Capítulo 19

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La mañana pareció transcurrir muy lentamente con la habitual ronda de citas. Por mucho que intentase concentrarse en sus pacientes y sus problemas, no lo lograba.

Una y otra vez, su mente volvía a recordar una piel tostada por el sol y unos ardientes ojos verdes.

Y una sonrisa...

Cómo desearía que Harry no le hubiese sonreído jamás. Esa sonrisa podía muy bien ser su perdición.

—...y entonces le dije: «Dave, mira, si quieres ponerte mi ropa, de acuerdo. Pero no toques mis vestidos de diseño, porque cuando te los pones, me doy cuenta de que te quedan mejor que a mí, y me dan ganas de dárselos todos al Ejército de Salvación.» ¿Hice bien, doctora?

_____ alzó la vista del cuaderno donde garabateaba bocetos de hombres «contentos» con lanzas en ristre.

— ¿Qué decías, Rachel? —le preguntó a la paciente, sentada en el sillón justo enfrente de ella.

La mujer era una fotógrafa elegantemente vestida.

— ¿Estuvo bien lo de decirle a Dave que no se pusiera mi ropa? A ver, joder, no sienta muy bien que a tu novio le quede tu ropa mejor que a ti, ¿no?

_____ asintió.

— Por supuesto. Es tu ropa y no tendrías por qué cerrar tu vestidor con llave.

— ¿Lo ve? ¡Lo sabía!, eso fue lo que le dije. ¿Pero acaso me escuchó? No. Él puede llamarse Davida siempre que quiera, y decirme que es una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre; pero cuando aterriza, me escucha como lo hacía mi exmarido. Juraría...

_____ miró inadvertidamente la hora... otra vez. Casi había acabado con Rachel.

— Ya sabes, Rachel —le dijo, cortándola antes de que pudiese comenzar su consabida arenga sobre los hombres y sus irritantes costumbres—, quizás deberíamos dejar el tema para el lunes, cuando tengamos la sesión conjunta con Dave, ¿no crees?

Rachel asintió.

— Estupendo. Pero recuérdeme el lunes que le hable sobre Chico.

— ¿Chico?

— El chihuahua que vive en el apartamento de al lado. Juraría que ese perro me ha echado el ojo.

_____ frunció el ceño. No era posible que Rachel insinuase lo que ella estaba imaginado que en el fondo quería decir.

— ¿El ojo?

— Ya sabe, el ojo. Puede que parezca un chucho, pero ese perro sólo piensa en el sexo. Cada vez que paso a su lado, me mira la falda. Y no se imagina lo que hace con mis zapatillas de deporte. Ese perro es un pervertido.

— Vale —contestó _____, interrumpiéndola de nuevo. Empezaba a sospechar que no podía hacer nada con Rachel, y su obsesión acerca de que todos los hombres del mundo se morían por poseerla—. Definitivamente, nos ocuparemos de desentrañar el enamoramiento que ese Chihuahua siente por ti.

— Gracias doctora. Es usted es la mejor —Rachel recogió su bolso del suelo y se encaminó hacia la puerta.

_____ se frotó la frente mientras las palabras de Rachel aún resonaban en su cabeza. ¿Un chihuahua? ¡Jesús!

Pobre Rachel. Tenía que haber algún modo de ayudar a esta pobre mujer.

Aunque, por otro lado, era preferible tener a un chihuahua lanzando miradas lujuriosas a tu falda, que a un esclavo griego.

— Ay, Lisa —resopló—, ¿cómo consigues meterme en estos líos?

Antes de poder hilar ese pensamiento, sonó el zumbido del intercomunicador.

— ¿Sí, Selena?

— Su cita de las once ha sido cancelada, y durante la hora de la señorita Thibideaux, su amiga Lisa Laurens ha llamado seis docenas de veces; y no estoy exagerando, ni bromeando. Ha dejado una cantidad impresionante de mensajes para que la llame al móvil tan pronto como sea posible.

— Gracias, Selena.

Cogió el teléfono y marcó el número de Lisa.

— ¡Uf, gracias a Dios! —exclamó su amiga antes de que _____ pudiese pronunciar palabra—. Mueve el culo hasta aquí y llévate a tu novio a tu casa. ¡Ahora mismo!

— No es mi novio, es tu...

— ¡Ah!, ¿quieres saber lo que es? —le preguntó Lisa con un tono histérico—. Es un jodido imán de estrógenos, eso es lo que es. Estoy rodeada de una multitud de mujeres en este mismo momento. Marie está encantada, porque está vendiendo más cerámica de la que ha vendido en su vida. He intentado llevar a Harry de vuelta a tu casa esta mañana, pero no he podido abrir un huequecito en semejante muchedumbre. Te juro que si lo ves, pensarías que hay un famoso. Es la primera vez que soy testigo de algo así. Y ahora, ¡mueve el culo y ven a ayudarme!

Y colgó.

_____ maldijo su suerte y le pidió a Selena, a través del intercomunicador, que cancelara todas las citas pendientes para el resto del día.

Tan pronto como llegó a la plaza, entendió lo que Lisa había querido decirle. Habría unas veinte mujeres rodeando a Harry, y docenas más boquiabiertas al pasar cerca del tenderete.

Las que estaban más cerca de él, se empujaban a codazos tratando de llamar su atención.  

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Atte: UnaMuyCrazyDirectioner 

Esclavo Sexual «Harry & _____»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora