La venganza.

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¡Y demonios! No podía creer lo que mis ojos estaban apreciando.

A lo lejos había un hombre mirándome fijamente. No podía reparar ni distinguir bien sus facciones, pero sí todo su cuerpo que estaba dirigido hacia mí, inmóvil. Y por más que interpretara su rostro, me era imposible de llegar a una clara conclusión. Con dificultad se le notaba el contorno de su cuerpo, estaba justo en la sombra, y en esas condiciones era complicado analizarlo con detenimiento.

Con torpeza me levanté e inicié a correr dirección contraria a él. Tenía tanto miedo que me costaba pensar con rigor.

Al sentirme segura en mi "escondite" —el cual fue hacerme detrás un árbol rodeado de varios arbustos—, opté mirar donde anteriormente estaba esa persona, y para mi desconcierto, no estaba.

Eso me angustió, pero a la vez me tranquilizó, y mis pensamientos me ayudaron a eso. Sólo pasaba por mi mente que estaba imaginando cosas, y que esto era sólo un invento de mi malévola cabeza. Así que, gracias a esas ideas, me fui restableciendo.

Pero no, mi vida no era color rosa; y mi felicidad era tan efímera, tan fugaz que a duras penas me daba cuenta que ésta existía en mi vida. Cuando me calmé y comencé a caminar hacia la salida del instituto, sentí una presencia cerca de mi cuerpo, sentí que me acosaban, me perseguían, me asechaban. Observé avivadamente hacia atrás, y no había nadie...

Absolutamente nadie.

Aceleré el paso por prevenir, y de nuevo me sentí extraña, discernía y estaba totalmente segura que no estaba sola, nunca mi "sexto sentido" me había decepcionado; y aunque suplicaba que esta vez lo hiciese, mis otros sentidos estaban tan despiertos como mi adrenalina que desmentían mis ruegos.

Todavía no estaba ni a mitad del camino cuando de repente se escuchó un estruendo. Alguien estaba aquí conmigo, seguro me estaba cazando y sin querer se tropezó y dejó desplomar algo.

Aproveché la incidencia y me escondí en una de las aulas. Cerré la puerta con seguro, y aguardé.

Estaba analizando todo lo que existía en el salón. A lo alto de una de las paredes encontré una pequeña y estrecha ventana. Sin recapacitarlo me acerqué para poderme escabullir por ahí.

Cuando la iba a abrir... estaba cerrada.

«¿Por qué la desdicha me hostiga?».

No hubo otra alternativa que salir por la única puerta.

«Inmensamente inteligente de mi parte».

Odiaba que en situaciones como éstas —donde no sabía si todo iba a salir bien o no—, tomara decisiones improcedentes.

Entonces con toda la valentía del mundo, salí del aula y comencé a correr con todas mis energías hacia la salida del instituto.

Llegué tanteadamente en dos minutos. Cuando estaba abriendo la puerta —para mi sorpresa—, me cayó encima agua de un recipiente que estaba apoyado en el mismo portón.

Me sentí confundida. Reparé con mi mirada todo el lugar; cuando mis ojos estaban puestos sobre mi hombro izquierdo se hallaban mis amigas... junto con John.

Ahí comprendí que había sido una broma, y que toda esa angustia que experimenté hace pocos instantes había quedado grabada para siempre en la memoria de mis queridísimos amigos.

—¡Malditos! Casi me matan de un susto —manifesté escurriendo el agua de mi blusa.

—Ya Emmy, fue sólo una broma —carcajeó Betty pasándome una toalla.

Los demás estaban, literalmente, a punto de morir de la risa.

—¿Si? —expresé sarcástica—. ¿Acaso les parece muy gracioso ésto cuando no estoy pasando por una buena etapa, encontrándome alterada, en todo el sentido de la palabra? —Bramé furiosa. En ese preciso intervalo sentí como mis cachetes se ruborizaban.

Todos se quedaron callados y bajaron la cabeza, estaban avergonzados; fue ahí que entendieron que había sido mala idea todo ese "show".

Con espanto me empezó a doler el torso. No era capaz de respirar debidamente. Sin control alguno fui cayendo a la calzada hasta quedar acostada en su totalidad.

Entre el malestar podía notar la expresión de angustia en el rostro de mis amigos. Se acercaron tan súbitamente que hasta me asustaron.

Y como si algo me estuviera torturando, tartamudeé:

—Ayuda, creo qu-que, que estoy te-te... teniendo un problema al co-corazón..

Cerré los ojos mientras salía una agonizante lágrima y a su vez, colocaba mi mano derecha en el pecho.

Posteriormente de unos segundos, únicamente podía escuchar lo que comentaban.

—¡Mierda! Yo les dije que no iba a ser buena idea, pero no... me dejé guiar de su estúpido plan creyendo que nada imprudente iba a pasar —confesó mi mejor amigo agitado, a punto de llorar.

—Ya basta, no es la circunstancia más oportuna para proferirle la culpa a nadie. Mejor llamemos una ambulancia urgente... ¡¿No ven que nuestra amiga está crítica?! ¡Se puede morir! —indicó Betty con preocupación.

Mi mejor amiga se había adelantado, ya había agarrado el móvil.

En su forma de marcar el teléfono se le notaba la desesperación; en especial cuando le gritaba a la persona que la estaba atendiendo, implorando que vinieran lo más rápido hacedero.

John empezó a sollozar. No dejaba de repetirse indivisamente que era un mal amigo y que, si yo perdía la vida, él no se lo iba a perdonar en absoluto.

Hubo un silencio.

No sobrellevé más mi fuerza de voluntad e insensible mi risa me fue consumiendo. Lográndose percibir por todo el sector.

No lo podían conceptuar, pero detallando mi disfrute comprendieron que esa había sido mi venganza.

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Holas, espero que como siempre les haya gustado el capítulo, ojalá le den estrellita ✨ y lo compartan con sus amigos y conocidos. ♥

Los aprecia mucho,

GLPR♥

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