—Te amo... pero no puedo...Esas palabras, casi inaudibles por el sollozo, sorprendieron por un momento a Eriol, quien todavía algo desconcertado separó un poco a la amatista de su cuerpo y buscó sus ojos, aquellos hermosos orbes amatista que no podían ocultarle la verdad, aunque la nívea lo deseara con todo su corazón.
—Tomoyo... ¿a qué te refieres? ¿Qué quieres decir con que no puedes? —preguntó algo nervioso Eriol sin despegar sus ojos de aquellos orbes amatista.
—Eriol... yo ya no puedo darte una familia —susurró Tomoyo con la voz temblorosa mientras las lágrimas brotaban como cascadas desde sus ojos. Eriol la miró aún más confundido que antes, y con un suspiró la amatista continuó—... sabes que estaba embarazada y lo perdí durante un accidente... estuve muy mal y tuvieron que sacarme... todo... nunca tendré... ya no puedo —el cuerpo de la amatista había comenzado a temblar, soltó a Spinel y ahora se abrazada a sí misma, tratando de controlar sus inevitables temblores.
—Tomoyo... tranquila, tranquila —susurró el mago volviendo a abrazarla.
—No puedo darte una familia... y no creo que haya magia que solucione esto...
—Hey, hey —dijo Eriol enmarcando el rostro de la amatista con sus manos y haciendo que volviera a mirarlo a los ojos—... Tomoyo escúchame bien, si crees que eso va a hacer que ya no te quiera a mi lado, estas equivocada... te amo y aunque solo seamos nosotros dos, eso ya es una familia, tú eres todo lo que necesito en mi vida —Eriol habló en un tono suave pero decidido y concluyó apoyando su frente sobre la de la amatista y susurrando—... tú también me necesitas, lo sé, puedo sentirlo...
—Te he necesitado por años...
—Y ahora estoy aquí, diciéndote que te amo... ¿Qué vas a hacer?
—¿En verdad me quieres a mí? ¿Aunque jamás pueda darte un hijo? ¿Aunque no tenga magia? ¿Aunque...? —Tomoyo no pudo terminar esa pregunta pues la boca de Eriol acababa de apoderarse de sus labios, en un beso.
—¿Qué tengo que hacer para que entiendas que te amo y que no necesito a nadie más que a ti? —preguntó el mago separándose por un momento de los labios de la amatista, quien simplemente sonrió y volvió a besarlo.
El silencio se apoderó de la pareja, era como si de repente ya no tuvieran nada que decirse y parecía que ninguno podía dejar de sonreír, ni despegar sus ojos del otro. De repente un ruido los sacó de esa burbuja, donde solo ellos habitaban, y al buscar de donde provenía aquel sonido, se encontraron con Spinel junto al caballete observando un montón de pinceles tirados en el piso.
—Spinel —dijo en un tono serio el mago.
—Lo siento —murmuró el guardián mirando apenado a la amatista, quien solo le sonrío con la misma dulzura de siempre.
—No importa Spi —dijo Tomoyo acercándose al guardián sin dejar de sonreír.
—Me encanta, ¿lo vas a terminar? —preguntó Eriol con una sonrisa.
—¿Qué quieres decir con eso? Claro que voy a terminarlo, yo no abandono las cosas a medio hacer —respondió la amatista acercándose nuevamente a Eriol.
—¡AUCH!... Sí, mi aguda y bella amatista sigue aquí —agregó Eriol entre risas, sujetando un manchado mechón de cabello de la nívea y comenzó a jugar con el.
—En verdad creo que ambos cambiamos bastante —dijo Tomoyo tomando la esfera de cristal que Eriol sujetaba—... ¿Qué se supone que es esto? ¿Qué hacemos con ella?
—No tengo idea... quizás sea solo un recordatorio —respondió el mago pasando uno de sus dedos sobre la esfera que ahora sujetaba la amatista.
ESTÁS LEYENDO
¿Y mi mamá?
FanfictionEriol despierta después de una de las peores noches de su vida y simplemente no puede creer lo que le esta sucediendo. Sabia que sus guardianes estaban molestos, pero nunca espero que llegaran a tanto. Ahora tiene que revertir un hechizo y en realid...