otras parejas. Amaba su sentido de la profesionalidad y el trabajo, y también cómo no dejaba que nadie le mirara por encima del hombre. Siempre había deseado alguien así para él, una persona con quien jugar, reír, disfrutar de los momentos juntos y que sobretodo mirara por su vida, más de lo que lo hacia por la de Hyukjae.

Desde el principio sabía que Donghae era una buena persona, algo tímido, pero siempre intentando buscar el valor para dar lo mejor de sí. Por eso no era raro que en seguida se sintiera atraído por él y no solo por su apariencia física.

- ¿En qué piensas? -Fue su voz quién le sacó de la burbuja que eran sus pensamientos.

- ¿Uhm? Oh, nada, solo en que estás muy guapo hoy. Lo estás siempre, pero es como si hoy... no sé, no puedo dejar de mirarte. -Susurró besando dos de sus dedos para llevarlos a la palma del menor, dándole el único beso que le podía dar en público.

- No seas tonto, estoy como siempre. Eres tú que estás en otro mundo y no te das cuenta. -La risa de Donghae se escuchó por unos segundos antes de que le tomara la mano con cuidado.

- Te amo, Hae-yah...

- Yo también te amo, Hyukkie.

Unas horas más tarde se fundían en un solo ser en la casa de Donghae. Su cama era mucho más pequeña que la del mayor, pero eso no le importaba a ninguno de los dos. No cuando el castaño estaba entre las piernas del mayor y se besaban con ganas, gimiendo el placer que sentían en la boca del otro. Era como tocar el cielo con los dedos, como abandonar su cuerpo para dejar de sentir lo que estaba alrededor y solo sentir al otro, lo único que existía en ese momento para ellos.

El orgasmo los golpeó tan fuerte a ambos que casi ni se dieron cuenta de cómo se quedaron dormidos, desnudos y abrazados.

- Donghae-ah, mamá dice que...

Shibari 「EunHae」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora