19 - El pago

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La luz y la brisa que entraban por la ventana despertaron al pelinegro, sin abrir los ojos sintió que estaba solo en la cama, movió el brazo buscando a la amatista y solo se encontró con la cama fría y vacía. Abrió los ojos y se sentó en la cama antes de dar un minucioso vistazo a la habitación, salió de la cama revisó el baño y luego el balcón, pero no había ni señal de Tomoyo. Abandonó la habitación y se encaminó hacia la cocina, seguramente la amatista estaba preparando el desayuno. A unos pocos pasos de la cocina una sonrisa apareció en su rostro cuando escuchó ruido y sintió el aroma a café recién preparado, pero esa sonrisa desapareció al instante cuando vio a esa mujer de cabello castaño, remera corta y ajustada y un mini shorts, que se servía una taza de café, hacía tanto tiempo que no la veía así que se le hizo difícil creer lo que veía.

—Buen día Eriol —aquella voz algo chillona llamó la atención del mago, que lentamente desvió la mirada y se encontró con Spinel en su forma de peluche con alas, sobre la mesa junto a una taza de café.

—Hola Eriol —susurró Nakuru con algo de timidez, cosa extraña en ella.

—Rayos... lo sabía, era lo que faltaba, que acepte ser mi esposa y pasar su vida conmigo me hizo realmente feliz y... el hechizo terminó —murmuró Eriol, más para sí mismo que para sus guardianes— ¿Dónde está Tomoyo? —preguntó centrando sus azules ojos en su guardiana.

—No lo sé, fue como despertar de un sueño del cual no recuerdo mucho que digamos y no sé dónde está —respondió la castaña negando con la cabeza.

—Eriol sabes que nosotros no tenemos las respuestas que buscas —dijo Spinel en un tono tranquilo— y también sabes a donde recurrir por esas respuestas.

El mago salió de la cocina sin decir nada, tomó el teléfono y llamó al número que Tomoyo le había dado.

—El número al que está llamando no pertenece a un usuario en servicio —dijo una voz de mujer, Eriol solo escuchó esas palabras y se quedó congelado, eso no era posible hasta hacia unos días había estado usando ese número para comunicarse con la amatista. Miró el teclado del teléfono algo ofuscado y volvió a marcar número por número.

—Ese número no te va a servir Eriol —esa voz llamó su atención y al mirar a su alrededor se encontró con Yuuko a un lado de Nakuru.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el mago dejando el teléfono nuevamente en su lugar.

—El hechizo terminó y pensé que tendrías algunas preguntas... además tenía que venir por el pago —dijo la bruja como si nada mientras se sentaba en uno de los sillones y le hacia una seña a Eriol para que hiciera lo mismo.

—¿Dónde está Tomoyo? —preguntó el mago ubicándose en el sillón frente a la bruja mientras pasaba sus ojos de Nakuru a Yuuko.

—Bueno, cuando el hechizo terminara nadie recordaría nada de lo sucedido y todo volvería a la normalidad y... Tomoyo normalmente no vive contigo —al escuchar esto Eriol se centró en la bruja y solo esperó a que continuara—... la Tomoyo que estuvo aquí contigo fue solo un reflejo proyectado por el hechizo, con gran parte de la verdadera Tomoyo, sus sentimientos y todo lo que te dijo es verdad, vino de lo más profundo del corazón de la verdadera Tomoyo... pero no puedo asegurar que toda la historia que conto sea verdad pues Nakuru me pidió que agregara varias cosas y todo lo demás se fue amoldando...

—¿Quieres decir que es posible que Tomoyo no haya estado embarazada de mí? —preguntó Eriol bajando la mirada.

—No sabes cuánto quisiera poder decirte que sí, pero eso es verdad... perdió el embarazo de poco más de cinco meses...

—No puede ser ¿Cómo mierda es posible que no lo haya sentido? —preguntó Eriol poniéndose de pie, caminó hasta la barra y, sin importarle que eran poco más de las nueve de la mañana, se sirvió un vaso de Whisky, el cual bebió de un trago.

¿Y mi mamá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora