Son suyos mis latidos,
siempre lo fueron.
Sin embargo no lo supo, y creo que su mirada aún me confirma que sigue siendo de la misma manera.
Todas las noches se me hacen amargas, y no es su culpa; obviamente sus sentidos se perdieron en el infinito desaire de la vida intentando vivir a su modo; tratando de la mas absurda manera sentir y aferrarse a algo que sólo le destroza sus pupilas y las neuronas una a una.
Y pasa que lo las cosas que realmente te hacen feliz y te hacen estar tan concentrado en ese lindo atardecer al declinar el día, tenga mucho sentido y quieras comértelo con tus ojos sin dejar que ni un sólo mínimo destello de luz se escape, esas mínimas cosas, no provienen de lo que se puede ver bonito a simple vista, y mucho menos de lo que te hace sentir seguridad o estabilidad, o por lo menos ya no.
Y sólo para no soltar a llorar, y terminar con hojas empapadas de lagrimas, digo que un año antes la boca se llenaba de letras diciendo que nada malo iba a pasar, que si las cosas venían directamente del amor, nada podría terminar mal.
Pero ahora, justo aquí, en este momento, en este segundo, en este instante, ya no sé qué se siente ser feliz; sólo sé que amar es cuestión de volar tan alto y llegar al tope y empezar a descender lentamente sin que nadie te detenga.