{Nathan en multimedia}
Entramos al edificio aparentando naturalidad y Silena se apoyó en el mostrador donde un humano aparentemente normal leía un periódico.
—Disculpe.
El tipo levantó la vista del artículo que estaba leyendo.
—¿Puedo ayudarlos?
—Así es —Marie le dedicó una sonrisa tímida—. Queremos ir al Olimpo.
—Se equivocan de lugar, niños —levantó la vista por encima de sus gafas—. Váyanse a perseguir globos o, aún mejor, a estudiar geografía.
—Mire señor, no estoy para bromitas —Nathan se adelantó y apoyó ambas manos en el mostrador con actitud amenazante—. O nos deja subir al maldito Olimpo o le mando al Tártaro de una patada, ¿queda claro?
El viejo calvo y de ojos apagados tragó saliva sonoramente y nos acompañó al ascensor. Nos dijo que entráramos y pulsó el botón del piso 600.
—Buena suerte —masculló antes de que las puestas se cerraran—. Van a necesitarla.
Todos nos removimos incómodos y yo, en un intento absurdo, traté de restaurar el ánimo entre el equipo.
—Cuando te lo propones das miedo, Nate.
El chico sonrió de forma torcida y todos terminamos riendo.
El ascenso al Olimpo me pareció eterno, sin embargo por fin llegamos a la cima de aquel interminable trayecto que era acompañado por la irritante musiquita del ascensor. Aunque a pesar de todo, puedo asegurar que aquello mereció la pena.
El lugar era hermoso y majestuoso. Los colores blancos y dorados primaban por casi todos los lugares, aunque el verde de los jardines dominaba todo aquel paisaje. Lo único fuera de lugar eran los colores de los tronos y las personas sentadas en ellos.
—¿Qué hacen estos muggles aquí? —Atenea nos señaló con desdén.
—Deberías dejar de leer tanto esos absurdos libros y comenzar a pelear —protestó Ares con aires de superioridad.
Me sorprendió la habilidad que tenían los Dioses para pelearse en menos de un minuto. Ares luchaba con argumentos pobres mientras que la diosa de la sabiduría le rebatía una y otra vez con sus elaboradas opiniones y razones.
—Abuelo, ¿podrías hacer algo? —cuestionó Silena apuntando a las dos deidades que estaban por hacer estallar una guerra.
—¡Silencio! —el grito gutural de Zeus hizo parar cualquier pequeña o gran discusión que hubiera.
Noté que Sammy se adelantaba con su particular energía interminable.
—¡Hola señores olímpicos! —sonrió de oreja a oreja—. Siempre quise decirles que...
Nathan y Silena tiraron de él en cuanto iba a continuar la frase. Supuse que era algo inadecuado y ofensivo, aunque sin querer, hacia los Dioses.
—Oigan, no voy a andarme con rodeos —exclamó Nate con un tono de voz que reflejaba un deseo ansioso de irse de aquel lugar—. Necesitamos su bendita ayuda.
Ares se alzó en su trono con un semblante amenazador.
—¿Por qué habríamos de ayudar? —gritó—. ¡Sin guerra yo no colaboraré!
Zeus le hizo callar y sentarse. A continuación Apolo se levantó con su típico aspecto de surfero, miró con simpatía a Nathan y frunció el ceño turbado. Algo parecía ir mal en sus pensamientos.
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Jackson, Owen Jackson
FanfictionSer un semidiós no es fácil, y menos si eres el hijo de dos de los semidioses más famosos de nuestra época. Como habrás podido sospechar por mi nombre, Owen Jackson, es que soy el hijo de los míticos Percy y Annabeth Jackson. No digo que no sea geni...