Capítulo 22.

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Abrió los ojos lentamente. La luz de esa pequeña ventanita en la habitación dejaba entrar la luz del sol justo sobre su rostro. En otra circunstancia, habría maldecido al sol, a la ventana y a Zayn por conseguir ese lugar, pero no lo haría esa mañana. Se sentía feliz, sin ganas de pelear o discutir. Solo se volteó.

Se encontró con un montón de sábanas revueltas. Estaba sola en la cama, y un profundo silencio invadía el departamento. Se levantó y cubrió con las sábanas para inspeccionar el lugar; definitivamente estaba sola. ¿Dónde iba Zayn todas las mañanas? Ya se lo preguntaría.

Se duchó y vistió. Se sentía dferente, renovada. Con solo ponerse a recordar cómo había sido la noche anterior; con solo ponerse a pensar cómo la había tratado Zayn... Esta vez había sido diferente que la primera vez que tuvieron sexo. Esta vez fue más dulce. Como si todo eso hubiera venido de un Zayn diferente, uno que solo ella podía llegar a conocer. ¿Era posible, o solo se lo estaba imaginando? Tan solo pensar que él podría sentir algo más se le erizaba la piel.

Estaba desayunando cuando aguien tocó la puerta del departamento con fuerza.

- ¡Abran la puerta!- gritaron desde afuera. A Juliette se le enfrió la sangre. - ¡Es la policía, abran la puerta!- volvieron a gritar. Las rodillas le temblaron.

¿Quién iba a decirlo? Hace unos días moría por irse de ahí, porque la encontraran, por no volver a ver a Zayn nunca más. Y ahora, deseaba todo lo contrario.

La puerta comenzó a temblar, intentaban abrirla. La madera de quebraba de a poco, y antes de lo esperado, Juliette ya no estaba sola en aquel departamento, sino que diez hombres, con armas en los hombros, le apuntaban el rostro.

- Juliette...- susurró uno de los policías; al parecer, quien llevaba a cargo el caso de su búsqueda. - No te muevas.

- No hay nadie aquí...- murmuró ella, asustada, agradeciendo que Zayn no estuviera en ese momento.

- ¿Dónde está Malik?- preguntó el oficial. Los otros oficiales bajaron la guardia al notar que él no estaba con ella.

- No sé... yo... no sé nada de él...- insistió. Y no les diría más, pues no delataría a Zayn... jamás. No después de lo que habían pasado.

- ¿No vas a decirnos?- volvió a preguntarle el oficial. - Linda... nosotros somos los buenos... Venimos a ayudarte, no sabes lo preocupada que está toda tu familia por ti... ¿lo has pensado?

- Yo no sé nada de Zayn.- lo miró a los ojos. El oficial empezaba a impacientarse. Hizo unas cuantas señales a los demás oficiales, estos se colocaron estratégicamente en la ventana y otros en la puerta.

- ¿Lo defenderás, Juliette? ¿Defenderás a ese imbécil que te secuestro y que planea matarte?

Ella guardó silencio. "No, Juliette, tú confías en Zayn, sabes que no iba a hacerte daño", se recordó a sí misma.

- Vaya, vaya... veo que ese tipo ha sido inteligente esta vez,- dijo el oficial con las manos en la cintura. - tanto, que hasta has llegado a creerle...- rió. - Bien. No me dirás dónde encontrarlo.

- No lo sé...- dijo otra vez.

- No vas a colaborar... bien.- suspiró. - Ven conmigo. Al menos vas a conocer a Zayn Malik realmente. Luego puedes decirme si sigues confiando en él...

...

Una vez más escuchó la cinta. Sus ojos estaban a punto de estallar por las lágrimas. No podía creerlo...

- Entonces, a dos calles del Central Park. Déjala ahí, yo llevaré a la mía cuando termine.

- Bien. Te llamaré cuando esté todo listo.- dijo otra voz, y terminó con la llamada.

El oficial quitó la grabadora de la mesa.

- ¿Y entonces?

- Tal vez... hablaba de algo más.- dijo Juliette, completamente incrédula. Es que no podía creer que Zayn tenía todo preparado para matarla al día siguiente. Ese era el plan al principio, pero según él, no iba a hacerle daño.

El oficial blanqueó los ojos.

- Juliette, escucha... Encontramos tres cuerpos en ese lugar. Eran los cuerpos de tres de las chicas que estaban contigo de vacaciones. Malik estaba a cargo de esta misión, iban a matarlas a todas y a huír con el dinero. Él iba a matarte.

Miró a las fotografías. Cientos de chicas más habían sido secuestradas por él, y ahora estaban muertas... todas ellas. Quién sabe a cuántas más les habría dicho que no les haría daño, a cuántas de ellas habría besado, con cuántas se habría acostado. Y la grabación... Era la voz de Zayn, era él. Iba a matarla, no le importaba en lo más mínimo, iba a matarla. Todo lo que había pasado era falso, él no la quería.

- Si quieres podemos oír la cinta una vez más, para que no tengas dudas.- dijo otro oficial tomando la grabadora nuevamente.

- No,- le indicó ella, a punto de romper en llanto. Tenía un nudo en la garganta, necesitaba gritar y llorar a gusto. - ya entendí, ¿si? Les juro que no sé donde podría estar él en este momento.

- Y nosotros confiamos en ti.- el oficial intentó acercársele, pero ella lo impidió. - Lo vamos a atrapar de todas formas.

"Te odio..."

Juliette recordó esas palabras en su mente. Cuánto le hubiera gustado sentir eso en ese mismo instante. Odiarlo... Odiarlo muchísimo, para así olvidarlo más rápido. ¿Cómo había sido tan tonta? ¿Cómo pudo enamorarse de él... de un secuestrador?

...

Zayn corrió hasta el edificio. Se le había hecho tarde. Juliette de seguro ya estaba despierta, con ganas de desayunar, con ganas de verlo... "¿De verme?", pensó. Se rió solo en medio de la calle. "¿Me habrá extrañado?", volvió a pensar. Él sí que la había extrañado, había pasado la mañana entera pensando en ella, en sus ojos, su sonrisa, en sus besos... Ya estaba a punto de llegar, y lo primero que iba a hacer era decirle lo que sentía.

Quiso doblar la esquina para llegar al viejo edificio donde estaban, entonces vio toda la calle, llena de automóviles blindados. Mucho alboroto, autos de policía y gente curiosa observando.

"Mierda", pensó. Se desvió en el camino. Lo habían encontrado. Lo habían encontrado a él y a...

- ¡Juliette!- exclamó. Maldición, tenían a Juliette. Tenía dos opciones: seguir alejándose, y desaparecer con el dinero de su secuestrada; o quedarse. Quedarse, y no permitir que nadie le quitara a su chica. Su Juliette, suya. - Vamos, Zayn... Debes volver.- pensó en voz alta. - No puedes dejarla, tú... Tú la amas.

SecuestradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora