I. Owen

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{Owen en multimedia}

Mi nombre es Owen Jackson y hasta justo hoy mismo, pensaba que era un chico normal.

Todas las grandes historias de amor y aventuras comienzan con un héroe, un protagonista. En este caso, yo no soy ni el protagonista, y ni mucho menos el héroe.

Aquella mañana me sentía desganado y distraido. Mi mejor amigo, Jake Underwood, me había convencido de ir a una excursión que organizaba el colegio por el comienzo del verano. Iríamos a un pinar a las afueras de la ciudad.

—Owen, ¿me estabas escuchando? —sentí una mano moverse frente a mi cara.

Volví a la realidad para toparme con la cara molesta de mi mejor amigo. Él era moreno, de pelo castaño, ojos marrones, bajito y bastante delgado. También tenía una discapacidad en las piernas que le obligaba a ir en muletas y no hacer educación física.

—Lo siento —comenté incómodo.

Estaba incómodo porque sentía la mirada de la Señora Johnson sobre nosotros. Y no nos miraba precisamente con cariño.

—Mira a la Señora Johnson con discreción —susurré a mi amigo.

Como siempre que le dices a tu amigo que mire discretamente, él hace lo contrario. Jake se levantó de su asiento y la miró, luego se volvió a sentar muy nervioso.

—Está bien, Owen —inspiró nervioso—. Prométeme que vas a hacer lo que yo te diga sin rechistar ni hacer preguntas.

Una curiosidad sobre su cambio de humor me embargó, así que acepté.

—Lo prometo —asentí—. Pero...

—Escúchame bien —me interrumpió—. En cuanto bajemos del autobús corre, como si te persiguiera un perro con la rabia.

Reí ante la comparación, pero al instante guardé silencio al ver su expresión seria.

—¿Hacia dónde debo correr? —alcé una ceja—. ¿Y los profesores? ¿Qué pasa, Jake?

—Corre hacia la derecha, atravesando el bosque y rápido —indicó mirando de reojo a Johnson—. Los profesores no importan.

El autobús paró en seco, nos abrimos paso entre los adolescentes aglomerados en la puerta y eché a correr hacia donde mi amigo me había indicado.

—¿Pero qué...?

Quedé atónito al ver a mi mejor amigo corriendo a la par que yo, ¿sin muletas?

—¡Jake! —grité entrecortadamente—. ¡Serás mentiroso!

Estaba enfadado y confundido. Me había mentido con eso de su discapacidad. Sabía que odiaba educación física, pero ¿tanto?

—Ya te lo explicaré, Owen —suspiró—. Tú solo corre, maldita sea.

Un chillido agudo hizo que se me helara la sangre. No pude evitar girarme. Ojalá no lo hubiera hecho. Estaba presenciando a la Señora Johnson convertirse en... ¿una arpía de la Mitología Griega?

—¡Corre!

Esta vez no dudé, eché a correr como alma que lleva el diablo. Estaba aterrorizado y muy confundido. Sentía a la bestia cerca de nosotros. Tal vez demasiado. Un subidón de adrenalina me embargó de arriba a abajo haciendo que mi velocidad se incrementara más de lo que podría haber imaginado.

—¡Agáchate, sátiro!

Al instante Jake había tirado de mí hasta quedar boca abajo en el suelo.

—¡Evan!

Una muchacha de cabellera rubia pasó corriendo como una bala. Abrí la boca como un estúpido al ver que llevaba una espada dorada en la mano. Tenía un nombre grabado, pero no podía apreciarlo.

Jackson, Owen JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora