7 - Familia

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—Tomoyo quédate —rogó Nakuru cuando la amatista estaba ayudando al mago a levantar los cubiertos de la cena.

—Na, sabes que no puedo.

—Claro que puedes, tenemos habitaciones de sobra y ropa que te puede quedar —agregó Eriol ignorando la mirada asesina de la amatista.

—Por favor quédate —suplicó una Nakuru algo decaída.

—¿Te sientes bien Na? —la amatista se acercó a la pequeña e instintivamente apoyo su mano sobre la frente de la pequeña—. Eriol creo que tiene algo de fiebre.

El mago dejó lo que estaba haciendo y se acercó a Nakuru, repitió la acción que Tomoyo acababa de hacer, solo que un poco más extenso.

—Apenas llega a los 37° —sentenció Eriol observando a Tomoyo—. Creo que estuvo demasiado tiempo con esa ropa húmeda. Bien será mejor que vayas a la cama.

—Si Tomoyo se queda.

—Está bien me quedaré, pero ahora mismo te vas a la cama —Nakuru extendió los brazos hacia Tomoyo, pero antes de que la amatista la levantara el mago la tomó entre sus brazos— AHHHH.

—Aunque pequeña eres pesada para que Tomoyo te lleve hasta la cama.

Eriol la llevó hasta la habitación y Tomoyo la ayudo a cambiarse, luego entre los dos la arroparon y le dieron las buenas noches. Después de un rato ambos se encontraron en la biblioteca.

—Es raro, ¿todo eso es lo que hace un padre? —preguntó la amatista antes de sentarse en uno de los sillones, consiguiendo así que Eriol despegara sus azules ojos de aquel libro.

—¿En eso pensabas? Si hacen todo eso, la verdad no creí verme así, pero debo confesar que después de todo tuve un buen ejemplo, y es más todavía me sigue regañando.

—Yo no recuerdo a mi padre... mi madre me quiere y yo la quiero, pero son muy pocos los recuerdos que tengo donde ella se comporta como una madre —agregó Tomoyo subiendo los pies al sillón y acurrucándose en el lugar mientras Eriol se acerca y se sienta en el piso delante de ella.

—Sabes, en el colegio al que va Na muchos me recuerdan por las cosas que hice, y no precisamente cosas buenas... cuando pienso en ello me doy cuenta de que en cierta forma lo hacía para llamar la atención de mi padre —dijo apoyando el codo sobre el sillón—. Creo que es algo que pasa con los padres que administran empresas, si no llamas su atención de alguna forma solo se dedican a... administran empresas.

—Tendría que haberte conocido de pequeña.

—Eh, nos conocimos a los diez.

—Tendría que haber sido antes.

—Si me conocías antes a esta altura me odiarías, o quizás no... siempre has sido hermosa, buena y amable, una niña perfecta. ¿Por qué mi niña no es como tú?

—Se parece a ti y creo que más de lo que tú quisieras —agregó Tomoyo con una sonrisa mientras se acostaba en el sillón quedando de costado frente al mago.

—Tiene magia.

—¿Qué?

—Tiene magia pero no sé si la está controlando a voluntad o si solo reacciona a sus emociones —Tomoyo noto la preocupación en la voz de Eriol, algo que por lo general nadie notaba.

—¿Es normal que muestre magia a esta edad? Y... ¿Qué significa lo que acabas de decir? —saber de la preocupación de Eriol preocupó a Tomoyo y en ella si se notaba con facilidad.

—No es normal que la magia se muestre a esta edad... no con control —los ojos de Tomoyo imploraban por una explicación—. En magos muy poderosos la magia puede mostrarse a temprana edad, pero es plenamente emocional hasta que uno aprende a controlarla.

¿Y mi mamá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora