4. Encontrarnos

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Los niños ya dormían, sólo se levantó para asegurarse de que todos lo hicieran, y para ver si Lara estaba mejor. Nitori se había dormido a su lado, y la niña respiraba fuerte, como si le costara.

Unos golpecitos en la puerta de chapa, la anterior a la de la casa, lo hicieron acercarse sigiloso. A esa hora ¿quién podía ser?

Nitori también se levantó, con los ojos cansados pero asustados. Momo le sonrió como para calmarlo, siempre confió en que nadie los encontraría allí.

Se acercó despacio, y los golpecitos volvieron a sentirse. Momo abrió despacio una especie de ventana falsa, para ver mejor y sorprender a quien estuviera arriba tocando.

Sus ojos color ámbar se abrieron con sorpresa al verlos, y su corazón pareció hacerse más pequeño.

-¡Ey!- dijo levantando una mano a ellos- ¡Chicos! -el moreno y el castaño voltearon a verlo, y en seguida corrieron hasta él a través del techo de la casa, que se camuflaba con chatarra, y que les dificultaba el paso hasta él.- ¿qué sucedió? -dijo cuando los tuvo enredados a él, llorando con desconsuelo.

-Nos descubrieron... -Momo ya lo suponía, no era la primera vez que pasaba y cada vez era más difícil pasar desapercibidos, pues la policía ya sabía de ellos y probablemente habrían estado advirtiendo a la gente.

Estuvo a punto de hacerles una broma, de decirles que ahora ya no podían volver, que los niños no tenían devolución, pero de sólo imaginar sus caras se sentía peor que antes. Bien sabia él lo que era sentirse marginado de la sociedad y sentirse fuera también de ese no lugar que ocupaban los marginados. Les revolvió el cabello con una sonrisa.

-Hace frío, hay que entrar.

Cuando estuvieron dentro Nitori se acercó a ver quiénes eran, y aunque también recibió con una sonrisa a los niños, descifró con preocupación la mirada de Momo.

-Vimos a Rin -dijo uno de los niños mientras se acomodaban en el dormitorio donde dormían los varones, el más resguardado y cálido después del de las niñas.

-Ah...y ¿cómo lo vieron?- Nitori guardada silencio mientras los arropaba. El niño sonrió hacia la puerta donde estaba Momotarou, apenas iluminado con la luz de la sala anterior.

-Bien... Bastante bien...

Momo les sonrió y esperó a que saliera Nitori. Cerró la puerta y se dirigió de nuevo al cuarto de las niñas, que eran menos, y echó un ojo al rincón donde dormía la pequeña Lara.

-La fiebre de Lara ya pasó.- habló Nitori entendiendo la acción de Momo.

-Es pronto para ir a ver a Rin y los demás, ¿verdad?- Momo se acercó hasta los sillones reciclados que hacían de cama para él y se lanzó.

-Es tu decisión. -Nitori apenas levantó la voz.

-Me alegra saber que están bien... Eran demasiados, nunca habíamos mandado a 3 niños.

-Necesitamos llevar a Lara al hospital.- Momo le dio la espalda, como si intentara ignorarlo.

-No me trajeron los documentos... -Nitori torció la expresión.

-¿Y esperarás a que empeore para darme permiso de llevarla? -la tos de la niña los hizo ir hasta el cuarto. Nitori se acercó- la fiebre volvió.

Momo tenía 17 años, pero por su apariencia de niño y su energía intempestiva parecía de menos. Él con su apariencia de niño se ponía el traje de hombre cuando de los niños se trataba. Envolvió a la niña con la frazada y la levantó, firme, sin vacilaciones.

Fue hasta la entrada seguido de Nitori, pero Momo lo detuvo.

-Quedate con los chicos. -le sonrió.

Me dicen papá (Soumako)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora