Capítulo 2

16 0 0
                                    

Solemos discutir con otros acerca de qué sería mejor: ¿tener una casa o un departamento en un edificio? Argumentos y argumentos podrán salir a favor y en contra de cada opinión. Y no sólo eso de eso se hablará, el tamaño es otro factor importante. Puede ser tan pequeña como grande. Tan llena de cosas necesarias como de tonterías para la lujuriosa vista de algunos.

Andrew Moore tenía un departamento pequeño aunque muy acogedor. Los sillones de su sala tenían la fama de ser los más cómodos de la ciudad. Cada persona, familiar o amigo que había ido a su casa, disfrutaba en exceso del cuero color negro de los muebles. La alfombra gris clara daba una sensación de estar parado en otro mundo.

Abrió la puerta y soltó las llaves en el cenicero que él utilizaba para colocarlas. Eso y monedas. Lanzó su abrigo al mueble y se desabotonó los dos primeros botones de la camisa. Fue a la nevera y agarró una pera, la lavó y comenzó a comerla. Prendió la luz de su cuarto y vio el gran edredón color azul oscuro con pequeños detalles blancos. Le recordaba al mar de noche. Abrió la llave de la ducha y se quitó la ropa mientras esperaba que el agua se calentara. Una vez que estuvo adentro comenzó a pensar en las ocasiones anteriores en las que pudo hablar con alguien y comenzar una posible relación.

-Carajo... Honestamente me parece muy jodido hablarle a una tipa cualquiera y que reaccione para bien. Aunque muchas veces estando en el Santuario, he visto a muchos hombres sólo llegar y hablarle a cualquiera, invitarlas a un trago o ingeniárselas de cualquier forma para poder conseguir su número o que se vayan juntos del bar... ¡Mierda! ¡Qué vaina tan increíble!

Andrew cavilaba en voz alta mientras se bañaba. Solía hacerlo con gran continuidad. No era lo mejor que, después de horas, él aún siguiera pensando en ello. Era como autocastigarse a sí mismo. A veces el problema no es sólo el problema en sí, a veces el problema es pensar en el problema. O al menos con exceso. Sin embargo, también sabía que como adulto, debía ser maduro y saltarse tonterías así.

-Gran porcentaje de mi infancia me lo pasé siempre cuestionándome a mí mismo si las cosas que hacía eran correctas. Y aún, veinte años después, continúo hablando solo mientras me baño.

Terminó de bañarse, se secó, se puso un short negro y una camiseta blanca. Se acostó en su cama y sacó la laptop del gabinete de su mesa de noche. Andrew Moore frecuentaba revisar su correo electrónico antes de dormir, ver noticias y leer artículos sobre arte. Después de todo, su verdadera vocación no era el servirle el café a cientos de desconocidos.

Al cabo de una hora, cuando estaba a punto de apagar la laptop para irse a dormir, recordó que la última vez que se había masturbado había sido hace tanto tiempo... que no recordaba la última vez que lo había hecho. Desde pequeño lo hacía; el que lo hiciera de grande podría representar un "fracaso" con las mujeres, aunque él lo veía como un escape para cuando no tenías "suerte". Abrió una página pornográfica y luego de unos minutos buscando un video que le gustara, consiguió uno de una chica que tenía el cabello marrón y perfectamente liso. Debe tener algunos años menos que yo pensó Andrew.

Abrió el video y mientras esperaba a que se descargara, vio su nombre en un link que te llevaría al perfil de la actriz. Le dio click y vio una foto que lo atrajo mucho. Su nombre estaba escrito en rojo intenso: Claire Reed. Era una mujer con una sonrisa encantadora, de ojos verdes y con las piernas rechonchas como a Andrew le encantaba. Tenía las caderas amplias y sus senos eran de tamaño por debajo del regular. Parecía una chica cualquiera, una con la que te podías topar yendo a comprar pan o un chicle en el quiosco. ¿Pero acaso las actrices porno no son personas también? Al igual que las prostitutas, son como nosotros: personas con una vida. Personas con más, o, menos oportunidades que otros.

Andrew se quedó pensativo durante mucho tiempo. No decía las tonterías que la gente comúnmente dice: "nunca había visto a una mujer tan hermosa". Aunque, sí pensó que nunca había visto una actriz porno que le atrajera más por su belleza, que por su cuerpo. Después de ver algunas de sus fotos, decidió que ya era hora de dormir. Cuando abrió la otra página se dio cuenta que el video estaba listo... pero algo lo hizo no querer masturbarse. Como si sintiera culpa. ¿Culpa? ¿Acaso no es ese su trabajo...? y con esas preguntas en su cabeza, terminó quedándose dormido.

QyeOSGe

El SantuarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora