16: Es una cita.

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 ¿Como sucedió esto? ¿Como es posible qué aparezca por arte de magia una cicatriz en mi cadera sin que haya nacido con una? Una pequeña voz en mi cabeza me decía que esto tenia algo que ver con los gemelos o con ese famoso Venkishton que dice ser mi padre, pensar en eso me ocasionaba escalofríos. Solo espero que esto no traiga problemas a mi vida, porque es lo que menos quiero, problemas.

 Leslie insistía con llevarme a un medico para saber que era eso, ella sola llego a la conclusión de que la mancha era una picadura de algún insecto.

  —Tori, por favor, déjame llevarte a un medico—Sus ojos tenían un brillo, pero no era un brillo especial, era un brillo con preocupación.

  —Por décima vez Leslie, estoy bien, en serio que lo estoy—Ella me miro dudosa—Mira mi sonrisa.

 Leslie ignoro mi comentario y siguió caminando, deje que se adelantara unos pasos y me detuve para fijarme bien esa dichosa cicatriz

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 Leslie ignoro mi comentario y siguió caminando, deje que se adelantara unos pasos y me detuve para fijarme bien esa dichosa cicatriz. Aun seguía sin creer lo que mis ojos observaban, nunca en mi vida había tenido una cicatriz y es bastante extraño que me aparezca una así de la nada. No voy a mentirles, estaba asustada porque si llegaba a ser alguna enfermedad letal iba a enloquecer ¡SOY MUY JOVEN PARA MORIR!

 Llegamos al colegio justo a tiempo, a pesar de que hayamos salido temprano del departamento, con el tema de la mancha misteriosa en mi cadera perdimos el tiempo y llegamos justo cuando el timbre anunciaba el comienzo de las clases. Corrí hasta mi casillero para guardar algunas cosas que no usaría y saque mi libro de ciencias porque hoy me tocaba esa clase y comencé a caminar con destino a mi clase pero antes de entrar al salón me propuse ir al sanitario para poder arreglar mi cabello que se encontraba alborotado y de paso, ver esa cicatriz un poco mejor, ya llegaba tarde de todos modos.  

  Me dirigí a pasos rápidos al tocador que estaba a unos metros de donde me encontraba, entre y por suerte no había nadie, lo primero que hice fue retocar un poco mi cabello que se encontraba un poco alborotado, no, un poco no, mi cabello parecía un arbusto. Mire mi reflejo en el espejo y enfoque mi mirada en mi cara, definitivamente algo raro estaba pasando, me encontraba más blanca de lo normal, mi piel estaba un poco pálida ¿Qué mierda esta pasando?

Saque un papel y la pase por toda mi cara con la esperanza de que esta mañana allá exagerado un poco con el maquillaje y por esa razón estaba tan pálida pero no sucedió nada, la toalla húmeda estaba intacta. No sabría describir como me siento en estos momentos, aún no inventaron las palabras necesarias para definir como estoy, solo sé que tengo un poco de miedo.

Me convencí sola de que la razón por la que esté más pálida de lo normal era porque me estaba enfermando y que esa famosa "mancha" era la razón, capaz me picó alguna especie de insecto venenoso o habré comido algo que me provocó eso o tal vez el tema de la mancha me esta volviendo loca.

—Te estás volviendo loca, Tori—ya estaba loca, estaba hablando conmigo misma—Esa extraña cosa que te salió no significa nada, no sabes si es una mancha o una cicatriz, seguro que mañana ya desaparece por arte de magia.

  Estaba desesperada, necesitaba respuestas.

Agarre mis cosas y salí rápidamente empujando la puerta y al hacerlo se escuchó un golpe seco seguido de unos gemidos de dolor. Mire hacia arriba y le pregunté al señor Jesús por qué razón tenía que pasarme todo esto. Corrí la gran rectangular madera pintada de azul y me fijé en la persona que recibió el gran golpe de la puerta tirada en el suelo.

La persona herida levantó la mirada y frunció el ceño, quede pálida cuando lo vi, este día no podía empeorar más.

—Vaya que tienes mucha fuerza—Me miro fijamente con esos hermosos ojos color verde.

—Finn, perdón, en serio, no quise desquitarme contigo ni con la puerta—lo mire apenada—Perdón hermosa puerta, no era mi intención lastimarte—dije mientras acariciaba la gran madera color azul.

  Él soltó una pequeña sonrisa para luego hacer una mueca de dolor. Me arrodilló en frente de él y toqué con mis dedos el lugar del golpe rogando por el amor de Dios que no se empiece a hinchar o se haga algún chichon.

—¿Te duele?—pregunté temerosa.

—Si—contestó cortante.

Lo miro y sacó rápidamente mi mano al ver que le dolía pero él vuelve agarrarla y vuele a ponerla en su frente, lo mire extrañada.

—En ningún momento dije que sacarás la mano—me regaló una sonrisa.

—Perdóname, por favor—aleje mi mano lentamente del lugar rojizo.

—Mmm, tendría que pensarlo.

—No te hagas el difícil, Finn—rodeo mis ojos.

—Te perdonó con una sola condición.

Me reí;—¿Cuál?

—Que aceptes una cita conmigo.

QUÉ

Quede perpleja ante su propuesta.

Una cita con Finn Harries, uno de los vampiros antiguos de Gord Furt, no creo que sería una idea pero que tiene de malo una pequeña salida, ¿no?

—Entonces...—habló—¿Es una cita?

Miro para abajo con vergüenza, me estaba poniendo roja y no quería que me viera.

—Es una cita—Le contesto segura de mi respuesta.

—¿Te parece bien hoy al terminar las clases?—me miró esperando una respuesta.

Dios, esos ojos, me volvían loca.

—Me parece bien—le sonreí.

A todo esto, los dos seguíamos en el suelo, me pongo de pie rápidamente y le ofrezco una mano con la intención de ayudarlo a levantarse, él la agarra y estira un poco haciendo que yo haga  fuerza, miro para arriba intentando buscar su mirada ya que me pasaba por más de una cabeza.

—Te veo a la salida—Se agacha un poco y deposita un pequeño beso en mi mejilla con sus labios rosados. Su tacto frío contra mi piel caliente me provoco unos escalofríos.

  Y se fue, dejándome sola en ese pasillo, pensando...pensando en como Finn Harries logró hacerme olvidar el tema de la mancha con solo una sonrisa.

Esa maldita sonrisa iba a ser mi gran problema.

Cosa de gemelos.| Gemelos Harries.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora