15 - Por ella.

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La claridad de la mañana despertó a Eriol. Podía sentir el cuerpo de Tomoyo todavía pegado al suyo e intentó no moverse para no despertarla. Dio un rápido vistazo a su alrededor y noto que las persianas estaban abiertas al igual que las cortinas y una sonrisa apreció en su rostro, aquello le recordaba a su guardiana quien también tenía esa costumbre de dejar las ventanas descubiertas "Creo que ya sé de donde lo sacó" se dijo a sí mismo antes de dejar escapar un suspiro. Hasta ese momento no había notado cuanto extrañaba a sus guardianes.

Sintió los dedos de Tomoyo dibujando pequeños círculos en su pecho y sus ojos se encontraron con una mirada llena de alegría, algo que hacía mucho tiempo no veía en ella y que la hacía aún más hermosa de lo que ya era.

—Wow... te ves realmente hermosa —susurró el mago acariciando la mejilla de la amatista, quien amplió su sonrisa—. Buen día.

—Gracias —respondió antes de dejar un corto beso en los labios del mago—. Buen día.

—Reina mía ¿Qué planes tienes para hoy?

—Mmm planes... por el momento solo ducharme, desayunar e ir a trabajar, considerando que ayer no pude hacer nada va a ser un día largo... ¿Qué hora es?

—Siete y cuarto, ¿Por qué no pudiste hacer nada ayer? —preguntó con una sonrisa pícara.

—Emm... no importa ¿y tú que harás hoy? —era obvio que él esperaba que dijera algo del beso y ella no le daría esa satisfacción.

—Creo que compartiré contigo la ducha y el desayuno —Tomoyo rio y se sonrojo un poco—, te dejare en el trabajo e iré por nuestra niña, no debo estar lejos de ella por mucho tiempo y creo que iniciare la mudanza...

—¿Qué mudanza? Creí que la casa era tuya —dijo la amatista sentándose en la cama y mirándolo seria.

—La casa es mía, por eso tú te mudas con nosotros y en vista de que vas a estar ocupada yo me hare cargo de todo —respondió Eriol con una sonrisa.

—¡¿Ahh sí?! ¿y cuando me ibas a preguntar si quiero mudarme?

—No iba a hacerlo porque usted señorita seguiría dando vueltas sobre el tema y prácticamente ya vives con nosotros —respondió él con una sonrisa de lado antes de besar esos rosados labios—... ¿me equivoco... no quieres vivir con nosotros? —agregó haciendo puchero.

—Claro que si quiero —respondió Tomoyo con una sonrisa—... pero tú te haces cargo cuando mi madre se entere.

—¿Si quieres yo mismo se lo dijo? —agregó Eriol poniéndose de pie y tirando de la amatista.

—No sé si eso sea necesario —el teléfono comenzó a sonar. Tomoyo dio dos pasos hacia la puerta y fue detenida por Eriol quien la agarró por la cintura y la pegó a él...

—Déjalo y ven a la ducha conmigo —susurró dejando besos en el cuello de Tomoyo mientras aquel aparato seguía sonando.

—Pero... —intentó hablar la amatista pero fue silenciada por la boca de Eriol.

—Pero nada, que dejen un mensaje —y sin más la levanto en brazos. No alcanzó a dar dos pasos cuando escucharon la voz que dejaba un mensaje.

—Tomoyo, soy Alfred, disculpa la hora solo quería avisarte que no estaré en Londres hasta el sábado surgió un viaje importante de negocios y por cómo está la situación probablemente no tenga mucho tiempo para llamarte luego, nos vemos en la fiesta. Te amo.

—Lo voy a decir una vez, si tú no te ocupas de ese problema pronto, lo haré yo —dijo Eriol en un tono serio poniendo énfasis en "ese"—... ¿es un trato? —concluyó esbozando una sonrisa.

¿Y mi mamá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora