Capítulo 59 (5/10)

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A la mierda con Harry. Podía quedarse atrapado en el libro para toda la eternidad. Ella no era un trozo de carne a su entera disposición.
¿Cómo pod...?
Buscó en el bolsillo las llaves de la entrada.
— ¿Y cómo no iba a hacerlo? —murmuró. Sacó la llave y abrió la puerta.
La ira la consumía. Estaba siendo irrazonable, y lo sabía. Harry no tenía la culpa de que James hubiese sido un cerdo egoísta. Como tampoco era culpable de que ella temiese ser utilizada.
Estaba culpando a Harry por algo en lo que no había participado, pero aún así...
Sólo quería a alguien que la amara. Que alguien quisiera quedarse a su lado.
Y había esperado que al ayudar a Harry se quedara cerca y...
Cerró la puerta y meneó la cabeza. Por mucho que deseara que las cosas fuesen distintas, nada iba a cambiar, puesto que no estaba escrito que fuesen de otro modo. Había escuchado lo que Ben contó acerca de la vida de Harry. La historia que el mismo Harry contó a los niños sobre la batalla.
Recordaba el modo en que había cruzado la calle como una exhalación para salvar al niño.
Él había nacido para liderar un ejército. No pertenecía a esta época. Pertenecía a su mundo antiguo.
Era muy egoísta por su parte intentar mantenerlo a su lado, como si fuese una mascota que acabase de rescatar.
Subió las escaleras penosamente, con el corazón destrozado. Tendría que alejarse de él. Era todo lo que podía hacer. Porque, en el fondo, sabía que cuanto más supiese acerca de Harry, más cariño le cogería. Y si él no tenía intención de quedarse, acabaría muy herida.
Había subido la mitad de la escalera, cuando alguien llamó a la puerta principal. Por un instante, se le levantó el ánimo al pensar que podía ser Harry; hasta que llegó a la puerta y vio la silueta de un hombre bajito esperando en el porche.
Entreabrió la puerta y emitió un jadeo.
Era Justin Carmichael.
Llevaba un traje marrón oscuro, con una camisa amarilla y corbata roja. Se había peinado hacia atrás el pelo corto y negro, y le dedicaba una radiante sonrisa.
— ¡Hola _____!
— Señor Carmichael —lo saludó glacialmente, aunque el corazón le latía a toda prisa. Había algo definitivamente espeluznante en este tipejo delgado—. ¿Qué está haciendo aquí?
— Pasaba por aquí y me detuve para saludar. Se me ocurrió que pod...
— Tiene que marcharse.
Él frunció el ceño.
— ¿Por qué? Sólo quiero hablar contigo.
— Porque no atiendo a mis pacientes en casa.
— Vale, pero yo no soy...
— Señor Carmichael —le dijo con brusquedad—. Tiene que marcharse. Si no lo hace, llamaré a la policía.
Sin hacer mucho caso a la ira de _____, asintió con la cabeza, demostrando tener la paciencia de un santo.
— ¡Vaya! Entonces debes estar ocupada. Puedo pasar por aquí más tarde. Yo también tengo mucho que hacer. ¿Vengo luego entonces? Podemos cenar juntos.
Totalmente muda de asombro, _____ lo miró fijamente a los ojos.
— No.
Él sonrió ante la negativa.
— Vamos, _____. No seas así. Sabes que estamos hechos el uno para el otro. Si me dejas...
— ¡Márchese!
— Muy bien; pero volveré. Tenemos mucho de qué hablar —se dio la vuelta y bajó la escaleras del porche.
Con el corazón martilleando en el pecho, ella cerró la puerta y echó el seguro.
— Voy a matarte, Luanne —dijo mientras se dirigía a la cocina. Al pasar por la salita de estar, una sombra en la ventana llamó su atención.
Era Justin.
Aterrada, cogió el teléfono y llamó a la policía.
Tardaron casi una hora en llegar. Justin permaneció en el jardín todo el tiempo, de ventana en ventana, observándola a través de las rendijas de las persianas. Hasta que no vio que el coche de policía subía por el camino de entrada no desapareció por el patio trasero.
_____ tomó una profunda bocanada de aire para calmar sus nervios y abrió la puerta para que pasaran los agentes.
Se quedaron el tiempo suficiente para informarle de que no podían hacer nada para mantener a Justin alejado de ella. Lo mejor que podía hacer era conseguir una orden de alejamiento, pero puesto que era ella la que debía encargarse del tratamiento de Justin hasta que Luanne regresara, era algo totalmente inútil.
— Lo siento —se disculpó el policía en la puerta, mientras los acompañaba—, pero no ha incumplido ninguna ley que nos permita ayudarle a librarse de él. Podría solicitar una orden de detención por allanamiento, pero a menos que tenga antecedentes no servirá de nada.
El agente, un hombre joven, la miró compasivo.
— Sé que no le va a servir de mucho consuelo, pero podemos intentar patrullar la zona con más frecuencia. Aunque el verano es una época especialmente ajetreada para nosotros. A modo personal, le aconsejo que se marche a casa de un amigo durante un tiempo.
— De acuerdo, muchas gracias —tan pronto como se marcharon, corrió por toda la casa, asegurando puertas y ventanas con los cerrojos y pestillos.
Intranquila, lanzaba miradas en torno a su propio hogar, esperando ver a Justin entrar a través de un agujero en la pared, como si se tratara de una cucaracha.
Si tan sólo supiera realmente si el tipo era o no peligroso... Su informe del hospital psiquiátrico mencionaba un comportamiento desviado y persecutorio hacia mujeres, a las que acosaba pero jamás hería físicamente. Se limitaba a aterrorizar a sus víctimas imponiéndoles su presencia continuamente, por lo cual había sido enviado al hospital para comenzar a tratarlo.
Como psicóloga, _____ sabía que no había nada especialmente peligroso en Justin, pero como mujer estaba asustada.
Lo último que quería era acabar como una estadística más.
No, no podía quedarse allí esperando que el tipo regresara y la encontrara sola.
Se apresuró a subir las escaleras para hacer el equipaje.

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Esclavo Sexual «Harry & _____»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora