Capítulo 58 (4/10)

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— Joven, el valor de ese anillo que lleva es incalculable. Me encantaría saber cómo puede conseguirse algo así. Y a ese respecto, mataría por saber qué le ocurrió a su dueño original.
_____ miró incómoda a Lisa.
Harry hizo una mueca sarcástica a Ben.
— Harry de Macedonia desató la ira de los dioses y fue castigado por su arrogancia.
— Supongo que esa podría ser otra explicación —en ese momento, sonó la alarma de su reloj—. ¡Joder! Tengo que recoger a mi esposa.
Se puso en pie y le ofreció la mano a Harry.
— No nos han presentado adecuadamente. Soy Ben Lewis.
— Harry—le contestó, aceptando el saludo.
El doctor Lewis se rió. Hasta que se dio cuenta que Harry no bromeaba.
— ¿En serio?
— Me pusieron el nombre de su general macedonio, se podría decir.
— Su padre debe haber sido como el mío. Dos amantes de todo lo griego.
— En realidad, en mi caso su lealtad iba para Esparta.
Ben se rió con más ganas. Echó una mirada rápida a Lisa.
— ¿Por qué no lo traes a la próxima reunión del Sócrates? Me encantaría que los chicos lo conocieran. No es muy frecuente encontrar a alguien que conoce la historia griega tan profundamente como yo.
Dicho esto, volvió a dirigirse a Harry.
— Ha sido un placer. ¡Nos vemos! —le dijo a Lisa.
— Bueno —comenzó a decir Lisa una vez que Ben hubo desaparecido entre el gentío—, amigo mío, has logrado lo imposible. Acabas de dejar impresionado a uno de los investigadores de la Antigua Grecia más importantes de este país.
Harry no pareció impresionarse demasiado, pero _____ sí lo hizo.
— Lisa, ¿crees que es posible que Harry pueda trabajar como profesor en la facultad una vez acabemos con la maldición? Estaba pensando que pod...
— No, _____ —la interrumpió él.
— ¿Que no qué? Vas a necesitar...
— No voy a quedarme aquí.
La mirada fría y vacía que tenía en aquel momento era la misma con la que la había mirado la noche en que lo convocaron. Y a _____ la partió en dos.
— ¿Qué quieres decir? —inquirió ella.
El desvió la mirada.
— Atenea me ha hecho una oferta para devolverme a casa. Una vez rompamos la maldición, me enviará de nuevo a Macedonia.
_____ se esforzó por seguir respirando.
— Entiendo —dijo, aunque se estaba muriendo por dentro—. Usarás mi cuerpo y después te irás. —Y siguió con un nudo en la garganta: — Al menos no tendré que pedir a Lisa que me lleve a casa después.
Harry retrocedió como si lo hubiese abofeteado.
— ¿Qué quieres de mí, _____? ¿Por qué ibas a querer que me quedara aquí?
Ella no conocía la respuesta. Lo único que sabía era que no quería que se marchara. Quería que se quedara.
Pero no en contra de su voluntad.
— Te voy a decir algo —le dijo. Comenzaba a enfadarse ante la idea de que él desapareciera—; no quiero que te quedes. De hecho, se me está ocurriendo una cosa, ¿qué tal si te vas a casa de Lisa por unos días? —y entonces miró a su amiga—, ¿te importaría?
Lisa abría y cerraba la boca como un pez luchando por respirar. Harry alargó un brazo hacia _____.
— _____...
— No me toques —le advirtió apartando su propio brazo—. Me das asco.
— ¡_____! —exclamó Lisa—. No puedo creer que tú...
— No importa —dijo Harry con voz fría y carente de emoción—. Al menos no me ha escupido a la cara con su último aliento.
Lo había herido. _____ podía verlo en sus ojos; pero ella también se sentía muy herida. Terriblemente herida.
— Hasta luego —le dijo a Lisa y se marchó, dejando allí a Harry.
Lisa dejó escapar el aire lentamente mientras observaba a Harry, que contemplaba cómo _____ se alejaba de ellos. Su cuerpo estaba totalmente rígido y tenía un tic en la mandíbula.
— Donde pone el ojo, pone la bala. Un golpe directo al corazón. Una herida en carne viva.
Harry la dejó clavada con una mirada francamente hostil.
— Dime, Oráculo. ¿Cuáles deberían haber sido mis palabras?
Lisa barajó sus cartas.
— No lo sé —le contestó melancólicamente—. Imagino que no te habría ido tan mal si hubieses sido honesto.
Harry se frotó los ojos y se sentó en la silla, frente a Lisa. No había tenido intención de herir a _____.
Y jamás podría olvidar esa mirada, mientras le escupía las horribles palabras: «No me toques. Me das asco.»
Se esforzó por seguir respirando, aguantando la agonía. Las Parcas seguían burlándose de él.
Debían tener un día aburrido en el Olimpo.
— ¿Quieres que te lea las cartas? —le preguntó Lisa, devolviéndolo al presente.
— Claro, ¿por qué no? —contestó. No iba a decirle nada que no supiera ya.
— ¿Qué quieres saber?
— ¿Alguna vez...? —se detuvo antes de formular la misma pregunta que hiciera, siglos atrás, al Oráculo de Delfos— ¿...conseguiré romper la maldición? —preguntó en voz baja.
Lisa barajó las cartas, y sacó tres de ella. Abrió unos ojos como platos.
Harry no necesitaba que las interpretara. Ya lo veía por sí mismo: una torre destrozada por un rayo, un corazón atravesado por tres espadas, y dos personas encadenadas y arrastradas por un demonio.
— No pasa nada —le dijo a Lisa—. Jamás he pensado que pudiese salir bien.
— Eso no es lo que nos dicen las cartas —susurró—. Pero tienes toda una batalla por delante.
Harry oltó una amarga carcajada.
— Manejo bien las batallas —era el dolor que sentía en el corazón lo que iba a acabar con él.
..
_____ se limpió las lágrimas de la cara mientras entraba en el camino de acceso al jardín. Apretó los dientes al bajarse del coche, y cerró la puerta con un fuerte golpe.

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Dedicado a:    Gracias por todo linda! :D





Esclavo Sexual «Harry & _____»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora