22 - La caja

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Eriol llegó a su mansión con una enorme sonrisa en su rostro y se encontró con una Nakuru que desbordaba alegría. En cuanto la castaña lo vió en la entrada de la biblioteca corrió hacia él y saltó sobre el pelinegro abrazándolo con fuerza sin dejar de gritar.

—Ahhh ¿es verdad? ¿es verdad? ¿es verdad? —preguntaba una y otra vez sin que el mago comprendiera a que se refería.

—Nakuru, ya suéltame... ¿de qué hablas? —preguntó finalmente Eriol quitándose de encima a la castaña que no dejaba de sonreír.

—¿De verdad estas saliendo con Tomoyo... ya no es un juego? —dijo la guardiana casi sin poder reprimir su sonrisa.

—¿Qué? ¿Cómo lo...? —comenzó a decir el mago y se detuvo al notar que algo faltaba— ¿Y Kaho? No esta aquí...

—Siéntate y te contamos —dijo Spinel flotando cerca de los sillones, también con lo que parecía una sonrisa en su rostro. Eriol no necesitó escuchar nada para saber que Kaho se había marchado, pero igual se sentó y esperó a que sus guardianes hablaran.

—¡Supongo que ya sabes que se fue! —exclamó muy alegre Nakuru.

—Sí... ¿me dirán que pasó?

—Bueno ya sabes que se molestó porque te fuiste el sábado —comenzó a contar Spinel—... el resto de ese día estuvo que se la llevaba el diablo, dio vueltas por toda la casa y te estuvo llamando, como tú no contestabas se enojó aún más, a medianoche salió y no regreso hasta casi la medianoche del domingo...

—Sabes que nosotros simplemente tratamos de ignorarla pero este fin de semana fue imposible tenía un aura asesina, fíjate como seria que Spinel se quedó en mi habitación.

—Ustedes no quieren creerlo pero esa mujer es más peligrosa de lo que aparente —agregó algo molesto Spinel—... bueno termina de contarle —concluyó mirando a la castaña...

—Cuando nos despertamos esta mañana devuelta estaba como loca iba y venía juntando sus cosas y comenzó a hacer sus maletas mientras despotricaba en contra tuya y de Tomoyo.

—Dijo que no era posible que esa tonta niña haya roto el hechizo... luego noto nuestra presencia comenzó a gritar y a arrojarnos cosas y para antes del mediodía ya se había ido de la casa... ¿Sabes a que se refería con eso del hechizo? —agregó Spinel mirando serio al mago, pero en un instante su expresión cambio y por primera vez en mucho tiempo Eriol vio preocupado a su pequeño guardián— ¿No le habrá hecho algo a Tomoyo?

—No te preocupes, puede ser una loca controladora, pero sabe dónde se mete y ya le había dejado muy claro que por su bien le convenía no hacerle nada a Tomoyo... creo que se a que se refería pero para estar seguro necesito hablar con Yuuko.

—Momento, momento, momento a todo esto no me respondiste —interrumpió la castaña al ver que su amo volvía a ponerse de pie.

—Bien... solo voy a estar con Tomoyo de ahora en adelante, voy a terminar con Kaho y bueno ya veremos con Tomoyo cuando lo haremos oficial, así que ni se te ocurra decirle nada a mi familia —concluyó Eriol mirando serio a su guardiana.

—Pero puedo decirles que terminaste con Kaho ¿no?

—En verdad todavía no terminé con ella porque no la he visto para informarle, pero sí puedes decirles —concluyó Eriol dirigiéndose a la puerta—. Voy a la tienda de Yuuko vuelvo en un rato.

El mago salió de la biblioteca sin esperar respuesta alguna de sus guardianes, subió las escaleras y caminó por el pasillo donde había tres habitaciones que no se utilizaban, abrió la puerta de la última habitación y en el interior solo había muebles cubiertos con grandes telas, volvió a cerrar la puerta, apoyó las manos sobre la madera y murmuró un conjuro antes de cerrar el puño y golpear tres veces la puerta... la cual se abrió y ante él pudo ver a aquella bella mujer de cabello negro y ojos rojos, quien le sonrió amablemente antes de hacerle una seña para que entrara.

¿Y mi mamá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora