Aún no se acostumbraba a estar completamente depilado. Uno de los requisitos del otro: nada de pelos en el cuerpo, como también le había sugerido no cortarse el pelo. Él le había dicho que en ese caso él también debía depilarse y el mayor accedió.
La cita en la clínica de depilación con láser no había sido del todo incómoda, le habían confundido con un ciclista y no le habían preguntado el porqué de la exhaustiva depilación. Hasta que tocó hacerlo en su entrepierna. Ahí sí le miraron bastante raro pero al menos no preguntaron nada.
Aparte de la vergüenza, la cosa molestaba lo suyo y el picor que le siguió durante varias horas le hacia casi imposible mantenerse dentro de la ropa. Su jefe se habría reído de no estar en las mismas condiciones que él y cuando fue a su despacho le hizo gracia verlo con las piernas abierta para intentar no molestar más la zona. Al menos no era el único sufriendo.
Sabía que vendrían más peticiones. A veces se preguntaba si su jefe adoraba algún olor en especial, ¿querría que usara alguna fragancia en particular? Luego se acordaba de lo que leyó sobre el collar. No habían hablado de eso en su contrato, ¿querría el mayor que usara uno y fuera su mascota o algo parecido?
Lanzó un suspiro al aire, mordisqueando la tapa de su bolígrafo con algo de nerviosismo. Había tantas cosas que no sabía del otro hombre y sin embargo se había aventurado a vivir ese tipo de historia con él. No se arrepentía, pero sí estaba nervioso. Sobretodo porque aún no había perdido la virginidad.
Dejó escapar un leve suspiro de alivio cuando la mujer que había ido a hablar con su jefe salía de ahí con cara de pocos amigos.
Sabía que la tipa había ido con la intención de ligarse a su jefe, o solo insinuarse para conseguir algo. Había visto cómo antes de entrar se había abierto un par de botones de la camisa para tener más escote. Lo que no sabía la mujer era que el señor Lee no podía estar con nadie. Nadie que no fuera su secretario.
Se mordió el labio inferior para evitar sonreír ampliamente. No tenían una relación romántica pero eran exclusivos. Su jefe le pertenecía en cierto modo y eso le hacia demasiado feliz.
- Donghae, ¿me puedes preparar un café, por favor? -Escuchó la voz de su jefe desde la puerta. Sonaba cansado y también algo molesto.
- Claro, señor Lee. Ahora mismo. -Le miró durante un segundo mientras se levantaba antes de darle la espalda para buscar el café.
No lo veía, pero por el suspiro, ahora soñador del mayor supo que le seguía mirando, y probablemente su vista estaba clavada en cierta parte de su anatomía. Benditos pantalones de vestir y lo bien que le quedaban.
Habían sido días tranquilos, suponía que el moreno solo pretendía darle tiempo
por si se echaba para atrás, pero lo que no sabía es que en cierto modo él deseaba que el momento llegara. Quería probarlo y saber si estaba hecho para eso o debía limitarse a tener sexo vainilla toda la vida.Era sábado, habían firmado el contrato el martes después de recibir los resultados y en cierto modo creía saber el porqué su jefe no había mencionado nada sobre comenzar a poner en práctica sus deseos. Se despedían de forma cordial cada vez que terminaban de trabajar y cada uno tomaba su camino. El mayor bajaba hacia el aparcamiento en busca de su coche mientras que Donghae iba coger su línea de tren, atestado de personas que como él, iban a sus casas después de la jornada laboral.
Ese día, sin embargo, el alto salió de su despacho y cuando volvió traía dos cafés, dejando uno en la mesa de Donghae, lo que le hizo alzar la cabeza con sorpresa para acabar dedicándole una sonrisa de agradecimiento.
- Cuando salgas, camina hasta la siguiente calle y espera junto a la pastelería que debe estar cerrada.
Le susurró su jefe antes de irse, entrando a su despacho sin esperar siquiera la respuesta de Donghae. Aunque él no podía darla, sentía su estómago apretarse con anticipación y nervios. ¿Qué querría que hicieran? Intentó relajarse. Faltaba una hora para que pudieran salir del trabajo y no quería pasarla en el baño vomitando por los nervios. Si perdía la virginidad esa noche, lo haría sin más. Tenía ya veintidos años. Se había pasado toda su adolescencia con la nariz metida en libros porque necesitaba sacar notas perfectas y conseguir las ayudas para seguir estudiando.
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Shibari 「EunHae」
Fanfiction¿Qué harías si el hombre que te atrae te propusiera entrar a un mundo que desconoces? ¿Y si ese hombre fuera tu jefe? Cuando la atracción pasa a ser amor y no sabes hasta qué punto estás contra las cuerdas, los secretos deben ser bien guardados para...