Después de haber estado en el Santuario durante hora y media hablando con Sam acerca de lo que podía ser una idea muy estúpida o bien, una gran idea, Andrew Moore estaba en la parte trasera de un taxi a punto de llegar a su casa. Le invadían cientos de palabras, cientos de pensamientos. ¿Cómo voy a empezar el correo? Es una actriz porno. No sería como el email que le envías a un familiar o a un amigo, menos a una empresa. Debía ser concreto, ser específico.
Se bajó del taxi, le pagó al conductor y subió rápido a su departamento. Cogió una pequeña barra de chocolate del gabinete de galletas de su cocina y se fue a su cuarto. Después de cambiarse de ropa y casi listo para ir a dormir, prendió la laptop y buscó el correo de Claire en Google. Abrió su email y le dio al link de nuevo correo.
-Es un poco extraño intentar pensar qué le puedo decir a Claire sin sonar como otro del montón. Es decir, a ella le deben de llegar cientos de correos al mes. ¿Por qué ha de leer el mío?
Mordió un trozo considerable de la barra de chocolate y después de frotarse los ojos, comenzó a pensar en alguna manera de iniciar el correo.
-Bien... seré concreto y simple. De todas maneras son escasas mis posibilidades de que me responda. Ok...
Andrew comenzó a mover sus dedos lentamente como si fuesen pequeños tentáculos intentando conseguir inspiración de alguna manera. A pesar de su basta negatividad, creía en alguna pequeña, pero no insignificante, posibilidad de que ella respondiera. Algo que había aprendido en la universidad: "El porcentaje de una posibilidad puede ser una muy muy pequeña cantidad, pero una pequeña cantidad, no es cero" decían siempre sus profesores en clases.
-Buenas noches... Mi nombre es... Andrew Moore. Pensará usted que yo soy otro admirador como el montón... -decía Andrew en voz alta al mismo ritmo del que escribía-. Pero no es así. Quisiera saber... si usted y yo... nos... pudiéramos encontrar... para... hablar y poder conocerla en persona. Sin nada más que agregar... que pase un buen día.
Andrew releyó el mensaje y sin pensárselo de nuevo, lo envió.
-Carajo... ¿qué hice? -se preguntó Andrew mientras volteaba los ojos.
Tenía una sensación poco grata de lo que acababa de hacer. Le parecía algo muy poco pensado bien. Fue un pensamiento del momento impulsado por la conversación que había tenido con Sam esa misma noche. Actuar por actuar. Actuar por el hecho de estar inducido por algún sentimiento en específico que nos impulse a hacer dicha acción, no siempre funciona de la mejor manera. Gritarle a alguien por estar molesto, terminar con tu pareja por una discusión, decirle a alguien "te amo" sólo por haber tenido un gran día en compañía de ese alguien eran las típicas situaciones en las que tus emociones te inmiscuían. Andrew sabía de ello. Casi nunca actuaba con el corazón, siempre con su mente primero.
-De verdad que soy un pendejo de primera... pude haber olvidado el tema y ya. Continuar con mi vida. Pude simplemente seguir y... -dijo entrecortado Andrew porque era interrumpido por un pequeño pitido proveniente de la laptop.
Miró a su computadora y vio que le había llegado un correo nuevo. Claire Reed le había respondido.
-Mierda... ¡Mierda! Me respondió. Increíble.
Quiso llamar a Sam para contarle pero vio que ya era un poco tarde. Quizás Sam no estuviese durmiendo pero sabía que no querría hablar. Se calmó y leyó el correo.
Buenas noches Señor Moore. Como sabrá ya, mi nombre es Claire Reed. No tengo problema en que nos reunamos pronto. Si es tan amable, deje su número al final del correo y mi agente lo llamará. Y lo siento si he sido muy formal en el correo, créame que en persona no soy la misma... ¡Hasta pronto!
Andrew se recostó en su cama y colocó la laptop a un lado. Quería pensar en lo que estaba sucediendo: sí se encontraría con Claire Reed, le había respondido. Pero sobretodo, el final: "créame que en persona no soy la misma...". Le pareció una especie de mensaje doble sentido, teniendo en mente su trabajo. Abrió las sábanas y se acostó sin pensárselo dos veces.
-Esto será interesante... -dijo Andrew antes de cerrar sus ojos y sin saber qué era lo que realmente pasaría.
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