Jerry le había llamado minutos atrás para decirle que ya no podría quedarse en su casa. Pero, en aquel momento, aquello le daba igual a Nicholas.
Se encontraba en su antigua casa, más bien, en la casa de su difunta tía, junto con Wednesday e Isabella.
Ambas habían accedido horas atrás a ayudarle, por lo que se habían dirigido a aquel lugar por si había algún detalle que la policía se hubiese saltado.
-¿Qué propones que hagamos? -dijo Isabella a su derecha-, ¿qué rompamos los cordones policiales y que pasemos al interior?
Nicholas se dispuso a afirmar aquella situación, pero se vio interrumpido por Wednesday, quién le arrebató la palabra.
Los tres entraron en la casa, que aún se encontraba tal y como Nicholas la recordaba, si no fuese porque todas las fotos, macetas y demás decoración había desaparecido.
Nicholas tragó saliva. Aún se le hacía difícil asimilar aquella situación, pero lo hacía porque sabía que detrás de aquello no se encontraba ningún suicidio ni ninguna persona. Se trataba de algo sobrenatural.-Está bien -se apresuró a decir Nicholas, cuando ya habían llegado al salón-. Que cada uno se encargue de una zona de la casa. Isabella puede ir arriba. Yo, me quedaré en esta planta y Wednesday irá al sótano. ¿Os parece bien?
Las chicas asintieron. Sabían que no iban a encontrar nada, por lo que no se disponían a poner ninguna objeción.
Isabella subió los escalones con parsimonia. Nunca había estado en la escena de un crimen y, aunque una pequeña parte de ella creyese la versión de Nicholas, no podía evitar sentir pavor por la situación.
El pasillo de la segunda planta era simple, dos habitaciones en los laterales, junto con u baño, y otra habitación al final del pasillo, que, a su suponer, debía ser de la difunta tía de Nicholas.
Isabella tragó saliva y entró en la habitación de la chica que en su día le consiguió dar miedo con sus apariciones repentinas en los momentos más inoportunos: Barbara.
La habitación se encontraba sin rastro alguno de pertenencias. Lo único que parecía perdurar allí era la pintura rosa de a habitación, que ya se empezaba a despegar en las esquinas.
-Está bien, Isabella -se dijo así misma-, ¿qué pretendes buscar aquí?
***
Nicholas en aquel momento estaba inspeccionando la cocina, la cual solo tenía los típicos muebles empotrados que todas las cocinas del mundo tienen.
Se sentó en el suelo y apoyó la espalda en uno de los muebles mencionados anteriormente.
¿A qué se refirió Barbara en la vuelta de la fiesta?¿Por qué había muerto?¿Acaso aquello que le dijo guardaba relación?
Nicholas tenía un sin fin de preguntas, y la única persona que tenía sus respuestas ya no estaba junto a él. Entonces, una idea inundó su mente.
-¡Wednesday!
***
La joven de cabellos castaños se encontraba en el sótano, en un principio, sin ningún objetivo. Hasta aquel momento, en el que Nicholas le gritó desde la panta de arriba que buscase la tabla ouija que habían usado hacía por lo menos, una semana.
El joven quería respuestas de una muerta, y, quizá fuese aquella la única forma de encontrar lo que tanto buscaba.
Wednesday revolvió entre las cajas del sótano, ya apiladas por la policía para llevárselas en su próxima visita.
-Mierda -refunfuó Wednesday tras registrar tres cajas de arriba a abajo sin encontrar lo que buscaba.
Se dispuso a abrir entonces la cuarta caja. Todo eran muñecas: de porcelana, de trapo... era como una de esas jugueterías especializadas en muñecas que siempre tenían que ver con las series de misterio que tanto le gustaban.
En el fondo se encontraba la tabla, junto con su accesorio triangular.
-¡Bingo! -exclamó Wednesday de alegría.
Volvió a cerrar la caja, y subió entonces las escalera donde ya se encontrarían sus dos amigos esperándola.
Giró el pomo. Pero la puerta no se abría.
-Nicholas, Isabella, ¿podéis hacerme el favor de abrir? -dijo, con sorna.
Fue Nicholas quién contestó al otro lado.
-¿Desde cuándo está cerrada?
Por el forcejeo que se traía con el pomo, al parecer desde ahí tampoco se podía abrir.
Una de las cajas fue directa hacia Wednesday, que logró esquivarla por los pelos pero, a cambio, rodó por las escaleras.
-¡¿Wednesday?! -gritaron ambos desde fuera, alarmados por el estruendo.
La castaña se evantó con dificultad y cogió una de las cajas para ponerla junto a la pared. Justo encima se hallaba una ventana, y, si podía romperla, escaparía de allí. Sabía que algo no quería que se llevase esa tabla.
Fue lanzada hacia atrás, cayendo de nuevo al suelo, y entonces notó como, poco a poco, tenía más dificultad para respirar.
Sus amigos, al no oír respuesta por parte de Wednesday, decidieron cargar todo su peso contra la puerta, intentando derribarla con terribles embestidas.
La puerta cedió, y ambos entraron allí donde Wednesday empezó a respirar de nuevo.
-¿Qué ha pasado? -preguntaron ambos alarmados, ayudando a la joven a ponerse en pie.
-Han intentado quitarme del medio.
-¿El qué? -preguntaron Isabella y Nicholas casi al unísono.
-Será mejor que nos vayamos -Wednesday le dio la tabla a Nicholas y, sacundiéndose el pantalón, caminó escaleras arriba para salir de aquella sala donde casi alcanza la muerte, que tanto temía.
Isabella y Nicholas se encogieron de hombros. Quizá fuese algo comprometido hablar de aquel tema.
Los tres, ya más calmados, salieron de la casa con lo que buscaban. Se pusieron de cara a la casa, admirándola con pavor.
-¿Volverás a venir? -preguntó Isabella, girando la cabeza hacia Nicholas.
-¡Manos arriba! -decía una voz masculina detrás suya. Acto seguido, sonaron las sirenas-. Quedan detenidos por hurto menor e intento de manipulación de pruebas. Cualquier cosa que digan puede ser utilizada en su contra. Tienen derecho a llamar a un abogado...
Tres agentes esposaron a los tres jóvenes, quienes intentaban poner excusas sobre qué hacían en el lugar.
Pero, tras aquello, quien quisiera que les estuviera haciendo aquello, iba ganando.

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Ouija.
خارق للطبيعةUno: juega. Dos: huye. Tres: investiga. Cuatro: asústate. Cinco: muere. No es solo un juego. Al invocarlos, vosotros destruís vuestro destino. La mismísima muerte. Y eso es lo que desconocían una panda de amigos cualquiera, singular y de lo más nor...