Capítulo 2

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Luego de eso, me subió a mi cuarto. Yo soy la pervertida. Solo lo hizo para que no caminara. Soy tan tonta.

Ya con el fuera de mi cuarto, me cambio. Al momento de bajar mi pantalón por mi rodilla, noto que tengo un raspón bastante grande. Nunca pensé que estar de boba con alguien, causaría tanto daño.

Abro la puerta de mi habitación y ahí estaba, recargado en la pared. Me vio y yo me sentí gelatina. Es mayor, es mayor, es mayor...

- Perdón por cargarte sin tu permiso. -Dice sonrojándose

- No te disculpes. -Digo cojeando hacía las escaleras.

Siento una mano en mi espalda, luego otra por mis piernas. Me elevo y nuevamente estaba en sus brazos. Pero en lugar de estar intranquila, me sentí relajada. Me causaba eso. Era lindo.

Me baja en el sofá, luego se inclina para ver mi rodilla. Pone cara de disgusto, y claro, ¿quien no lo pondría?

- ¿Como es que te caíste? -Pregunta.

Por estar viendo tu perfil con cara de boba.

- No tengo idea. -Le respondo.

Camina hacia las bolsas, luego saca el bote de nieve y consigue dos cucharas.

- Toma. -Dice y me entrega la nieve y las cucharas.- Voy a mi casa por un desinfectante. No te muevas, no demoro.

Y antes de protestar, sale por la puerta. No pude evitar sonreír. Le preocupa que me haya caído. ¿O es por lástima? No pienses en eso Wendy. No eches a perder lo que hace por ti.

No pude dejar de sonreír. Lo intentaba, pero mi musculo seguía arriba, haciendo que mostrara mi sonrisa. Mientras venía de su casa, prendí la televisión. Cambiaba canales sin poner mucha atención. No podía concentrarme en lo que pasaba por mis ojos. Sólo pensaba en él y en su tacto.

Tocan a mi puerta y cuando estaba por levantarme, entra. Se había cambiado de ropa. Ahora llevaba una playera blanca con un pantalón de mezclilla azul. Aún con la ropa mas simple, se veía perfecto.

- Perdón por entrar así. -Dice.

- No hay problema.

- Traje esto para ponerlo en tu rodilla. -Dice, dejando una caja pequeña en el sofá.

- Gracias. -Digo tomando la caja.

- No, no, no. Yo lo aré. -Me dice, por lo que protesto.

- Yo lo puedo hacer.

- Pero te quiero ayudar. -Dice serio.

Está bien. Me gusta su cara de serio. Hace que sonría.

- Esta bien. -Digo sin poder dejar de sonreír.

Se sienta enseguida de mi y sube mi pierna a su regazo, haciendo que me pasará un cosquilleo por todo el cuerpo.

Toma la caja de mis manos y la abre para luego tomar una botella. Saca también un algodón y lo llena de aquél liquido.

- ¡Ah! -Grito cuando le cae una gota a mi raspón.

- Perdón. -Dice y sopla en donde había caído la gota.

¿Porque hace esto? ¿Por que se preocupa? Soy sólo una muchacha, la cuál inventa historias para apartar de su mente la falta de padres.

- Si te duele demasiado, muerde el cojín. -Me dice pasandome uno de los cojines que ya había en el sofá.

- No cuentes. Sólo has lo. -Le digo poniendo luego la orilla del cojín en mi boca y cerrando mis ojos.

Grite. Grite tan agudo también. Me dolía. Tome su brazo y lo apreté. No quería clavarle las uñas, pero el dolor era insoportable.

¿Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora