Capítulo 15

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Tan pronto como habían llegado al penthouse de Hyukjae, Donghae le había pedido con sus mejores ojos de cachorro que jugaran. El mayor prefería hacerle el amor a Donghae, porque sabía que aún con el cariño de sus padres, las palabras que había dicho su ex le habían dañado bastante. Pero el pequeño había insistido e insistido hasta que su novio había aceptado.

Y ahí estaba ahora, sus manos atadas tras su espalda, la cabeza inclinada hacia atrás mientras Hyukjae detrás de él sostenía un látigo con varias tiras que previamente le había mostrado para que el pequeño supiera a lo que se enfrentaba y si quería decir algo. Era el sumiso, pero si no se sentía cómodo tenía todo el derecho y el deber de decirlo.

El primer azote dio en su espalda, al que le siguieron los hombros, los brazos e incluso el mayor consiguió darle en el culo con una maestría que le puso los pelos de punta.

- ¿Estás bien, Hae? -Susurró Hyukjae mientras le acariciaba la espalda con los extremos del látigo, dándole un momento para respirar.

- Sí, Hyuk. -Respondió en seguida, manteniendo sus ojos cerrados.

Y es que aunque los azotes escocieran un poco (sabía que Hyukjae no le estaba azotando con toda su fuerza), había algo en ellos que le gustaba. Quizás el calor que dejaba en su piel, o las caricias que su novio le daba después. Pero le gustaba.

Hyukjae no podía más que mirar lo que tenía delante. Algunas líneas rojas comenzaban a hacer acto de presencia donde el látigo había dado, y sobre todo, el rostro de placer que Donghae mantenía en todo momento. Al principio, cuando le vio derramar lágrimas pensó que le dolía pero no quería decir nada, aunque al ver sus muecas de placer descubrió que no, que su pequeño sumiso estaba disfrutando de cada uno de aquellos azotes. Incluso se las ingenió para que los extremos consiguieran dar en cada lado de su culo con un solo azote, y el gemido que recibió como respuesta fue lo más hermoso que pudo escuchar.

- No eres la puta del jefe... -Le susurró en el oído antes de azotar su espalda una vez más.- Eres su novio y amante. Su igual, ¿lo sabes? -Preguntó con voz bastante dulce.

-Lo sé, Hyuk. -Donghae respondió en un gemido.

El pelinegro no tardó en tomarle suavemente de los hombros para hacer que se levantara, guiándole luego hacia la cama donde le hizo arrodillarse con delicadeza.

- Espera aquí.

Y con eso, Hyukjae desapareció tras las puertas de su armario, volviendo poco después con algo azul entre las manos. Se acercó a él para mostrárselo. Un vibrador, pudo observar Donghae antes de mirar a su novio con curiosidad porque se imaginaba lo que pretendía pero no lo sabía exactamente.

Hyukjae le desató las manos de forma cuidadosa y luego de asegurarse de que éstas no tenían ningún problema, le indicó que se acostara en la cama boca arriba, cosa que Donghae aceptó encantado.

- Eres muy buen chico. -Susurró al volverle a atar las manos pero ésta vez sobre su cabeza.- No las muevas.

Fue una orden y él la cumplió, solo mirando como Hyukjae lubricaba el vibrador azul lentamente. Habían tenido sexo varias veces ese mismo día así que él estaba perfectamente dilatado y era algo que ambos sabían a la perfección. Separó las piernas lentamente, de forma tentadora, y se guardó la sonrisa cuando vio el bulto que formaban los pantalones del mayor. Aunque éste no le dio demasiada tregua porque pronto le estaba penetrando con aquel objeto, encendiéndolo cuando estaba satisfecho.

Los suspiros comenzaron a salir de la boca de Donghae unos tras otros, hasta que se convirtieron en gemidos por como aquella cosa rotaba dentro de él. Nunca había pensado que usaría uno, aunque al empezar su relación con Hyukjae se lo tuvo que haber imaginado. Al menos el vibrador era algo que le causaba puro placer y estaba seguro de que alcanzaría su orgasmo pronto.

Shibari 「EunHae」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora