Capítulo 4

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¿Vivimos para trabajar o trabajamos para vivir? En esta sociedad mermada por el dinero, mermada por los altos costos, mermada por empresas de alto octanaje, no hemos tenido tiempo para responder a esa pregunta. Por supuesto que hay gente que ve a su trabajo como su vocación, como que nacieron para hacer eso y solamente eso.

En fin, trabajar es una actividad que, queramos o no todo debemos realizar en algún momento de nuestras vidas. Y lo usual o lo recomendado siempre será: haz lo que te gusta hacer. De lo contrario no sirve de nada desperdiciar el talento que tienes para algo, usándolo en otra cosa inútilmente.

Andrew Moore era un hombre inteligente. Sabía manejarse bien a sí mismo en situaciones de estrés o cansancio. Tenía un gran don al momento de ser ordenado y pulcro. Desde pequeño siempre supo qué ser. Siendo lo que él quería, lo que él quería estudiar, conseguiría ser "famoso" frente a los demás. Más que fama, respeto. Sin embargo, trabajar en un pequeño local haciendo café para cientos de personas no era digno de él, no era digno de su ingenio. Necesitaba trabajo y aquí estoy pensaba constantemente Andrew cuando le preguntaban qué hacía ahí si tenía una carrera.

Era otro día en el trabajo. Gente llegaba, gente se iba y el café se vendía. La campanita de la puerta sonaba y sonaba reiteradas veces. La caja registradora se abría y cerraba como de costumbre. Casi todas las mesas estaban llenas y se escuchaba un cuchicheo incontrolable. Para rematar, Rachel, una de las meseras del lugar, no había ido a trabajar.

-¡Dos tazas de café y dos croissants para la mesa dos! -exclamó Andrew detrás de la barra.

Nadie parecía ir.

-¡Dos tazas de café y dos croissants para la mesa dos! -iteró Andrew-. ¡Hey! Jack, ¿puedes ayudarme con esta? Rachel no vino.

-Estoy hasta el tope Andrew -dijo Jack, uno de los meseros.

-La llevaré yo y ya.

Andrew se quitó el delantal blanco con manchas negras que usaba mientras preparaba el café. Mancharse las manos con el café molido era de lo más usual para él. Empujó la pequeña puerta del mostrador y agarró la bandeja con la orden. Mientras iba a la mesa dos, pudo ver a dos hombres que, mientras fumaban, hablaban.

-Me parece una genial idea, algún día de estos deberíamos ir.

-¿Por qué no? Yo te llamaré cuando tenga todo listo. Por cierto, ¿oíste hablar de la Porn-Con?

-¿Porn-Con? -preguntó el hombre asombrado mientras se pegaba el cigarrillo a su boca de nuevo.

-Sí. Es una vaina así como la Comic-Con pero porno.

-¿La Comic-Con? ¿Lo de los ñoños y mierdas de esas?

-Exacto.

Andrew abrió los ojos con sorpresa. No sabía que hicieran todo un espectáculo como ese para el mundo de la pornografía. ¿Acaso no era algo "prohibido"? ¿No era mal visto por la sociedad? Veía porno desde que era un adolescente y nunca había escuchado hablar de tal evento.

-Buenas tardes, aquí tienen: dos café y un croissant para cada uno.

-Gracias -dijeron ambos hombres.

Andrew se dio la vuelta lentamente para continuar oyendo lo más que podía.

-Como te decía, cuando me lo contaron me pareció algo innovador. Pero al parecer ya tiene algunos años.

-¿Será pronto?

-Sí, la próxima semana.

Andrew tenía que regresar. Había una cola en frente al mostrador que esperaban café. De todas maneras una idea increíble se le había ocurrido con lo que había escuchado de aquellos hombres. Quizás era algo estúpido, pero sabía que Sam nunca le rechazaría una propuesta como la que Andrew le daría.

-Carajo... odio este trabajo -musitó para sí mismo luego de ver la cola de gente.

Finalmente, lo que Andrew había esperado desde que entró: se podía ir. Lo único que podía rescatar de las últimas horas trabajando, era la conversación de los dos señores que hablaban de la Porn-Con. Fue en lo único que pensó durante el día. Sabía que en la noche se encontraría con Sam en el Santuario para hablar como casi todas las noches. Estuvo pensando en lo que le diría y en la posible respuesta que Sam le daría.

Cogió su abrigo y salió de local. Fue al Santuario lo más rápido que pudo, saludó al guardia como siempre y fue hasta la barra de tragos. Giró la cabeza para ver si Sam ya había llegado y lo vio al final de la barra. Se levantó y fue con él.

-Jerry, ¿cómo estás? ¿Cómo va la vaina?

-Sr. Andrew, ¿cómo le va? ¿qué le sirvo?

-Un escocés por favor.

-Un escocés saliendo.

-¿Sam? -dijo Andrew mientras le daba la mano.

-Andrew, ¿Cómo está la vaina? ¿Todo bien? ¿El trabajo?

-Todo bien, y ¿tú?

-Bien vale.

-Aquí tiene -dijo Jerry mientras le daba el trago.

Andrew hizo señas y continuó hablando con Sam.

-Tengo que hablarte de una mierda que me pasó hoy en el trabajo.

-A ver -dijo Sam mientras tomaba de la cerveza que había pedido.

-¿Recuerdas a Rachel?

-¿La mesera de tu trabajo?

-Sí, esa misma.

-Claro vale, tú me la presentaste y todo.

-¿Ah sí?

-Sí vale, esa noche salimos y terminamos cogiendo en mi casa.

-A la mierda...

Andrew Moore era un hombre que, a pesar de aceptar el cambio que había tenido la humanidad en los últimos años, en las últimas décadas, no sentía que lo que se hacía fuese lo normal. Por supuesto que él también lo hacía. ¿Sexo casual de una noche con una persona que apenas conoces desde hace unas horas? Sí, claro. Pero eso no quería decir que estuviese bien. Ahora la gente tiene sexo para disfrutar de manera "individual". Algo así como que se cansaron de masturbarse, de ver películas pornográficas y cosas de ese estilo. Ahora tienen sexo con cualquiera para disfrutar algo que, aunque sea una cosa de dos, cuenta para su propio disfrute. Y es un tema tan normal en la actualidad, que es como: "¿Ah, ya lavaste la ropa? Sí. ¿Ah, ya te cogiste a Paula? Sí. ¿Mierda ya tuviste sexo con Carlos? Sí"... La triste realidad...

-Había un pedido que nadie podía llevar a la mesa así que fui yo. Cuando me acerqué había dos carajos hablando y escuché que la Porn-Con estaba pronto. ¿Alguna vez has ido a una? Yo ni sabía que esa vaina existía.

-Sí vale, no he ido a ninguna, pero sí sabía que existían. Es una vaina así como la Comic-con pero sin ñoños y con tetas -dijo Sam mientras reía.

-Sería interesante ir, ¿no te parece? -preguntó Andrew.

-No me digas que esto tiene ver con la actriz porno de la que me hablaste hoy.

-¿Qué? No vale. Sólo que pensé que sería como ver porno en vivo.

-Puede ser...

Andrew y Sam se quedaron una hora más mientras hablaban de cosas del trabajo. Estuvieron así un par de horas, pero en realidad Andrew solamente pensaba en una cosa: la Porn-Con. Sabía que si iba podía ver a Claire Reed. Claro que no sabía que hacer una vez que la viera, pero un paso a la vez. Decidieron irse cada uno por su cuenta. Andrew de tanto pensar en Claire, decidió buscarla de nuevo, pero esta vez, con otro propósito.

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