-Claro, doctor.
-Bueno, antes de que vinieras volví a releerme los resultados de las pruebas y la verdad es que son sorprendentes, por eso quería decírtelo en persona. Ya sabes que durante estos años, los resultados indicaban que tenías un riesgo considerable de poder tener la enfermedad de tu madre.-Miré atónita a Hugo al enterarme de ese dato-. Pero la verdad es que esta vez dicen todo lo contrario.- Asintió Hugo.- Como acabo de comentar, los resultados indican que has pasado poco a poco de un 64% de posibilidades de heredar la enfermedad a un 8%.
-¿Me está tomando el pelo, doctor?
-En absoluto, aunque eso no quiere decir que no tengas que seguir haciéndote las pruebas anualmente.
-Lo suponía, pero, ¿Cómo es posible que haya disminuido tanto el riesgo?
-Ni yo mismo lo sé, es una especie de mini milagro, Hugo, alégrate, no pienses en eso ahora mismo.
-Es que estoy atónito, al decirme por teléfono que prefería hablar conmigo en persona, me esperaba lo peor.
-Pues ya ves que no.- le sonrió el canoso doctor-. Si no tienes ninguna pregunta más puedes irte.
-De acuerdo, doctor.- Estrecharon sus manos-. Hasta la próxima visita.
-Hasta la próxima.- Se despidió el doctor antes de que saliésemos de la consulta.
Mientras tanto, yo no paraba de darle vueltas a todo lo que había escuchado. No sabía cómo debía estar. Por una parte estaba súper contenta, pero por otra parte estaba un poco asustada, asustada de ese 49% y de los pensamientos que rondaban mi cabeza: ¿Y si se habían equivocado al escribir el resultado de las pruebas?, ¿Y si no es un 8%, si no un 80% y se han equivocado al escribirlo?, ¿Y si ese resultado era de otra persona y se habían intercambiado los papeles por error? Todos esos ¿Y si...? Me atemorizaban. La verdad es que yo estaba también un poco paranoica, pero siempre fui así. Me di cuenta en ese momento que tenía que dejar de ver tantas series de médicos, mas me seguía preocupando igual.
-¿Qué ronda por esa cabecita? Llevas demasiado rato con la mirada perdida.
Cuando escuché su voz me di cuenta de que estaba ya en el coche, rumbo a algún lugar.
-Estoy muy contenta, de verdad.
-Pero...- Alargó la o para que acabara de hablar.
-También estoy muy preocupada.
-¿Porqué?
-Hay cosas que no entiendo.
-¿Cómo que?
-¿Qué quería decir el doctor con riesgos considerables?
-No tienes de qué preocuparte, enana, prácticamente no hay posibilidades de que herede la enfermedad de mi madre, ya has escuchado al doctor.
-No me has respondido, Hugo.
-Pues que de pequeño tenía un 64% y a medida que pasaban los años, he acabado con un 8%.
-¿Y si vuelve ese 64%? ¿ O sí aumenta?
-Mi caso es poco común, pero cada vez tengo menos posibilidades, me dijo el doctor que llegará un momento de que no tenga posibilidades, no tienes de qué preocuparte.
-De acuerdo, ¿Y porque no me lo habías contado nunca?
-No quería que te preocuparas por mi.
-Pues ahora estoy súper preocupada.
-Estas paranoica.-Rió- no tienes porque preocuparte, ya te lo he dicho.
-Pero...-No me dejó acabar la frase.
-Pero nada, dejemos el tema, ¿Tienes que hacer deberes u otra cosa?
-Creo que no, ¿A qué viene eso?
-Porque ahora te voy a llevar a un sitio, a ver si te olvidas un poco de todo y dejas de preocuparte tanto.
Contigo siempre me olvido de todo...-Pensé.
-¿Que sitio?
-Un sitio.
-¿Qué sitio?-Volví a preguntar.
-No insistas, no te lo diré.
-No te hagas el duro, dímelo por favor.-uní mis manos en modo de súplica-. Sabes que odio las sorpresas.
-No tendrás que esperar mucho, no está muy lejos.
-¿Qué no está muy lejos?-Pregunté intentando saber a dónde nos dirigíamos.
-El lugar donde te voy a llevar.
-¿Y dónde me vas a llevar?
-Llegas a ser muy pesada, no te lo diré.-Sonrío- ¿Me harías un favor?
-Depende.
-En el asiento trasero hay un pañuelo blanco, ¿Lo puedes coger?
-Claro.
Me costó un poco encontrarlo. Entre que no me podía mover mucho por el cinturón de seguridad y que Hugo tenía el coche como una auténtica pocilga, no era una tarea fácil. Al final lo encontré bajo unas cajas de pizza. No tardé mucho en darme cuenta de que el pañuelo era mío, mas no hice ningún comentario sobre eso.
-¿Qué quieres que haga con el?
-Taparte los ojos.
-¿Pretendes que me vende los ojos con este pañuelo?
-Sí.
-¿Para qué?
-¿No es evidente? No quiero que veas a dónde vamos. En situaciones como esta me pregunto cómo te estás sacando la ESO.
-Yo me pregunto siempre cómo acabaste primaria.
Omitió mi comentario y siguió conduciendo.
-Estamos apunto de llegar, por lo menos cierra los ojos, por favor.
-Vale.-Cedí.
-Ya hemos llegado.- Me informó a los cinco minutos.- Pero no abras los ojos.
-Como usted mande, señor.
Salí del coche, con cuidado y enseguida sentí como se ponía detrás de mí agarrando mi mano.
Al estar con los ojos cerrados podía apreciar pequeñas cosas que no lo hacía cuando tenía los ojos abiertos. Como el delicioso aroma de su colonia, era inconfundible, la podía distinguir a kilómetros.
Oía jugar a niños, a los que suponía que eran sus padres, decirles que tuvieran cuidado. También oía agua caer, como una cascada. Sentía el horrible tacto del césped, si lo hubiera sabido, no me habría puesto esas sandalias, sino bambas. Odiaba el césped.
Ese lugar me transmitía mucha paz, aunque estaba un poco tensa al no ver absolutamente nada, tenía que estar alerta, era una persona muy torpe y podía caer o chocar en cualquier momento.
-Siéntate.-Susurró Hugo en mi oído.
Hice lo que me pidió, con cuidado. Afortunadamente puso un mantel, una toalla o algo similar y no tuve que sentarme encima del césped.
-¿Puedo abrir los ojos?
No contestó, me lo quitó él.
Al principio me deslumbró bastante la luz, pero cuando mis ojos se acostumbraron a ella, pude observar el precioso paisaje. No me costó mucho reconocer donde estaba, era el merendero que estaba a las afueras de la ciudad. Muchos niños celebraban allí sus cumpleaños. Era un lugar amplio, donde podían correr y si se caían, al estar todo cubierto de césped, no se podían hacer mucho daño. Era una especie de paraíso para padres e hijos. Mientras los pequeños jugaban sin peligro, sus padres podían relajarse junto a la bonita cascada.
-¿Cómo que me has traído aquí?
-Siempre vengo después de salir de la consulta.
-¿Porqué?
-Hoy estas preguntona, enana.- me dio un corto beso-. Cuando era pequeño siempre me traía mi madre después de salir del médico y lo he seguido haciendo, es una especie de tradición.-sonrió melancólico.
-No tienes que contármelo si no quieres.
Sabía que no le gustaba hablar de su madre y no quería que estuviera mal, pero al mismo tiempo quería que me contara cosas sobre ella, nunca lo hacía y si me explicaba algo, eso significaba que confiaba mucho en mi, y eso me encantaba.
-Quiero hacerlo, enana, no tiene porque haber ningún tema tabú entre nosotros.
-Como quieras.- me senté en su regazo-. Cuando veníais, ¿Qué hacíais?
-La verdad es que no mucho, nos tumbábamos en el césped un rato, me contaba historias o simplemente corría durante un rato hasta cansarme.
-¿Te puedo hacer preguntas o prefieres dejar el tema?
-Pregunta sin miedo.-Me sonrió.
-¿Qué es lo que recuerdas de ella?
-Era muy risueña, sonreía todo el día.- hizo una pequeña pausa- Recuerdo que siempre me llamaba pequeñín, lo odiaba.
-¿Y ella te lo seguía diciendo?
-Nunca le dije que lo odiaba, me sabia fatal, aunque eso significara pasar vergüenza delante de mis amigos, me encantaba verla feliz.-Sonrío de esa forma que solo él sabe.
El resto de la tarde se podía resumir en: besos, chistes malos y anécdotas de su madre.
Me quedé sobretodo con un tema: su cumpleaños. Su madre le organizaba las mejores fiestas de cumpleaños de la historia, según él, me contó que podía organizarlo incluso un mes o dos antes. Y la temática de la fiesta era la equitación. Pero todo eso se acabó cuando murió su madre.
Hubo un momento en el que el brillo pícaro de su mirada se convirtió en unos ojos vidriosos por las lágrimas que estuvieron a punto de salir. Entonces decidí cambiar de tema, me encantaba que me contara cosas sobre su madre, pero por ese día ya era suficiente.
Estaba bastante inquieta, así que no paraba de moverme. Hubo un momento en el que Hugo estaba sentado, apoyándose en un árbol y yo apoyada en su pecho. Me encantaba estar así con él. Era una sensación difícil de explicar, aunque así eran cada uno de los momentos a su lado maravillosos e inigualables. Acabé dormida a los pocos minutos.
No recordaba nada más de esa tarde, así que suponía que no me volví a despertar en todo el día. Últimamente no dormía mucho con toda la tensión de la exhibición, los últimos exámenes,etc.
Al día siguiente, desperté con un pensamiento en mente: se acercaba el cumpleaños de Hugo y me encargaría de que ese cumpleaños lo recordaría con la misma sonrisa como los que le organizaba su madre.
Hugo no se merecía pasar por todo lo que pasó.~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
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Un besi!!💋
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Algo más que hermanastros
RomansaSINOPSIS: Todo empezó por una apuesta, de la que yo no era consciente, y acabó en ¿Amor? ¿Odio? ¿Risas? ¿Llantos? ¿Una mezcla de todo? Ni yo misma lo sé. Subiré capítulo cada viernes! ...