Capítulo 4.

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Despertó cubierta por una fina capa de sudor. Todo el cuerpo le dolía como si hubiera dormido sobre un duro colchón en el suelo... Luego recordó que así había sido.

Había intentado descansar, pero solo estuvo teniendo pesadillas durante un par de horas.

Observó por la diminuta ventana que estaba a varios metros de alto en la pared: debido a la poca luz que entraba desde afuera supuso que aún faltaban un par de horas para el amanecer. Se sentó en el colchón, observó el lugar como si no tuviera nada más para hacer. Intentó masajear su contracturado cuello, pero solo logró agudizar el dolor. Decidió finalmente levantarse, quedarse allí solo empeoraba todo. Caminó al baño y se puso su vestido nuevamente. Parecía lucir peor que cuando se había ido a dormir. Su rostro destilaba cansancio y, por mucho que intentara ocultarlo, miedo... desesperación. Había vuelto a la habitación, dispuesta a negociar con Zayn un par de cosas, cuando escuchó un ruido, una voz... algo que desearía no haber escuchado.

- ¡Sí! - exclamó una voz femenina, obviamente desde la sala. Se acercó lentamente, intentando no hacer ruido, cuando escuchó nuevamente aquella voz. - Sí, sí, ¡sigue!- exigía. Parecía un... gemido. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Juliette con tan solo pensar en lo que estaba a punto de ver.

Abrió la puerta sigilosamente, lo suficiente como para ver qué sucedía afuera. La oscuridad de la noche le ayudaba a ocultarse.

Tardó un segundo en entender la escena, pero pudo distinguirla fácilmente una vez que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad: Zayn, sobre el sofá... con una mujer. Los veía moverse fervientemente, sin parar ni por un segundo, los escuchaba gemir por el placer que se brindaban mutuamente. Él la embestía rápidamente, haciéndola retorcerse sobre el sofá, provocando aquellos gritos.

- ¿Te gusta?- preguntó él con la voz ahogada entre gemidos y susurros que no alcanzaba a oír de esa pelirroja.

- ¡Ah! Sí, no pares, no pares...- exclamó, aferrándose aún más a su musculosa espalda. - Más rápido...- masculló, y él no tardó en darle lo que quería; la penetraba más rápido, con esa misma fuerza que hacía que a Juliette se le erizara la piel.

Su vista se nubló por un segundo, sus piernas temblaban, sintió que por poco caería al suelo, deseosa... Sí, deseosa de ser ella quien disfrutaba de ese tan apasionado hombre, del inmenso placer que debía estar sintiendo aquella mujer, teniéndolo dentro de su cuerpo. Apretó el marco de madera al mismo tiempo que mordía sus labios; cerró los ojos y los escuchó durante algunos segundos más. Sintió que la temperatura de su cuerpo aumentaba con rapidez, sintió la necesidad de ser penetrada por su secuestrador también. Si lo iba a hacer de aquella manera, estar encerrada con él sería la mejor tortura que podría haber imaginado.

Volvió a la realidad, un ruido la despertó de aquel excitante trance: la vieja madera crujiendo entre sus dedos debido a la presión que estaba ejerciendo sobre ella. Abrió los ojos, ya no se escuchaban gemidos. Corrió al colchón tan rápido como pudo, pero antes de que pudiera siquiera pestañear otra vez, las luces de la habitación estaban encendidas.

- Estás despierta...- escuchó la voz de Zayn tras ella. Se volteó asustada. Lo observó de arriba a abajo, y sintió cómo el calor se apoderaba de su cuerpo nuevamente. Él llevaba solo unos jeans a la cadera, su cabello estaba desordenado y su cuerpo cubierto de sudor. - ¿Estabas espiándome?- preguntó él con una sonrisa ladeada. Juliette se apresuró a negar con la cabeza. - Yo creo que sí estabas de mirona...- agregó. - por eso estás así.

- ¿Así... cómo?- preguntó ella, intentando sonar natural y tranquila. Se estaba esforzando mucho y aun no lo lograba.

- Así... pálida y temblorosa.- murmuró sin quitar sus ojos de los de ella, comiéndosela con la mirada. Esa mirada, tan profunda y fuerte, llegó a intimadarla, tanto que tuvo que desviar la suya. Aunque lo intentó, no pudo pasar por alto su gran bulto, aún erecto. Se mordió el labio inferior observándolo. - Y...- Zayn entrecerró la puerta de la habitación para acercarse a Juliette lentamente. Ella retrocedía. - hasta podría apostar...- ella chocó contra la pared, pero él seguía acercándose. - que estás mojada luego de haberme visto haciéndoselo a esa, ¿cierto?- le sonrió íntimamente. Se apegó a ella, posó sus manos en sus caderas y las acarició con delicadeza. Las deslizó hacia su espalda y la atrajo aún más a él, rozando su erección en su vientre, intentando demostrarle de alguna manera todo lo que provocaba en él. Ahora estaba mucho más excitado, necesitaba metérselo de una vez por todas. - Dímelo...- susurró rozando sus labios. - Dime que quieres que te bese, que te coma entera. Dime que me quieres sentirme dentro de ti, vamos... Dímelo, muñeca.- volvió a susurrar en un suspiro.

Juliette sintió que moriría. Escuchar su voz hablando lenta y suavemente, sentir su aliento tibio sobre su piel, sus manos abrazando su cuerpo, sentir aquel inmenso placer que estaba sintiendo la prostituta esa, sentirlo dentro de ella, sí... Eso era todo lo que quería. Disfrutarlo, sabía que si se dejaba llevar por un momento más pasaría.

Por un segundo el sentido común se le había escapado, pero logró recuperarlo a tiempo.

- No.- dijo firme. - Nunca estaría con alguien como tú.

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