—Cuídate —dijo.
—Tú igual, que te vaya bien. —Sonreí con desconsuelo.
Algo muy profundo y misterioso nos unía con mudez.
—Bueno, es hora de irnos, ¿no? —interfirió mi tío Óscar.
—Así es.
Recorrimos las carreteras de la ciudad sin musitar ruido alguno, él no me hablaba y yo tampoco, pero así estábamos bien, no quería conversar con nadie.
Me sentía en trance recordando mi pasado, pensando en mi presente y preguntándome cómo sería mi futuro. Deseaba alejarme de los problemas, quería estabilidad, ¿era tan difícil obtenerla?
Y sí, esa era la respuesta...
Era muy difícil. Tan difícil que solo ambicionaba dormir en los brazos de mi madre mientras me abrigaba con su gran amor. Ese era el verdadero amor.
•
Media hora más tarde de travesía resultamos en mi indefinido nuevo hogar.
Confronté el terreno el cual me inspiró a creer que era el paraíso. Una casa grande, de dos pisos, alejada de la ruidosa ciudad y rodeada de hermosos y grandes árboles me envolvían, en especial, que a lo lejos se podía apreciar una corriente de dulce agua.
—Es lindo el lugar, ¿no lo crees?
—La verdad, sí. La armonía que ciñe este lugar es sorprendente. ¿Será que podemos entrar?
—Claro. En tu cuarto podrás ver la nueva ropa que te compré, espero que te guste.
—Gracias, no tenías porqué molestarte —confesé entrando a la vivienda.
La residencia me dejaba afónica cada vez que descubría algo nuevo de ésta, como su cocina: amplia y acogedora. Su sala de estar: cómoda y placentera. Lo mismo sucedió arriba con sus dos habitaciones y su baño salido de un spa.
Sin pedir permiso entré a mi inédita habitación. La maleta con la ropa de la que él me habló estaba sobre la cama.
Chismoseé su contenido. Había coloridas blusas, ropa interior, y... ¿Faldas?, ¿Dónde estaban los jeans, pescadores y shorts?
—¿Y qué tal? —expresó recostado en el marco de la puerta sobresaltándome.
—Perdón, pero no me gusta esta clase de vestuario —me sinceré.
—Lo-lo siento, pensé que te agradaría. No te vayas a enojar conmigo; es la ropa de moda, e imaginé que era tu estilo.
Suspiré.
—Bueno, no importa. Ya me acostumbraré.
De seguro mi "papá" le aconsejó que me comprara esas prendas, como si él supiera algo sobre mí. Supongo que a duras penas sabrá que me llamo Emmy.
—¿Pasa algo? —preguntó.
—No es nada grave. Me siento mal, me duele la cabeza —engañé.
—Me hubieras dicho antes. Iré abajo por unas pastillas, ¿bueno?
Asentí. Pero mi plan era otro: Dormir.
•
4:56am.
Un ruido proveniente de la sala me había despertado.
«¿Qué podrá ser?» —medité sin ganas de levantarme.
Algo hecho de vidrio cayó al suelo.
«¡¿Qué está pasando?!»
Y a pesar de la somnolencia me paré a indagar.
—¡Tío! ¡Tío!
Ninguna respuesta.
Bajé las escaleras con cuidado, tenía que ser minuciosa.
Una sombra se reflejaba al fondo de la cocina, ésta se movía inquieta.
—Óscar, ¿eres tú? —cuestioné al prender las luces.
Y sí, exactamente era él; dándome la espalda, arrodillado. Al acercarme pude notar que estaba borracho. Y lo que sonó ahora era una botella de whisky que se había caído desde el borde del comedor.
—Ven, cuidado te cortas.
—No importa —dijo tambaleándose—, ya nada importa.
—¿A qué te refieres? —pregunté bostezando.
—¡A que nada importa, mujer! ¿Sabes cuántas noches me ha pasado lo mismo? Miles, miles de noches. ¿Pero sabes qué hay sido diferente hoy? Que estoy acompañado, acompañado por una hermosa dama como tú.
—Es mejor que vayas a dor...
—Eres hermosa —confesó en un susurro—. Y no entiendo por qué tu padre te dejó. Con solo mirarte se arregla todo.
—En serio, vam...
—¡Qué no, chica! ¡Qué no quiero! —Bebió alcohol de su copa—. ¿Por qué una mujer tan linda y simpática como tú, estaría por aquí tan extraviada?
«Ya perdió la cordura por completo.»
—Responde, ¿por qué mujercita? ¿No te das cuenta que así indefensa, inocente, y con carácter es que me enloquecen las damas?
Reí.
—Basta tío, ya has tomado mucho por hoy, vamos a ir a dormir.
—Está bien. —Empezó a carcajear como psicópata.
Subimos al segundo piso y lo acosté en su cama, le quité los zapatos, y lo acobijé.
—Ojalá en la mañana estés mejor —supliqué.
—Claro, pero primero acércate. Quiero confesarte algo.
Coloqué mi inocente oreja cerca de su boca.
—¡Eres mía! —gritó con su voz normal.
Todo era un engaño.
—¡No! ¡Suéltame maldito! ¡Desgraciado! ¡Eres un morboso asqueroso!
Unas cuantas carcajadas salían de su esencia.
—¿De verdad pensaste que era un familiar tuyo? No me hagas reír —confesó mientras me agarraba con impulso las muñecas—. Así que me haces el favor y vas y te colocas alguna prenda que te compre, ¿me oíste?
Asentí con nerviosismo.
¿Por qué todo lo malo me sucedía a mí?
—¡Que vayas, dije! —concretó apuntando con un arma.
Corrí a mi habitación, quería escapar; pero él también era rápido, entrando conmigo. Presionada y con un río de lágrimas, fui colocándome aquella repugnante vestimenta.
Sin darme tiempo de decirle que estaba lista, arremetió contra mi cuerpo y fue aprovechándose de mí.
Esta vez no me pude librar.
Y mientras mi dignidad se percudía, mi interior al compás de las manecillas pensaba la razón transcendental de la vida, de mi vida.
«¿Por qué estaba en este mundo? ¿Cuál era mi propósito en el universo? ¿Era sufrir? O más bien... ¿Estar muerta en vida?».
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Sólo a DOS capítulos de que se acabe la historia :'( no es justo.
Espero que les haya gustado el capítulo. Hay mucha tensión :O
Como siempre espero algún voto, comentario, crítica constructiva o que lo compartan. :3
Los quiere,
GLPR. ❤
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No confíes. | En físico
Misterio / SuspensoGanadora de los premios #DreamersAwards y los #PremiosGemasPerdidas Emmy Hugsong está cansada de sufrir, de sentirse vacía, sola e incompleta. Lastimosamente la suerte no está con ella, sólo la pisotea. Y cuando pensaba que nada podía estar peor...