Capítulo 2.

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Encendió un cigarrillo. Lo aspiró lentamente, intentando relajarse. Estaba tenso, se podía notar fácilmente en los músculos de sus brazos. Apoyó un brazo sobre el marco de la ventana. Cómo llovía esa noche en Londres. ¿Y dónde demonios estaban...?

Tocaron la puerta. Habían llegado.

- Por fin se aparecen...- murmuró por lo bajo abriendo la puerta, dejando que los cuatro muchachos entraran a la pobre habitación.

- Eh, ¿qué pasa, Zayn?- preguntó Louis, sonriendo con ironía. - ¿Muy estresado?- palmeó su espalda.

- No me toques, imbécil.- exclamó alejándose bruscamente.

- Tranquilo, amigo...- murmuró Harry intentando calmarlo. - ¿Qué te pasa?

Zayn suspiró y golpeó la pared.

- Nada, solo estoy cansado de hacer esto... Siempre soy yo el que debe buscar el paquete, ya estoy cansado. Solo quiero terminar con esta misión, tomar el dinero y salir de esta porquería...- murmuró cansado.

La "misión" esta vez consistía en que cada uno debía llevarse a una chica, y huír con ella a algún lugar recóndito del mundo para no levantar tantas sospechas. Una vez separados, debían averiguar las claves de sus cuentas bancarias y vaciarlas, para luego deshacerse de la chicas.

Si todo salía bien, llevaría menos de una semana volver a la normalidad... para ellos.

Entraron a la habitación donde estaban las secuestradas. Zayn encendió la luz, dejándolos ver a aquellas preciosuras vestidas de fiesta sentadas en el suelo, atadas de manos y pies, y con las bocas tapadas.

- Buenas noches, señoritas...- sonrió Liam observando fijamente a cada una. - ¿Quién de ustedes vendrá conmigo?

- Elijan.- dijo Zayn, para luego aspirar su cigarrillo aún encendido.

- Bien...- Harry se acercó a una de ellas, la de cabello castaño y ojos grises. Se arrodilló frente a ella y le sonrió. - Ella.- sentenció aún sonriente y sin dejar de mirarla. - La pasaré muy bien contigo...- rió tomando uno de sus brazos, obligándola a levantarse.

- Yo quiero a...- Louis parecía indeciso entre la morena y la de cabello blanquecino. - a ti.- señaló finalmente a la morena. Zayn se acercó y la levantó del suelo de un solo tirón, luego la empujó hasta Louis.

- ¿Tú?- preguntó el pelinegro a Liam.

- A ella...- señaló a la que Louis no había querido. - Parece ser tranquila.

Zayn repitió lo mismo que con la muchacha anterior, y como si fuera una bolsa se la entregó a Liam. Solo quedaban Juliette y la otra chica, una castaña de ojos avellana.

Niall observó a las dos.

- Me llevaré a la rubia.

- No.- negó Zayn firmemente. - Ella viene conmigo. Llévate a la otra.

- Oye, ¿desde cuándo tú tomas las decisiones?- el rubio lo cuestionó.

- ¿Y desde cuándo tú las tomas? Llévate a la otra o yo me las llevo a ambas.- exclamó Zayn, decidido.

Niall bufeó.

- Pues vete al diablo...- dijo tomando del brazo a la castaña. La levantó del suelo y salió de la habitación.

Zayn y Juliette se quedaron solos en la habitación. Él caminó de un lado a otro fumando su cigarrillo. Ella solo lo observaba, no le quitaba sus hinchados ojos de encima ni por un segundo.

- ¿Quieres?- preguntó Zayn con sarcasmo al notar que lo estaba mirando. No obtendría respuesta ya que su boca seguía tapada por un pañuelo y mucha cinta. Tiró el cigarrillo al suelo y se acercó a ella. Juliette intentó retroceder, casi por instinto, pero chocó contra la pared tras unos pocos centímetros. Estaba temblando. - Hey, ¿por qué tan asustada? - susurró arrodillándose frente a ella para quitar la mordaza delicadamente. - Tranquila.

- ¡Déjame salir de aquí, maldito imbé...- alcanzó a gritar antes de que él tapara su boca con una mano.

- No grites, despertarás a los vecinos.- sonrió irónico. La chica soltó un pequeño llanto ahogado. - Escucha, no tengo por qué hacerte daño si sigues mis instrucciones al pie de la letra... no como lo hiciste hace unas horas cuando fui a buscarte. ¿Entiendes?- sacó la mano de su boca para que pudiera hablar y respirar.

- Van a encontrarme, malparido. Van a encontrarme, mi padre tiene...

- No me interesa lo que tu papi haga, linda. Te aseguro que no nos encontrarán.- dijo saliendo de la habitación con desinterés. Ya estaba acostumbrado a eso, a oír esas palabras.

- ¡Te vas a pudrir en la cárcel, maldito!- gritó Juliette llorando. - Me van a encontrar, me van a sacar de aquí...- murmuró, casi para ella misma.

- ¡Claro! - gritó él desde la cocina. - Ah, por cierto... Prepárate. Nos vamos de viaje.

- ¿A dónde me llevarás?- preguntó la chica, cada vez con menos esperanzas de ser rescatada de ese secuestrador.

- A Nueva York. Nos vamos a Nueva York esta misma noche.

SecuestradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora