12 - ¿Que pasó?

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La enorme entrada y las rejas les anunciaron que habían llegado. Las puertas de rejas se abrieron y el auto siguió su paso por aquel camino bordeado de árboles hasta llegar a la enorme casa, donde fueron recibidos por Erick, quien estaba acompañado por una bella mujer de ojos celestes y cabello negro, recogido en un rodete, y junto a ella un niño de cabello castaño y ojos negros.

Los saludos y presentaciones no se hicieron esperar. Hicieron un rápido recorrido del lugar y terminaron hablando en la sala mientras William jugaba con Nakuru en el jardín. Era más que evidente la curiosidad de la madre de Eriol, quien no tardó nada en comenzar a hacer preguntar y entre medio de estas regañaba al pelinegro por no haberles dicho nada antes.

—Cler, amor ¿no crees que ya está? —preguntó entre risas Erick ganándose una mirada seria de su esposa.

—No, no creo que este, y algo me dice que tú tampoco lo crees.

—Ahh por favor ¿cuánto van a seguir con esto los dos? —preguntó Eriol ya algo cansado.

—Hasta que todo esté claro y resuelto —respondió Erick y al instante Eriol se agarró la cabeza y soltó una maldición entre dientes, que solo Tomoyo llegó a escuchar por estar sentada a su lado.

—¿Todo resuelto? —preguntó la amatista sin entender todavía a que se referían o el porqué de la reacción de Eriol.

—Mmmm... ¿Cómo...? bien solo lo diré, mis padres son de esas personas que creen que para ser una familia hay que celebrar el matrimonio —dijo el mago mirando a Tomoyo sin dejar de agarrarse la cabeza—... básicamente no me van a dejar en paz hasta que nos casemos.

"SIIIII, SIIII, SIIII. DI QUE SI, DI QUE SI, DI QUE SIIIIII" Tomoyo podía escuchar aquella vocecita en su interior gritando con desesperación y llena de alegría al escuchar aquellas palabras.

—Obvio, tienen que casarse y contarle todo a la madre de Tomoyo —agregó Cler y en ese momento la respiración de la amatista se detuvo, la vocecita en su interior se silenció y su mano apretó con fuerza la de Eriol.

—Mamá, papá, los quiero mucho, pero esta vez no les voy a permitir que se metan —dijo Eriol en un tono realmente serio antes de mirar a la amatista sin soltarle la mano—. Hablar o no con Sonomi es algo solo Tomoyo debe decidir, sabes que haré y te apoyaré en lo que tú quieras —esas palabras tranquilizaron a la amatista, quien le regaló una tenue sonrisa al mago.

Por el momento el tema pareció terminar allí para alivio de Tomoyo, quien terminó ayudando a Cler a hacer la cena mientras Eriol hablaba con su padre. La cocina era enorme y la cena ya estaba casi lista, solo faltaba terminar las ensaladas mientras se terminaba de cocinar la carne. De repente el sonido del piano comenzó a inundar el lugar y una sonrisa apareció en el rostro de la amatista.

—Ese es Will —dijo Cler antes de que el sonido se volviera más lento y disperso, sin ritmo alguno— ¿Qué es eso?

—Nakuru... todavía no sabe tocar el piano... no creo que Eriol le haya enseñado todavía...

—¿Debió ser difícil?

—¿Qué cosa? —preguntó Tomoyo mirando a Cler, quien la veía con una expresión algo triste.

—Dejarlos... se nota al instante lo bien que te llevas con Eriol y Nakuru... era muy pequeña cuando te fuiste... ¡¿pero que digo?! Todavía es pequeña... yo sufrí mucho cuando tuve que dejar ir a Eriol...

—El dolor era inmenso al punto que no podía ni sonreír... como mi madre nunca supo de Eriol y Na creyó que solo era locura mía, que tal vez estaba deprimida por algo y así comenzó mi paso por diferentes psicólogos, psiquiatras y una clínica...

¿Y mi mamá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora