18 - El secreto de Tomoyo

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"Las plantas se movían suavemente con la brisa, los nervios recorrían el cuerpo de Tomoyo, se había estado sintiendo extraña esos últimos días, sabía que algo sucedía. Caminaba más lento de lo normal, muy en el fondo no quería llegar a aquel edificio, si esos análisis revelaban que en verdad algo raro sucedía, tendría que buscarlo y no había nada que le diera más miedo en ese momento, que tener que enfrentar a Eriol.

La luz roja la hizo detenerse, ya estaba a unos pocos metros de aquel edificio. De repente escuchó un estruendo y su cuerpo se congelo... vio un auto chocando a otro y a esos dos empujando al que estaba adelante. Los metales se doblaron y el vidrio salto en pedazos por todo el lugar...

La sangre emanaba de su cuerpo y el dolor era intenso. Vio los cuerpos sin vida y un niño de unos cinco años que apenas podía respirar...

—No —susurró la amatista con lágrimas en sus ojos antes de perder la conciencia."

—Will —llamó la amatista agitada, despertando y sentándose en la cama. Miró a su alrededor como si buscara algo y sintió las lágrimas rodando por sus mejillas mientras sus manos se aferraban a su vientre. Bajó la vista a su cuerpo, y por un momento entre la oscuridad, volvió a verse cubierta de sangre.

—Tomoyo ¿Estas bien? —la voz de Eriol le sonaba lejana y solo podía ver la sangre en su cuerpo mientras las lágrimas brotaban de sus ojos como cascadas.

—Estoy sangrando, estoy sangrando —susurraba mientras sus temblorosas manos seguían aferrándose a su vientre.

El mago encendió la luz e inmediatamente inspecciono el cuerpo de la aterrada y temblorosa amatista, no había sangre, pero si muchas lágrimas.

—Amor no estas sangrando, estas bien —dijo abrazándola con fuerza—. Fue una pesadilla, estas bien, estas bien —repitió una y otra vez hasta que Tomoyo se tranquilizó un poco.

La respiración de la amatista lentamente se acompaso con la del mago, sus ojos desbordaban de lágrimas y aunque las caricias y el aroma de Eriol siempre la tranquilizaban, en ese momento no podía dejar de llorar.

—¿Puedes volver el tiempo y cambiar algo? —susurró Tomoyo centrando sus, todavía llorosos, ojos en los orbes azules del mago—... preguntaste que deseaba mi corazón... quiero volver cinco años y no ir nunca a Alemania —agregó en un tono casi inaudible...

—Amor... eso no se puede, es demasiado peligroso casi como querer devolverle la vida a alguien con magia —respondió Eriol intentando entender a la amatista mientras secaba las lágrimas que recorrían aquellas mejillas—... ¿Me vas a decir que sucedió? ¿Por qué nombraste a Will?

—Había un niño allí, cuando sucedió aquel accidente, se parecía a Will sangraba mucho y le costaba respirar... no quería que él muera, no como mi bebe... lo sentí... sentí su vida abandonándome —la voz de Tomoyo sonó algo ahogada y las lágrimas comenzaron a caer con más fuerza que antes ante la atónita mirada de Eriol—... comencé a sentirlo desde los dos meses, era extraño pero sentía su presencia, su vida dentro de mí, sabia cuando estaba feliz o triste y me asuste cuando esa rara sensación se instaló en mi vientre y no se iba —susurró abrazando su vientre— cuando aquel auto me golpeó lo sentí... sentí su vida apagándose —sus ojos volvieron a centrarse en el mago, sin dejar de derramar lágrimas—... sentí la magia evaporándose... perdóname...

—¿Tomoyo por qué no me dijiste nada? —susurró Eriol volviendo a abrazar a la amatista—, cargaste con esto por cinco años ¿por qué no me lo dijiste entonces?

—Cuando me entere ya te habías ido y aunque te busque no —la voz de Tomoyo era más débil con cada palabra hasta que se convirtió en una modulación sin sonido de lo que Eriol solo entendió "perdón" y lo único que él pudo hacer en ese momento fue abrazarla con más fuerza. El mago sintió las lágrimas de Tomoyo mojándolo y aquellas delicadas manos aferrándose con fuerza a su cuerpo...

¿Y mi mamá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora