17- Completando la historia

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El silencio se había vuelto a apoderar del lugar. Eriol todavía con una expresión seria miró a todos los presentes y sin decir nada se acercó a la amatista y su pequeña.

—Mami... papá da miedo —susurró Nakuru mirando de reojo al mago. Al escuchar esto Sonomi murmuró algo y se desmayó, siendo atrapada por el padre de Tomoyo antes de tocar el suelo.

—Nos vamos —dijo en un tono serio el mago todavía sin cambiar su expresión. Tomoyo lo sujetó del brazo para que detenga su paso y cuando este volteo a verla, ella le acarició la mejilla y esbozo una sonrisa.

—Estamos bien... tranquilo, asustas amor... respira —susurró la amatista. Eriol cerró los ojos respiró profundo y soltó el aire lentamente.

—Lo siento —dijo con una sonrisa antes de dejar un beso en la mejilla de Nakuru y otro en los labios de Tomoyo—... las amo y no permitiré que intenten lastimarlas.

Salir de aquel lugar fue un verdadero caos, las personas querían saber más y no dejaban de acercarse, ni hablar de los periodistas que habían asistido, estos por poco y se meten al auto con ellos.

Ya en la casa de Eriol, la pareja se encontró con los padres de la amatista y los del mago, era más que obvio que tendrían cosas que explicar y no sería nada fácil. Eriol decidió dejar a la familia en la sala mientras él y Tomoyo acostaban a Nakuru. Todos estuvieron de acuerdo, ya que por el momento estaban más preocupados por despertar a Sonomi.

En cuanto Nakuru entró en su habitación cayó dormida. Eriol la acostó en la cama y Tomoyo notó que la expresión del mago no había cambiado mucho que digamos.

—Eriol... ¿estás bien?

—Kaho estaba allí, ella era la culpable del comportamiento de tu madre —susurró el mago dándole una mirada triste a la amatista—... Eso significa que es mi culpa todo lo malo que te ha pasado...

—No, claro que...

—Si hubiera vuelto a Londres cuando debía, no te hubiera lastimado de todas las formas en que lo hice —Tomoyo apoyó sus dedos sobre los labios del pelinegro para que no diga más...

—¿Me amas? —él la miró algo confundido—... responde.

—Más que nada en este mundo.

—Entonces no digas más tonterías, si alguien tiene culpas aquí es esa mujer que no sabe amar... hechizar a alguien para que este contigo no es amor...

—Lo sé pero —interrumpió Eriol...

—Nada —volvió a detenerlo la amatista—... ¿Por qué no mejor me dices que vamos a hacer con mi familia?

—Creerán lo que les digamos el hechizo es así, en cuanto a tu madre será como si nada hubiera pasado, olvidara todo lo horrible que te ha hecho pasar.

—¿Y mi padre? Pasé esos dos años con él no hay forma de que crea que es mi hija.

—No solo lo va a creer sino que también va a recordar haber tenido en brazos a Nakuru cuando nació...

—Un momento, se supone que la actitud de mi madre fue la que provocó todo el asunto de escapar y demás —Tomoyo se notaba cada vez más preocupada—... Eriol no creo que pueda con esto...

—Sí que puedes —dijo el mago enmarcando el rostro de la amatista con sus manos antes de besarla—... Yo me ocupo.

Volvieron a la sala y se encontraron con los dos hombres y Cler tratando de tranquilizar a una muy confundida Sonomi.

—¡Tomoyo! —exclamó sorprendida y un tanto aliviada Sonomi, antes de acercarse y abrazarla con todas sus fuerzas— ¿Qué está pasando? ¿Dónde estamos? Y...

¿Y mi mamá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora