"No me digas que me extrañas si no vas hacer algo al respecto"
Y es que ese era la cabeza de los muchos problemas que teníamos, y el segundo era yo.
Me acostumbre o me mal acostumbraron a ser la que siempre buscaban y me detesto por tener esa capacidad, ese poder de hacer como si nunca nada me importará o por lo menos en lo exterior, porque por dentro me estaba derrumbando por pedazos muy grandes y sin que nadie los detuviera.
Siempre esperaba a que alguien me descubriera y pudiera salvarme de tal capacidad tan mortal en mí vida, pero no.
Una vez lo hicieron (hace muchos años por cierto), fueron detrás de mí, al intentar no dejarme ir nos separaron y me obligaron a olvidarlo y fue duro pero lo lograron y ahí fue cuando lo conocí a él.
Pero está vez él no me descubrió y fue ahí cuando empecé a dudar de que nunca nadie me volverá a descubrir.
Ahora cada día me daba cuanta de que no tenia ni la más remota idea de qué clase de mujer era o tal vez me estaba convirtiendo.
Ya no era la niña ingenua que creía en los cuentos de hadas o la que se enamoraba con que sólo le sonrieran.
"Pues ahora ya conozco la otra parte del cuento, en la que se esconden todos los peligros"