10 - Una historia

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En cuanto Tomoyo y Nakuru salieron de la habitación, Erick se acercó lentamente a Eriol, quien había comenzado a rebuscar en la alacena.

—Eriol Hiragizawa —lo llamó en aquel tono que solo usaba cuando su hijo había hecho algo "malo" o indebido— ¡¿Pensabas decirme en algún momento que tengo una nieta?!... Sé que siempre tenemos nuestras diferencias pero... ¡¿ocultar una familia por tanto tiempo?! ¿En qué rayos pensabas?

—Lo siento, en verdad lo siento, no quería que esto fuera así pero... que puedo decirte... todo lo que quiero es que ellas estén bien —Eriol miró a su padre y ante él volvió a encontrar a aquel hombre comprensivo que lo castigaba haciéndolo limpiar el jardín cada vez que hacia alguna travesura en el colegio, actividad que tenía poco de castigo ya que era algo que le gustaba mucho hacer.

—¿Por qué no me dijiste? ¿Cuándo no te escuché o apoyé? Sé que no he sido el mejor de los padres, siempre ocupado, pero por eso mismo siempre traté de ponerme en tu lugar y entenderte... en aquel entonces me fue imposible entender el porqué de tu fijación con esa mujer y hoy no entiendo ¿Por qué ocultas a tu familia?

—Sí fuiste el mejor de los padres y en verdad he hecho cosas que ni siquiera yo comprendo, pero esto tiene una explicación —agregó Eriol con una tenue sonrisa, mientras su mente se devanaba tratando de buscar alguna explicación que sonara creíble.

—Espero que sea muy buena esa explicación... ¿Cómo me dijiste que era el apellido de?... ¿Es tu esposa?

—Daidouji y... no, todavía no estamos casados —respondió Eriol rogando para que su padre no le diera un sermón por eso.

—Daidouji... ¿es algo de Sonomi Daidouji?

—Es mi madre —dijo la amatista volviendo a entrar en la cocina seguida por Nakuru.

—Un momento ya sabía que había visto esos ojos antes... ¿Tú eras la niña con la que Eriol hizo amistad durante su estadía en Japón? —preguntó mirando primero a Tomoyo y luego a su hijo.

—Bien, desayunamos así luego Na puede ir a jugar y nosotros hablamos —dijo Eriol dejando una bandeja con pastelillos sobre la mesa.

Todos se sentaron y desayunaron muy lentamente a excepción de Nakuru quien termino en unos minutos y salió de la cocina corriendo detrás de Spinel.

—Bien Eriol, creo que una de las cosas que hice bien fue educarte como un caballero, así que espero que comiences.

—Bien... Tomoyo y yo nos conocimos en mi primera estadía en Tomoeda, allí inicio nuestra amistad y como ya sabes desde entonces aquella ciudad se convirtió en mi segundo hogar...

—Sí, recuerdo cuanto tenía que insistir para que volvieras —acotó Erick provocando una risita en la amatista.

—Sí, lo sé... bien recuerdas que la secundaria prácticamente la termine allá, bien en ese tiempo nuestra relación se volvió cada vez más cercana —agregó centrando sus orbes azules en la amatista.

—Mi mejor amiga y su mejor amigo estaban en pareja, eso hizo que nos acercáramos más, por lo general no queríamos hacer un mal tercio y bueno terminamos en una relación un tanto confusa —dijo Tomoyo centrando sus ojos en la taza que todavía contenía algo de té.

—Un momento, ¿en ese tiempo no estabas en una relación con aquella mujer? —esas últimas palabras salieron, de Erick, cargadas de desprecio.

—Sí, pero Tomoyo simplemente enredó y comenzó a derrumbar todo lo que pensaba y sentía —dijo Eriol mientras su mente era invadida por un recuerdo...

"El pelinegro caminaba por las calles de la ciudad, algo desanimado, había discutido con Kaho y ella solo termino la discusión diciendo que se comportaba como un niño y finalmente se fue a su viaje de negocios y lo dejo para que pensara en lo que había hecho.

¿Y mi mamá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora