Capítulo 7.

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La ciudad de Nueva York había amanecido lluviosa y fría. La poca luz que entraba a la habitación a través de la alta ventana le indicó a Juliette que ya era de día.

Se levantó y caminó al baño, se miró en el espejo y... Dios, estaba cada día más horrenda. Descolorida, despeinada, sucia y hasta más delgada. No había comido, no se había duchado, no había hecho ejercicio como normalmente lo hacía, y eso se notaba.

Intentó arreglar su imagen un poco, pero fue inútil. Se resignó y salió del baño. Se encontró con Zayn afuera, esperándola en el umbral de la puerta.

- Hola...- susurró Juliette, sin saber qué pasaba.

- Ven.- le indicó él, volviendo a la sala. Ella obedeció y lo siguió. - Siéntate...- agregó mostrándole una silla junto a la pequeña mesa. - Necesito que me des las claves de tus tarjetas... Escríbelas.- dijo dándole un papel y un lapiz.

- ¿Que te de las...- preguntó Juliette, confundida.

- Escuchaste bien, las claves de tus tarjetas. Las necesito... para terminar con esto rápido.- respondió fríamente.

- Pero...

- Juliette, escribe las claves...- dijo llevándose una mano a la cabeza, impacientándose.

- Yo...

- ¡Escribe las malditas claves en la hoja!- gritó caminando lejos de ella para no cometer un estúpido error. En ese momento la mente de Juliette quedó en blanco. No podía recordar nada. No entendía qué sucedía... La noche anterior él parecía ser tan delicado, y ahora... Prefería al hombre de la noche anterior, no podía mentir.

Sus manos temblaban mientras digitaba un par de números, rogando no equivocarse. Dejó el lapiz a un lado al terminar.

- Faltan dos.- dijo él observando el papel.

- Es que...

- ¡Escribe TODAS las claves, maldita sea!

- No las recuerdo...- sollozó Juliette, encogiendo los hombros y quedándose así durante unos momentos.

Zayn tomó la hoja y la arrugó en su puño. Sin abrir la mano, golpeó la pared fuertemente, haciendo que se estremeciera toda la habitación. Juliette temblaba en su lugar.

- ¡Mierda! Mierda, mierda, ¡MIERDA!- exclamó apoyando la cabeza contra la pared. No estaba molesto con Juliette, sino con él mismo. Se había pasado la noche caminando por la ciudad, pensando, recordando la porquería de persona que era. Todo lo que había hecho, todos esos horribles recuerdos que nunca pensó que lo harían sentir culpa, volvían a su mente y le estrujaban las entrañas, haciendo que solo deseara morir por lo cruel que había sido con personas indefensas. - Ya no llores...- logró controlarse y hablar. Juliette lloraba desconsoladamente, muerta de miedo y con los nervios de punta. - Solo... recuerda las claves, ¿quieres?- la miró solo por un segundo. Ella asintió limpiando sus ojos de las lágrimas. Era todo lo que necesitaba ver. - Siento eso... Tú no tienes la culpa. Lo lamento. Mientras antes terminemos con esto mejor para los dos... Lo olvidaremos y ya.

Tomó su chaqueta de cuero y salió del departamento otra vez, dejando a Juliette sola.

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